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Un nuevo drama

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 14 de enero de 2015, 00:47h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Parece que al Gobierno del PP, Presidido por el hierático Don Mariano Rajoy Brey,  le crecen los enanos en forma de dramas, como si contuviera una maldición que atrajera a su vera ese tipo de situaciones extremas que claman ante la opinión pública unas medidas rápidas, contundentes y apropiadas y suficientes para poner coto a las mismas, o, al menos, paliar, en la medida de lo posible, las tremendas e indeseables consecuencias que conllevan, sobre todo ante la actitud pasota, pusilánime e indecisa de quienes, por Ley, están obligados a buscar y aplicar las soluciones que están a su alcance para poner punto y final a tanto sufrimiento desgarrado, a tanta miseria humana, a tanta desesperanza desalentada, a tanto miedo a padecer un trauma final que puede acabar con la vida de los ciudadanos afectos por el problema y del de todos aquellos familiares, amigos, convecinos y en general, de toda la gente que de buena fe cree que un Gobierno está para gobernar como su propio nombre indica y no para lucirse en las efemérides hueras, vacías, lisonjeras y cortesanas que no hacen sino incrementar el gasto público y la parafernalia, mientras se desentienden asuntos en los que la ciudadanía se juega la vida o la muerte, la ruina o la supervivencia, en definitiva, el poder seguir siendo persona digna y humana que no pretende sino trabajar y vivir la vida lo más dignamente posible.

Pues bien, como un imán, este Gobierno parece atraer sobre sí el mal fario, y los dramas le crecen como las pulgas a un perro flaco. Así ocurrió con el tema del Ébola y la desdichada infección por parte de la enfermera, o ayudante de clínica, Teresa Romero, con los consiguientes bandazos que pusieron de patitas en la calle (es un decir) a la mismísima Ministra de Sanidad Ana Mato, y al impresentable Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Javier Rodríguez. Así ocurrió también, con la pretendida ley del aborto impulsada por Alberto Ruiz Gallardón y que acabó igualmente devorando a su progenitor, tal como Saturno devorara a sus hijos, según la versión del universal pintor aragonés, Don Francisco de Goya y Lucientes. Así ocurrió y sigue ocurriendo con el problema de los mal llamados desahucios por impago de la hipoteca, que siguen in crescendo, pese a la timorata aprehensión del mismo por parte del Gobierno, con medidas que no acaban de resolver el problema, mas bien lo agravan, mientras el Ejecutivo sigue mirando para otro lado, llamándose andana.

Ahora, siguiendo el refrán de que el hambre se junta con las ganas de comer, ya llevamos una larga temporada con los enfermos de la hepatitis C, de los que unos 30.000, uno arriba, uno abajo, se encuentran en situación de extrema gravedad y al borde de la muerte, si no se les dispensan los nuevos fármacos aprobados: simeprevir, sofosbuvir y daclastasvir, que ya sólo viendo el nombrecito nos pueden dar una idea de su coste, que es lo que al Ministerio de Sanidad y, a través de éste, a las Comunidades Autónomas, les está frenando para empezar a recetarlo a mansalva y con carácter de urgencia de imperiosa necesidad. Ya dijo, la por entonces Ministra de Sanidad, Ana Mato, a quien Dios la conserve en su escaño por muchos años, hace meses, que dichos fármacos serían adquiridos por el Ministerio para su distribución y tal es el día y la hora en que los que se encuentran a la puerta del más allá están esperando con una paciencia que empieza a ser tediosa y angustiosa, mientras se siguen dilapidando cientos de miles de millones de euros en gastos superfluos o, por lo menos, no necesarios. Y mientras van cayendo presos de la Parca, el pasado 29 de Diciembre (y van ya para dieciséis días) el Secretario General de Sanidad anunció que entre 5.000 y 6.000 pacientes, quizás hasta 7.000, serían tratados con esos nuevos fármacos aprobados. Y los días,  uno tras otro, van pasando en espera de que las golondrinas vuelvan de nuestros balcones sus nidos a colgar, tal como nos aventurara Gustavo Adolfo Bécquer en unas de sus famosas rimas. Y como lo que interesa es seguir mareando la perdiz y, como siempre, hacer algo, para que parezca que algo se hace, sin hacer nada, el nuevo ínclito Ministro de Sanidad, Don Alfonso Alonso, que, por cierto, ha manifestado a los medios de comunicación que él no sabe nada de la hepatitis C, y yo me pregunto, que un tipo así, ignorante total de la medicina, al frente de un Ministerio como el de Sanidad, vital para la supervivencia de la población y la garantía de su salud, ¿qué coño pinta en tal Ministerio?; como decía, como interesa aparentar que algo se hace sin hacer nada, ahora sale por peteneras y crea un comité de expertos al frente de la hepatitis C, ya que según el Ministro, “tienen que ser los expertos quienes nos digan de qué manera, a quiénes y cómo hay que prescribir los nuevos fármacos”, lo que, con todos los respetos que me merece este Sr. Ministro, que, a la vista de lo visto, es ninguno, me recuerda la creación de una comisión en sede parlamentaria para discutir sobre si son galgos o podencos los que choricean a diario y esquilman la Caja Pública de Caudales, o lo que es lo mismo, también, el que ahora se esté estudiando incorporar al Código Penal, como delito, la financiación ilegal de los partidos, ¿es que no lo era ni lo será hasta que una norma penal lo recoja? ¿no regula el propio Código Penal las penas para quienes hurten y roben y defrauden y malversen caudales públicos y se apropien indebidamente de ellos, etc. etc.? Esto viene así recogido desde el Código de Hammurabi y miren lo que ha llovido hasta hoy. ¿Es que la hepatitis C es una enfermedad que ha aparecido ex novo en la sociedad?.

