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El billete de 500 (II)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 18 de mayo de 2016, 02:40h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Bien, el Banco Europeo Central, asediado y contagiado de la abulia y la indolencia de los órganos que manejan la Unión Europea, ha tomado la decisión de dejar de emitir e imprimir los billetes de 500 euros, el billete de color morado y de más alto valor, solamente superado por el de 1.000 francos suizos (909 euros) y el de 10.000 dólares de Singapur (6.404 euros), lo que llevará a efecto a finales del año 2.018, pero que no cunda el pánico entre la población (pues ya se han visto pagos apresurados y nerviosos con ese billete de 500 euros), que cree que será perseguida por la posesión de estos billetes o que los mismos dejarán de tener valor liberatorio a partir de dicha fecha o de inmediato, lo que no es cierto, pues, aunque dejen de imprimirse, el billete seguirá siendo de curso legal y podrá seguir siendo utilizado como medio de pago, aunque lenta y paulatinamente, cuando vayan cayendo en manos de los Bancos Centrales, se irán eliminando de la circulación.

A este respecto, y como pone de manifiesto el Diario “Expansión” del viernes 13 de mayo del presente año, para Jim Leaviss, de la gestora británica de fondos M & G, el precio real del billete de 500 caerá, ya que alrededor de un 30% de los 300.000 millones de euros en circulación en este tipo de papel moneda tiene un origen sospechoso. “En un mundo donde todos saben que no es posible obtener nuevos billetes de 500 euros, intentar utilizarlos en una transacción podría ser una señal de que esa persona es un criminal o un evasor de impuestos”. Por tanto, para poder desprenderse de ellos, sus dueños deberán venderlos con descuento. Aunque hay quien opina, por el contrario, que el cese de la impresión de estos billetes incrementarán su valor, ya que seguirá habiendo demanda por parte de personas que ven en el billete de 500 euros el medio de guardar el dinero en metálico con menores costes de transporte o almacenamiento. Y según una encuesta entre inversores promovida por Leaviss, solo un 14% apoya su visión de que los billetes se intercambiarán con descuento, mientras un 36% cree que mantendrá su valor y un 50% opina que cotizarán con prima.

Ya se venía cocinando la idea de llegar a dejar de imprimir los citados billetes de 500 euros, culpabilizados de los fraudes en la economía, creyendo que con esta medida se habría de acabar con la economía sumergida, con el narcotráfico, con la venta ilícita de armas, con la trata de blancas y con el subsiguiente blanqueo de capitales. Si esto fuera cierto, habría que decir “que largo me lo fiáis”, que diría Don Juan Tenorio o el Burlador de Sevilla, y ¡a buenas horas mangas verdes!, porque si esto es así de cierto, repito, no sé yo qué coño han estado haciendo nuestros esforzados dirigentes, tanto nacionales, como europeos, que tanto montan, montan tanto, Isabel como Fernando, hasta el día de la fecha, como siempre, quizás, sesteando y mareando la perdiz, pero incapaces siempre de tomar medidas efectivas en cualquiera de los ámbitos de su competencia. Ahora bien, la cosa tiene gracia o, al menos, entramos en cierta contradicción, ya que esas actividades ilícitas han recibido el beneplácito y la bendición de esas mismas autoridades para contar con ellas en la elaboración del PIB, lo que es de aurora boreal y lo que no deja de ser una manera de engañarnos a los ciudadanos a fin de que sigamos viviendo en la inopia y en la quimera de que somos ricos siendo más pobres que aquéllos tildados “de solemnidad”, a los que los testadores hacían alguna manda en sus actos de última voluntad.

