En estos días de pandemia y confinamiento en los que las malas noticias y la tristeza se sucede un día sí y otro también, encontramos momentos bonitos y emocionantes, que nos hacen recordar que el ser humano y sus sentimientos están por encima de la inutilidad que rige nuestros destinos.
Víctor celebró en la soledad de su casa su cumpleaños hace unos días. Está con su madre porque su padre se pasa buena parte del día y de la noche fuera ya que es uno de esos héroes anónimos que cada día se juega la vida ayudando a otros, es conductor de una ambulancia que cada día traslada a personas enfermas. Para Víctor su gran ilusión estos días era ver a su padre, Enrique, y a sus compañeros conduciendo sus ambulancias. Dicho y hecho, Enrique y sus compañeros decidieron darle una sorpresa a Víctor como regalo atrasado de cumpleaños. El chaval no podía estar más contento y las últimas horas las ha pasado comentando lo sucedido.
Este grupo de personas de ambulancias daba este homenaje a Víctor en su séptimo cumpleaños y también han estado homenajeando a un compañero que ha estado grave por coronavirus y ya está en casa.
Esta gente, como todos los sanitarios de hospitales y centros de salud y todas las personas que trabajan en estos centros, se están jugando la vida por personas a las que no conocen. Merecen el reconocimiento eterno de los demás, no solo ahora, también cuando todo esto pase, porque han sufrido y sufren la incompetencia de un gobierno que les ha expuesto a la enfermedad sin medidas de seguridad mínimamente dignas.
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