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¿Dos buitres leonados?

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 16 de diciembre de 2015, 02:05h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Yo no sé qué tendrá el dinero, pero debe ser como la carroña hacia la que se atiran sin rubor y a ciegas las alimañas de la peor ralea, que ni siquiera con saciar el hambre de presente tienen bastante y se pelean entre sí para evitar el mordisco de un compañero o compañera. Debe ser algo así como la drogadicción, que una vez que te metes de lleno en el fango ya no es posible salir del mismo y hacemos lo que sea cuando nos viene el mono con tal de agarrar y devorar un algo de producto drogadictivo y de cuyo mundo cuesta Dios y ayuda salir adelante. Pues bien, algo así debe pasarle a quienes desde las alturas del poder prueban a alargar la mano, o las dos, que es lo más frecuente, cuando se está con la Caja Pública de Caudales abierta y parece no tener límite alguno la avaricia de quienes una vez inmersos en el pozo de la podredumbre y la basura y el estiércol, no tienen, repito,  límite, ya sea aplicando el 1, el 3 o el 5 por ciento, produciendo dentelladas secas y calientes en los montantes de las adjudicaciones y provocando un socavón en las cuentas de las empresas que, con tal de tocar pelo, acceden presurosas a pasar por el aro y colocar la mordida en el plato central del banquete que a costa de las mismas se pegan y solazan los conseguidotes de turno que, al parecer, crecen como las setas en otoño tras la lluvia.

Y, así, de esta manera, nos hallamos inmersos, desde los inicios de los tiempos que venimos llamando democráticos, allá por 1.978, con la mayor enfermedad que, con carácter crónico, se ha apoderado de nuestra joven democracia, tal cual es la corrupción, desde todos los niveles, desde todos los estamentos, desde todo el orden institucional, en los que, por activa o por pasiva, se ha ido dilapidando el contenido de la Caja Pública de Caudales, esa que se nutre de los impuestos abusivos, confiscatorios y esquilmatorios, que han  venido rigiendo en nuestro ordenamiento tributario y fiscal, convertidos en monstruo de siete cabezas y en cabeza de lanza usada contra la ciudadanía en general, cuyos miembros, los ciudadanos de a pie, con el sudor y, a veces la sangre, de su frente, han ido allegando a la misma. Total, para que los ocupantes de los poderes públicos, que tanto se llenan la boca de bonanzas y parabienes para con el pueblo, convertido en una masa informe de carne con ojos, o como más bien llama Juan Manuel de Prada, en una masa cretinizada, alimentada a base de fútbol, toros y otras fruslerías del gusto de quienes no tienen la cabeza sino para no pensar y solazarse a base de programas infames televisivos y de otro tipo, en los que se ponen al descubierto las vergüenzas y las bajas pasiones del  ser humano, en una manera de pienso adormecedor para que se consiga el objetivo final de acatar las sinvergonzonadas, los desfalcos, la desfachatez y las trapisonderías de quienes diciendo servir al pueblo no hacen otra cosa que servirse a sí mismos y de quienes prometiendo cumplir y hacer cumplir la ley, se la pasan por el forro o por el arco del triunfo, haciendo de su capa un sayo, tomando por tontos, simples o bobos a los ciudadanos y haciéndoles a éstos tragar  ruedas de molino, aunque, todo hay que decirlo, como he apuntado anteriormente, en no pocos casos, con el beneplácito de quienes por tener derecho al voto cada cuatro años se creen estar en el mejor de los mundos posibles, creyendo que su voto es el decisorio de la gobernanza del futuro y creyendo que toda corrupción es poca con tal de poder seguir emitiendo ese voto, en no pocos casos cautivo, en el llamado día de la democracia, o sea, el día de las votaciones. Así, de esta manera, tan simple y ñoña, no pocos calzonazos consienten la corrupción, creyendo que es un precio que hay que pagar por seguir ejerciendo ese derecho al voto, razonando que si no es uno, otro será el corrupto y que, en caso, de encontrarse ellos mismos ante la misma situación y circunstancias harían lo mismo o más. Desde luego, con esos mimbres, jamás será posible hacer un cesto en el que no se cuelen las manzanas podridas, que, en definitiva, acaban siendo más que las sanas.

Tenían gracia, tratando de justificar todas las corruptelas que a lo largo de esta legislatura se han venido destapando en el Partido Popular (sin que debamos olvidar las habidas en el PSOE y otros partidos políticos), las declaraciones de Alfonso Alonso, otrora ex portavoz del PP en el Congreso, y hogaño Ministro de Sanidad en funciones, en el sentido de que los casos de corrupción en su Partido eran cosa del pasado, pasado, en su caso, por cierto, muy presente, mas ya sabemos que todos, cada uno en su casa y Dios en la de todos como dice el refrán, tratan de minimizar la corrupción en su partido, tratando de extenderla al partido vecino, tomando por necios, tontos e inmemoriados a los ciudadanos, y quizás también por sordos y ciegos.