Mas, no todo han sido parabienes ante esta medida ni todos se lo han tomado como algo que era necesario y exigible. Así ha sucedido con Carl-Ludwig Thiele, miembro de la directiva del Bundesbank alemán, contrario a la eliminación del billete morado, sospechando que puede ser el primer paso para, progresivamente, ir eliminando el uso del dinero en metálico. Como muy bien ha dicho, “la libertad, a menudo, muere poco a poco”. Y no le falta razón al teutón, pues las grandes operaciones no se realizan ya con el trasiego de bolsas o maletines llenos de billetes, sino con apuntes en cuenta y transferencias de Banco a Banco. Ese deseo de acabar con el dinero en efectivo, contante y sonante, no anida sino en las cabezas de quienes quieren acabar con el último resquicio de libertad que le va quedando al hombre, el cual queda sometido al Ojo del Gran Hermano o al Ojo de Sauron, para acabar dominando el mundo y, por ende apoderarse del alma del ciudadano, cuyos pasos monetarios quedarían grabados para ser utilizados en su contra y, sobremanera, para pagar favores a la Banca, que incrementará hasta el infinito sus balances contables positivos con cargo a las comisiones que generaría la utilización universal del llamado “dinero de plástico” (léanse, tarjeta de crédito y débito, entre otros medios), lo que es tanto como poner al zorro a guardar las gallinas y nos llevaría al interrogante de ¿quién vigilaría al guardián?.

Ahora va a resultar que la culpa del blanqueo de capitales y otros actos delictivos radican en el objeto o medio con el que se comete el delito, o sea, en este caso, en la existencia de los billetes de 500 euros, lo que es tanto como decir que la culpa de los asesinatos y los homicidios radica en la existencia de los cuchillos, las pistolas y las escopetas, sin tener en cuenta que en el primer asesinato que se conoce en la historia de la humanidad, Caín mató a Abel con una quijada de burro. En fin, que las sentencias judiciales recaerán sobre el billete de 500, al que seguramente condenarán a 20 ó 30 años de cárcel, mientras los sujetos del delito(léanse los Bárcenas, los Púnicos, los Gurtelianos, los de la Taula y viceversa, etc, etc.) quedarán libres de culpa y se irán de rositas. ¡Ay, si yo llego a saber esto!.

Nos quieren hacer creer, esta panda de ineptos, que con la desaparición del billete de 500 euros, desaparecerían los delitos a los que el mismo se vincula, como si el que está puesto y dispuesto a defraudar no pudiera utilizar los billetes de 200, o de 100, o de 50, o de 20 o de 10, o de 5, incluso si necesario fuere hasta la moneda de un céntimo de euro. Pero, claro, con esta medida tratan de lavar su mala conciencia generalmente ligada a la actividad ilícita que dicen combatir.

Como señala Juan Manuel de Prada, nos hallamos ante una masa cretinizada, que no se cuestiona nada de nada, aunque le lluevan chuzos de punta, que, en respuesta a preguntas de reporteros, niegan conocer cuál y cómo sea un billete de 500 euros y casi juran y perjuran no haberlo tenido nunca entre sus manos, por el miedo a ser señalados con el dedo y a temer alguna sanción del Ministro de Hacienda, en un remedo de aquel examen que se sacó de la manga Esperanza Aguirre, a los aspirantes a Alcaldes en las últimas elecciones municipales, en el que se les preguntaba a los mismos si habían tenido o tenían cuentas en Suiza, con retintín, y como queriendo pillar en un renuncio a los aspirantes, que con voz cautelosa y temerosa respondían “no, nunca” y añadían no tener en el banco más de 5.000 euros y poseer un coche de hace veinte años.

En fin, pareciera que muerto el billete de 500 euros, muerto el delito (muerto el perro, muerta la rabia), sin caer en la cuenta de que el que ha de delinquir lo hará, a falta de esos billetes tan vilipendiados, con los de 200, 100, 50, etc., e, incluso, si necesario fuere, con moneda a moneda de céntimo de euro.

¡Vaya huerto de melones, y que me perdonen los melones, tenemos plantado en la Unión Europea, de la que, lamentable y desgraciadamente, formamos parte!

MIGUEL ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

18 DE MAYO DE 2016

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