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Seguir en la inopia

Por Miguel Ángel Vicente
martes 22 de agosto de 2017, 22:41h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

En este mundo en que vivimos, pasados ya los diecisiete primeros años del siglo XXI, y pese a los avances tecnológicos y científicos, más parece que hayamos retrocedido a la Edad de Piedra, cuando la escritura e, incluso, el habla, aún eran ignoradas por la especie humana. Todo parece que se analiza, como si de una empresa comercial se tratara, desde el prisma del marketing, no importando lo que se venda, sino cómo  y cúanto se vende, a los efectos de hacer caja o de conseguir adeptos cada vez más ignorantes, incultos y hueros de sensatez y sentido común.

De esta guisa, vencida, cautiva y desarmada la recesión y la depresión financiera, alcanzados los últimos objetivos, LA CRISIS HA TERMINADO. Así podemos anunciar lo que anuncia, valga la redundancia, a bombo y platillo, la Unión Europea (la UE). Desde Bruselas se da por superada y cerrada la crisis diez años después de su estallido, o lo que es lo mismo, diez años y dos billones de euros después, la UE entierra la crisis. En resumen, que se volverán a atar los perros con longaniza. Y de esta manera, así lo hace y así lo anuncia, pomposamente, con fuegos de artificio añadidos, destacando que su labor ha sido “decisiva”, o sea, que se pone todas las medallas y se apodera de todos los diplomas, habidos y por haber, y eso, prácticamente, sin despeinarse, sentada cómodamente desde un sillón articulado y con aire acondicionado incorporado, sin haber siquiera competido en los 100 metros lisos con Usain Bolt.

Y, además, sin una sola crítica por su propia acción o inacción en algunos casos, sin que nadie pueda superar tanta inteligencia y sabiduría, ni tanta arrogancia, soberbia y altanería, sin hacer mención y obviando los muertos que hayan quedado sobre el campo de batalla y la innumerable pléyade de heridos, tullidos y mutilados irrecuperables para el futuro.

Y en  medio de ese ánimo triunfal, por lo que refiere a España, ocho de cada diez convenios laborales no garantizan el poder adquisitivo, las familias, en sólo un mes, el pasado Junio, se endeudan en 7.500 millones de euros, y cuatro de cada diez parados mayores de 50 años llevan buscando trabajo, al menos, cuatro años y lo que rondaré morena, sin citar que el descenso de las listas del paro conducen a los que han tenido la suerte de encontrar un trabajo temporal , normalmente estacional, con la agravante de ser mal remunerados y  con horario sin límite. De hecho, el pasado mes de Julio el 92,10% de los contratos que se suscribieron fueron de duración determinada, y de éstos, un 57% tuvieron una duración inferior a los tres meses, pues la mayoría de los contratos temporales son de muy corta duración: el 26% de una semana o menos, el 14% de una semana a un mes y el 17% entre un mes y tres meses, según los datos de contratación publicados por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), correspondiente al mes de julio de este año, datos que revelan que la situación que no ha mejorado nada respecto al mes de julio del año pasado, cuando el 92,4% de los contratos fueron temporales y el 25% apenas duró una semana o incluso menos. Por su parte la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de este año refleja también una tasa de temporalidad en ascenso del 26,8%, siendo España el segundo país de la Unión Europea con más empleo temporal (entre los veintiocho de la UE sólo Polonia nos supera), según datos publicados por Eurostat, casi duplicando la media comunitaria que se sitúa en el 14,2%.

La Compañía Iberia, sin ir más lejos, anuncia su tercer ERE en cuatro años, que afectará a 960 personas, pretendiendo reducir personal en las oficinas centrales y de mantenimiento, y por si fuera poco, éramos pocos (valga de nuevo la redundancia) y parió la abuela, batiéndose en el mes de Junio un nuevo récord de deuda pública, creciendo ésta en 13.938 millones de euros, alcanzando un nuevo máximo histórico al situarse en 1,138 billones de euros, superando el 100% del PIB (100,03 %), lo que supone que cada uno de los 46,52 millones de ciudadanos que viven en el país –según el último censo del Instituto Nacional de Estadística (INE)- debe 24.500 euros. Y lo escalofriante del caso, que parece importarle poco al Gobierno, es que se ha producido un crecimiento de deuda de 31.880 millones de euros en comparación con los datos registrados hace un año, lo que supone un aumento del 2,9 %, según los datos del Banco de España, situándose ya en 1,095 billones de euros. Si se comparan estas cifras con las que según el INE constituye el salario más frecuente en España, ascendente a 16.490 euros, gran parte de la población española necesitaría un año y medio de trabajo para pagar la fracción de deuda que a cada uno de ellos les corresponde, y todo ello sin contar con que en este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, trabajamos, al menos, seis meses para nutrir la panza devoradora de la Caja Pública de Caudales, y como dijera, en su día, el maestro Campmany, “áteme esa mosca por el rabo”.

Sin embargo, algo no cuadra con estas fantásticas manifestaciones de euforia, puesto que, en cualquier caso, el Banco Central Europeo (BCE), con su director Mario Draghi al frente, verdadero artífice, en su caso, de la posible incipiente remontada con su política de compra de deuda soberana y de estimulos a la economía, ha sido llevado ante la Corte Europea de Justicia por el Tribunal Constitucional Alemán, al considerar una extralimitación de sus funciones al comprar activos de países endeudados, vulnerando los Tratados Europeos que prohíben expresamente financiar a los Estados. Item más, el Ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, en plena campaña electoral en su país, cargó contra los bajos tipos de interés que proporciona el BCE, al considerarlos dañinos para el bolsillo de los ahorradores alemanes, sin tener en cuenta que, gracias a ese desplome de los tipos de interés, muchos europeos, entre ellos muchos españoles, han podido rebajar el agua que ya les llegaba hasta el cuello, lo que demuestra que el principio de solidaridad, tan pregonado y puesto como baluarte de la Unión Europea, reluce por su ausencia, pues ya se ve que el citado Ministro, mano derecha de Angela Merkel, sólo mira por el interés de sus compatriotas alemanes, importándole una higa el resto de europeos.

En cualquier caso, insistiendo en nuestro país, según datos del mes de Junio revelados  por el INE, la creación de empresas sigue a la baja y se desplomó un 10%. Y ese llamado Impuesto sobre el Patrimonio, confiscatorio donde los haya, prorroga su vida para el año 2.018, cuando según los listos del Gobierno del Partido Popular, léase Cristóbal Montoro, entre otros, se resucitó de forma temporal con la finalidad de reducir el déficit, debiendo haberse derogado de nuevo en el año 2.015, lo mismo que ha ocurrido con el Impuesto del 20% sobre los premios de la loterías y juegos de azar, que igualmente nació para unos años y parece que ya adquirido carta de naturaleza al permanecer en vigor, sin que nadie dé una explicación, al menos, para ver hasta qué punto son capaces de sonrojarse los miembros del Gobierno de España, pero que si quieres arroz Catalina, ya que tienen una cara más dura que el feldespato.

Fíjense cómo estará el país, que hasta al más quieto, al más tranquilo, al más practicante del Dontancredismo del suelo patrio, el Presidente del Gobierno, Don Mariano Rajoy Brey, le ha sobrevenido una lumbalgia, lo que no deja de ser una contradicción y de las gordas, a no ser que su causa sea la propia de practicar ese deporte nacional llamado “sillónbol”. Si no, no se entiende. (O de practicar el salto del tigre, que barbaridades mayores se han visto).

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

23 de agosto de 2017

      

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