Pues bien, Sr. Alfonso Alonso, aparte de sus gracietas, que no tienen gracia, con sus proclamas incendiarias sobre la oposición tratando de salvar de las llamas su trasero, la última, por decirlo de alguna manera, porque me parece que a ésta le seguirán otras, destapada por el Diario “El Mundo”, respecto a dos prebostes del partido Popular, a la sazón Gustavo de Arístegui, Embajador, por la Gracia de Dios y del dedazo de Rajoy, de España en la India, y Pedro Gómez de la Serna, ex diputado del PP por la provincia de Segovia, y de nuevo aspirante a renovar dicho cargo como número dos por la citada circunscripción, han venido haciendo de las suyas, en unas escandalosas mediaciones entre empresas privadas españolas y países del Asia Oriental y del África Tropical, embolsándose unas jugosas comisiones, aunque lo fueran por sociedades interpuestas, pero usando y abusando de su influencia sobre las autoridades extranjeras por razón de los cargos que ocupaban y ocupan. Comisiones que iban del 1 al 5 por ciento, dejando ya en mantillas el 3 por ciento de la familia Pujol, que, al parecer, en este juego comisionista estaban metidos todos los que podían, y maricón el último.

Así, desde tan beneméritas azoteas del poder, iban tejiendo su tela de araña, de manera que toda empresa que quisiera tener éxito en la contratación con ciertos países de las zonas dichas, tenían que apoquinar el porcentaje establecido y pasar religiosamente por caja para poder contratar y poder subsistir en el ámbito empresarial, a la manera de que a quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga. Y la faltriquera de las sociedades interpuestas a engordar, por mucho que traten de justificar la legalidad de sus tropelías y de que pagaban sus impuestos correspondientes, pues faltaría más que para rizar el rizo también hubieren salido haciendo mutis por el foro y no pasando por la Hacienda Pública, lo que, en todo caso, está por ver.

Y como la caradura y la falta de escrúpulos de esta gente, o mejor dicho, gentuza, no tiene límites, ambos implicados han entonado una serie de explicaciones, que no son sino ruedas de molino, que no hay quien se las trague, ni carros ni carretas, pues ya hay que tener boca para ello, al menos, como las de los Orcos que al lado de Sauron luchan en el Señor de los Anillos. Dicen, por tanto, tener la conciencia muy tranquila, lo que, en todo caso, puede ser cierto, pues estos personajes al carecer de conciencia, ésta no se inmuta, ni para bien ni para mal, y así ya pueden dormir tranquilos. No se sabe muy bien aún en qué parará este nuevo caso de corruptela en las filas Populares, pese a que Rajoy, que en estos casos de corrupción que afectan a su Partido y a sus dirigentes, parece haberse convertido en el triple mono, ese que no ve, no oye, no habla, aunque, en principio, haciendo una vez más el Don Tancredo, quiso pasar por alto sobre el asunto, manifestando que había oído decir al candidato Pedro Gómez de la Serna, que lo que habían hecho era legal, y que él así lo creía por habérselo oído decir al involucrado, considerando todo como “algo absolutamente normal”, si bien ante las evidencias de irregularidad, al menos, de estas operaciones, y ante los ataques de la oposición, todos a una, como en Fuenteovejuna, no ha tenido más remedio, pese a su pesar, valga la redundancia, de dar un paso atrás, y apartar al candidato Pedro Gómez de la Serna de la campaña electoral para evitar que caiga más mierda sobre el PP de la que ya le ha caído, en una legislatura para olvidar, y se ha abierto expediente a ambos implicados, supongo que hasta que escampe. Y para “no perjudicar al Presidente en la campaña electoral”, el Embajador ha presentado su dimisión, denunciando una “campaña de destrucción” contra él, y aún osa manifestar que él y su colega no han hecho sino contribuir con “un grano de arena” a la recuperación del país.

En realidad, dicen que no es nada ilegal, pero suena muy mal, la música, cuando usando y abusando de la poltrona que confiere un cargo público, uno, que debe tener dedicación exclusiva para servirlo y para eso tiene un sueldo y unos privilegios que ya los quisieran para sí cualquier mortal y más si está en el paro, se dediquen, en cierto modo a extorsionar a empresas españolas, a las que se les detrae un buen pico de sus emolumentos o ganancias, si es que quieren conseguir una contrata. Desde luego, si no es ilegal, que creo que lo es o debe serlo, es tan irregular que repele al más mínimo principio de transparencia, legalidad y sobre todo de moralidad y ética.

Pues bien, menos mal que toda la corrupción del PP se debe, según el candidato Alfonso Alonso, al pasado, un pasado, al parecer, muy presente. Y eso que sólo se está arañando la capa de pintura del vehículo pepero, ¿qué no será si se metiera el bisturí, en una operación a vida o muerte, a corazón abierto, hablando en términos médicos?, ¿se sustituirán las dos gaviotas o charranes del logotipo del Partido Popular por dos buitres leonados.

MIGUEL ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

16 DE DICIEMBRE 2015

 

 

 

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