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Es la educación, estúpido (y IV)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 30 de octubre de 2019, 04:49h
Es indudable que la excelencia exigible en el sistema educativo en general y, en particular, en el sistema universitario, en este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, hace aguas por los cuatro costados, y no parece que haya mucho empeño o intención de coger el toro por los cuernos y darle un vuelco, ¡sí, un vuelco!, que es lo que precisa nuestro sistema educativo en general y dejarse de zarandajas y consentimiento y taponamiento de las corruptelas, mediante un exhaustivo y férreo control e investigación acerca de los archivos que documentan la concesión de títulos, de cualesquiera orden que sean, a fin de depurar responsabilidades, donde las hubiere, y poner los puntos sobre las íes, con el objeto de devolver a la sociedad en general, y al alumnado, en particular, la confianza necesaria en un sistema educativo que tienda a la finalidad que justifica su existencia y sin andarse con medias tintas y paños calientes, caiga quien caiga. Lo demás, el hacer la vista gorda, el mirar para otro lado o el volverse de espaldas y llamarse andana, no contribuirán sino a depreciar y minusvalorar la educación en este país.

Y en concomitancia con esa investigación, llevada a cabo por un núcleo de personas independientes y de la máxima solvencia moral y científica, adoptar las medidas disciplinarias procedentes a fin de poder competir, en igualdad de condiciones, quienes se someten a las pruebas del doctorado o de los másteres. Por cierto, los másteres, bien puede decirse que han nacido como las setas tras la lluvia en tiempo otoñal, pues ya no se sabe muy bien cuántos existen y para qué sirven, pues sabido es que la proliferación de este tipo de ofertas no hacen sino que la calidad de los mismos decaiga y acaben no sirviendo nada más que para engordar la faltriquera de quienes se dedican a darlos.

Y desde luego, cuando salta a la luz pública alguno de los chanchullos que ya hemos visto aparecer afectando a políticos, personas públicas, que por su posición están obligados a dar ejemplo a los ciudadanos a los que exigen comportamientos morales hasta la extenuación, pero reglas que parece que para ellos mismos dejan resguardadas en el rincón del olvido, ya que se consideran, por el simple y mero hecho de haber sido elegidos en las urnas, dotados de un áura y aureola especial, casi divina, que les coloca por encima del bien y del mal, y no sería más ejemplar y gratificante para la ciudadanía que estos indigentes morales dieran un ejemplo dimitiendo de sus cargos, o caso, contrario, ser apartados por quien tenga la competencia y la autoridad sobre los mismos, a fin de que cunda la limpieza y la ejemplaridad entre los que están llamados a obligar a los ciudadanos a pasar a machamartillo por el cumplimiento de las normas legales. De estos últimos casos, sí puede considerarse una decisión encomiable y a servir de ejemplo, la dimisión de la Directora General de Educación Concertada Becas y Ayudas de la Comunidad de Madrid, Concepción Canoyra, aunque era obligada por el impulso que la nueva Presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, quiere imponer en la forma del comportamiento y moralidad de los nuevos políticos de su Gobierno, tendentes a limpiar de corruptela de las etapas anteriores en el Gobierno de la Comunidad. No así, de momento, se ha visto la misma decisión en el Presiente en funciones del Gobierno, el Pseudo-Doctor Sánchez, ni en el que fuera Presidente del Senado, Manuel Cruz, que han hecho mutis por el foro y se aferran al cargo de una manera vergonzosa y lamentable, lo cual es la diferencia con otros países en los que existe una verdadera y auténtica democracia, tales como Alemania o Francia, donde se han dado dimisiones o ceses recientes de varios miembros de sus respectivos Gobiernos por haber plagiado “un solo párrafo” en sus tesis doctorales, por lo que de poca ejemplaridad tiene la actitud del Presidente del Gobierno y del Senado, que parecen alentar y suscribir y apoyar, que la cosa siga erre que erre, tal como viene sucediendo, casi desde tiempo inmemorial, pues suena a hueco y falso las anunciadas medidas que se han lanzado a la luz pública por la Universidad Complutense de Madrid, y más aún, tras la declaración de la Universidad Camilo José Cela de que las tesis de Concepción Canoyra y la de su directivo, José Luis Málaga, Director de Carreras Profesionales y Emprendimiento de dicha Universidad, suspendido, de momento, de su puesto, de que en ambos casos se respetaron todos los trámites y que ambas tesis fueron correctas, por lo cual no se entiende la dimisión de la Sra. Canoyra. Y por si fuera poco y faltara más leña para avivar el fuego, ha salido a la luz un escándalo más en relación con las tesis doctorales, pues la juez que investiga el caso de los ERE, María-Ángeles Núñez Bolaños, resulta que también plagió en su tesis doctoral en el año 2017, doctorado al que se dedicó mientras el citado caso judicial dormía el sueño de los justos y comprobándose que también la judicatura hace de tripas corazón con tal de lucir en sus currículums un título más universitario, con el solo afán de sacar pecho y estirar el cuello y hacer sobrevolar sobre la ciudadanía lo listos que son, aunque sea fraudulentamente, en esa avaricia que tienen todos estos pájaros de lucirse ante la ciudadanía como prohombres dignos de un poder semejante al de Superman o Batman, cuando, en realidad, sus cerebros no dan más de sí y pudieran ser incluidos en las nueve cabezas que embisten, de las diez, a las que se refería Antonio Machado.