Y es que la cuestión es la pela, ¡acabáramos, amigo! Ya decía yo que aquí olía a chamusquina y no precisamente porque se estuvieran quemando una hornada de castañas o de bellotas en el fuego de una estufa o de una chimenea. El problema es que el Gobierno no quiere gastar, al menos, en esto. ¡Acabáramos, haber empezado por ahí! Vamos a ver: dicen desde la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C que, en España, existen alrededor de 30.000 enfermos afectados por la misma, uno arriba, uno abajo, como ya hemos indicado, y que la nueva medicación viene a costar por unidad, o sea, por persona, sobre los 50.000 euros, en total 1.500 millones de euros. ¿Ha de regatearse esta cantidad cuando estamos hablando de la vida o la muerte de 30.000 ciudadanos españoles? ¿Qué son 1.500 millones de euros en unos Presupuestos Generales del Estado cien mil millonarios? ¿Por qué se devolvieron antes de plazo, y aún por vencer, parte del rescate bancario, en total 1.300 millones de euros? ¿Para sacar pecho Rajoy y su Gobierno? Pues, ahora, que apechuguen y vean de dónde sacan esos 1.500 millones de euros que, no lo dudemos, será una de las partidas más bien invertidas que haya hecho este Gobierno. ¿Cuánto costó la repatriación de los dos misioneros infectados de Ébola, y eran solo dos, y que nuestro eximio Presidente del Gobierno justificó por la razón de que el Gobierno de España ha de velar por la salud y la vida de sus ciudadanos dentro y fuera de nuestras fronteras? Ahora, aquí y ahora, a los pies del mayor Don Tancredo que haya dado la historia, a diario, están muriendo ciudadanos de hepatitis C y se les deja abandonados a su suerte como perros. Pues que sepa este Gobierno que estas muertes recaen sobre las espaldas y las conciencias del Ejecutivo en Pleno y sobre el Partido que lo sustenta, el PP.

 Claro, que, como un taumaturgo de medio pelo, nuestro Presidente, en la reunión que el pasado viernes mantuvo en Toledo con la cúpula de su partido para empezar a hacer boca sobre las elecciones que se avecinan, enfáticamente proclamó a los cuatro vientos: ”ni un solo español al que un médico le prescriba un medicamento, se quedará sin ese medicamento. Eso lo dice el Presidente del Gobierno”. ¡Para creerle estamos!, partiendo de los antecedentes desde que iniciara el  recorrido de esta legislatura, que ha ido de jalón en jalón, mentira tras mentira, y más si observamos que los médicos, con carácter general, tienen “orden política” de no recetar o de recetar cuanto menos mejor, para aliviar el gasto sanitario. ¡Como para creerle! No obstante, siempre hay crédulos, más bien diría yo, interesados en que los demás nos creamos las palabras que brotan de la boca de un Presidente ya amortizado, como el Jefe de Opinión y Subdirector de ABC,  Jaime González, para quien “su promesa es una cuestión de honor, un juramento”, mientras pone a caer de un burro al Presidente de la Plataforma de Afectados por la hepatitis C, Mario Cortés, a quien considera un manipulado por la oposición para hacer sangre al Gobierno, cuando la sangre es la que se está derramando a diario mientras se dan largas cambiadas a la solución que el problema requiere y que, por lo apuntado, no hacen falta sabios ni expertos para aplicarla, y algo o, más bien, toda la razón está de  parte de la Plataforma cuando la oposición en general (PSOE, IU, UpyD y Podemos) y la generalidad de los ciudadanos con corazón y alma, claman porque, desde ya, se empiecen a dispensar los medicamentos eficaces, porque no me cansaré de repetirlo, no estamos ante una situación accesoria e indiferente y de aliño indumentario, sino ante una situación que enfrenta la vida contra la muerte.

 MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

14 de enero de 2015

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