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Este es el radar que está poco antes de llegar a Barrax, en la N-430.
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Este es el radar que está poco antes de llegar a Barrax, en la N-430.

El radar de la carretera de Barrax (Albacete), en la N-430, ejemplo del afán recaudatorio de la DGT

Por Marino Martínez
domingo 05 de enero de 2020, 21:58h

El radar de tramo en la recta de 16,4 kilómetros entre Casa Nueva de Acequión y Barrax multa sin tener en cuenta que puede haber adelantamientos

Hemos recibido en los últimos meses en nuestra redacción de Albacete Abierto un buen número de copias de multas recibidas por conductores que han pasado por la N-430, en el tramo que va de Albacete a la localidad de Barrax. Multas que en muchos casos llegan por velocidades que no son especialmente altas, varias de 105, alguna más entre esa velocidad y 120 y una por conducir a 98 kilómetros por hora. Sí, han leído bien, por ir a 98 kilómetros hora este radar también multa.

Los conductores deciden pagar la multa en la gran mayoría de los casos, de esta forma la multa de 100 euros sin sanción de puntos se queda en un pago de 50 euros. Eso inhabilita para recurrir la multa pero los conductores, enfadados y cansados de tanto despotismo de la DGT, las siguen pagando porque de lo contrario es un mínimo de 100 euros y posiblemente también algún recargo. Aquellos ‘valientes’ que lo han intentado saben que la resolución ni ha llegado ni se espera que sea pronto. La Asociación de Automovilistas Europeos Asociados ha denunciado que en estos radares de tramo se multa indebidamente, ha pedido la devolución del dinero y que se deje de multar, pero ninguna de las tres cosas ha tenido respuesta positiva por parte de la DGT.

En el recién terminado 2019 se bajó la velocidad máxima en estas carreteras nacionales de 100 y 90 kilómetros hora. La DGT defiende que hay menos accidentes desde entonces, una estadística que sus responsables saben que puede cambiar en cualquier momento y desde luego no depende de esa rebaja. En cambio muchos piensa, o pensamos, que detrás de esta rebaja en la velocidad máxima no hay más que un afán recaudatorio.

Este radar de tramo entre Casanueva de Acequión y Barrax es claro ejemplo de idea recaudatoria. Una recta absoluta, con dos mini curvas en los primeros 500 metros y luego es una recta con excelente visibilidad, solo hay un tramo muy corto de prohibido adelantar por un pequeño cambio de rasante, el resto es una simple recta, con total visibilidad en una carretera en buen estado y con buen arcén.

La razón del radar en ese tramo solo puede ser para recaudar, no para evitar accidentes ni ayudar a los conductores. Es más, los que están acostumbrados a pasar por esa zona y van más lejos, a Munera, El Bonillo, Ossa de Montiel o las Lagunas de Ruidera, lo que hacen es ir despacio en ese tramo y pasar en la mayoría de los casos de 120 en el resto de la carretera para ‘recuperar el tiempo perdido’, cuando además desde Barrax en adelante hay curvas muy peligrosas que sí invitarían a poner algún radar para reducir la velocidad.

Algunos conductores de las localidades mencionadas, Barrax, Munera o El Bonillo, entre otras, han intentado que sus respectivos ayuntamientos hagan algo por ellos, pero no han tenido suerte. Ninguno de estos ayuntamientos ha presentado, que sepamos, ninguna reclamación o escrito en la DGT en defensa de sus vecinos. Parece que les interesa más el voto que la defensa de sus vecinos. Además, en la mayoría de estas localidades tampoco brilla la regulación del tráfico y pese a ser localidades que no son grandes, en la mayoría de los casos está permitido aparcar en ambos lados y son de doble sentido, por lo que en ocasiones es difícil hasta transitar en coche.

No es el único

Según recuerda Automovilistas Europeos Asociado, el artículo 51 del Reglamento General de Circulación permite rebasar la velocidad máxima permitida al realizar un adelantamiento en las carreteras convencionales que no discurran por suelo urbano, pero la DGT no lo ha tenido en cuenta a la hora de programar los radares de tramo en este tipo de vías. Este radar de la N-430 es claro ejemplo del despotismo que hace la DGT de sus radares, que después de conocer diversos recursos de conductores multados indebidamente sigue multando exactamente igual que el primer día.

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