Mas no sabemos si estamos a salvo de este tsunami que amenaza, con llevarse por delante todo el entramado educativo y si es verdad que se va hacer acto de contrición, se van a confesar los pecados cometidos y se va a cumplir la penitencia, o más bien al contrario, nos abocamos a seguir despeñándonos por el precipicio del desastre. Y lo digo, por la implantación, a nivel europeo del llamado “ERASMUS”, en virtud del cual un alumno de un país comunitario puede cursar un año de carrera en otro país de la UE, lo que no deja de dejarnos, valga la redundancia, perplejos, porque es difícil pensar que un estudiante va a sacar matrículas o sobresalientes en otro país, con idioma y costumbres y hábitos diferentes, por mucho que ahora parece ser exigido dominar, al menos, básicamente, el inglés, lo que no es suficiente para que un alumno español, aunque sea en Italia, cursando un año de Historia del Arte, saque sobresalientes o matrículas, como así se puede demostrar, pues por mucho que estudie, por muy listo que sea, examinarse en un idioma desconocido o chapurreado, lo más que puede dar es para preguntar por el wáter, todo lo cual es un despropósito y un fraude, a la sociedad en general, a los estudiantes lugareños y a los del país de recepción, pues un alumno que se ha dedicado a viajar y a divertirse, o sea, a estar de juerga, vamos, un año sabático, va a superar en el currículum a estos últimos. Mas, una vez más, puede verse para qué sirve la UE, sino para poner en solfa a estas evidencias fantasmales y negativas, pero como todo lo que toca la Unión Europea, se considera tocado por la vara mágica de un hada, y sí o sí, cualquier proyecto, por espantoso que pueda ser tiene que triunfar, a fin de salvaguardar el culo de los gerifaltes de la UE en sus poltronas, y el pueblo tan contento, creyéndose los padres de los erasmistas que sus hijos son especiales y les ha tocado la gracia del Espíritu Santo, ¡Ay, si no cerraran los ojos, y vieran lo que han hecho sus hijos allende nuestras fronteras!

Y por si éramos pocos, va y parte la abuela con la propuesta de un nuevo “Erasmus” para estudiar la carrera íntegra cada año o curso en un país diferente de la UE, lo que ya es el dislate y el despropósito mayúsculos, incidiendo negativamente en la formación de los propios alumnos y salpicando a la sociedad a la que en el futuro deben prestar sus servicios, produciendo una especie de Frankensteins intelectuales originando el pavor y el terror entre la ciudadanía de a pie, por lo que habría que detener ese engendro, para el que ya se han habilitado ochenta y cinco millones de euros (poniendo los dientes largos a más de uno en espera de llevarse una suculenta tajada) que, en definitiva, será una partida tirada al cubo de la basura. ¿Vamos así a reformar y reforzar los sistemas educativos? No es de extrañar que los británicos estén hasta el gorro de la Unión Europea y quieran culminar el Brexit, por las buenas o por las malas.

MIGUEL-ÁNGEL VICENTE MARTINEZ
30 de Octubre de 2.019
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