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Un gobierno fuera de la ley (XX)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 10 de junio de 2020, 12:18h

SOBRE LA LEGITIMIDAD: Repiten los meapilas, con insistente retintín, que huelgan todas las críticas a este llamado, por ellos mismos, Gobierno Progresista de España, que es un Gobierno Legítimo, por el mero hecho de que se basa o fundamenta en que ha salido o, más bien, han sido elegidas todas las facciones que lo integran (PSOE Y Podemos), amén de las que lo sustentan (PNV, ERC, Bildu y demás escoria parlamentaria) en unas elecciones libres y sin sombra de sospecha alguna de pucherazo. Y cierto es, que hasta ahí, tienen razón, aunque solamente en cuanto al aspecto o ámbito formal. Y cierto es también, que aquel Gobierno Alemán encabezado por Adolf Hitler, también nació de la concurrencia de unas elecciones libres y democráticas, sin mácula, igualmente, de sospecha alguna en cuanto a su legitimidad. Por tanto, tan legítimo es este Gobierno Progresista de España, como lo era el Gobierno de la Alemania de 1.933 encabezado por el Führer, y aun este, gozando de esa pretendida legitimidad, acabó convirtiéndose en un Gobierno autocrático, totalitario y despótico, en su afán de expandirse por toda Europa, entrando a saco en países ajenos con el propósito del dictador nazi, en su pretensión de crear el Tercer Reich, el de los MIL AÑOS de existencia, originando la Segunda Guerra Mundial, amén del Holocausto judío, en los guetos llamados campos de Concentración, de infausta memoria para los que pudieron salir de allí con vida y para los coétaneos que los conocieron y los contemporáneos, que no podemos sentir sino un hálito de espanto y terror ante las escenas que en aquellos infaustos lugares se desarrollaron, muchas de ellas, o todas, increíbles e incomprensibles en una cabeza normal. Y todo ello, nació de un Gobierno Alemán Legítimo, bendecido por las urnas, las cuales llevaron en volandas a Adolf Hitler a la Cancillería, laminando poco a poco a la oposición, incluso con ejecuciones a cara descubierta, hasta que, mediante un plan de zapa constante, tenaz y perseverante, llegó a hacerse con todos los resortes del poder, instaurando, como digo, el inicio del Tercer Reich, aniquilando a todo aquél que se pusiera en medio de su camino para entorpecer sus despóticas pretensiones, y germen de esa terrible Segunda Guerra Mundial, que sumió al mundo en un estado de penuria, miseria, pobreza y tristeza inimaginables e impensables. Y cabría preguntarse, ¿cómo es posible que ese demoníaco ser avanzara en sus terroríficos planes, sin que nadie a su paso opusiese reparo alguno y dejándole hacer con las dos manos libres para disponer de la vida y la hacienda de millones de seres? Legítimo sí, efectivamente, el Gobierno de Adolf Hitler, en su plan formal, pero efectivamente ilegítimo y criminal en su fondo, dada la deriva que el mismo fue tomando nada más acceder al Poder Absoluto, y sin que, por su origen legítimo en la forma, se justifique que nadie debiera o hubiera podido enfrentarse al mismo al gozar de las prerrogativas de ese origen formal legítimo, y del que hoy nadie, con la cabeza en su sano juicio, sea capaz de defender y reconocerlo como tal. Repito, legitimidad formal, pero sobre todo y ante todo, legitimidad de fondo, pues el Gobierno salido de unas elecciones libres y democráticas, ha de velar, en primer lugar, por el cumplimiento estricto y taxativo de la ley a la que está sometido desde su primer minuto y como el primer obligado, y en segundo lugar, gobernar para el total conjunto de la ciudadanía del país en cuestión, y no hacerlo para los de su cuerda y dejando en la estacada a quienes no inclinan su cerviz ante el tirano, porque, en definitiva, un Gobierno que acaba haciendo de su capa un sayo y se salta la ley a la torera, buscando siempre el beneficio propio o el de sus adláteres, corifeos, acólitos, paniaguados y mamandurrieros, acaba en el estadio de la tiranía, pues en vez de perseguir el interés general y el bien común de la comunidad en general, valga la redundancia, acaba dinamitando las bases y principios fundamentales de la democracia y acaba arrasando y contraviniendo los derechos fundamentales de las personas.

Y es aquí, donde retomo el asunto respecto del autollamado Gobierno Progresista de España que, desde sus albores, pilotado por el tándem Sánchez-Iglesias, o sea, por el Pseudo-Doctor-Sánchez, alias “Pinochón” (un Falcon para él y su señora y otro para su nariz) y Pablito Iglesias, alias “El Jorobado de Notre Dame Español”, o también “El Chepas”, nacido con el apoyo de la escoria parlamentaria (ERC, PNV, Bildu, etc.), y con una indisimulada intención de acabar con La Transición y con la Constitución Española de 1.978, con la aviesa, torticera y temeraria pretensión de constituir un Estado basado en la doctrina comunista-marxista, leninista-estalinista, que tanto daño ha hecho a los países sobre los que impuso su bota, hoy gracias a Dios liberados de ese mal sueño, y que aún sigue vigente en países caracterizados por la penuria, la pobreza y la miseria y la exclusión de los derechos fundamentales de los ciudadanos, instaurando una democracia bananera, estilo o tipo de la bolivariana de Venezuela, y sin que sirva para nada el ejemplo de un sistema que ha sido abolido del mundo civilizado y más aún en una Europa que, precisamente, para evitar otros salvadores de la patria, ha fundado la Unión Europea, basada en los principios fundamentales del respeto a los derechos y libertades de sus ciudadanos, sería tal como ir para atrás, como los cangrejos, y, por si fuera poco, viéndose ya la deriva y rumbo que iba tomando este Gobierno Progresista de España, nacido de un pacto espurio y diabólico, más entre dos personas, el Pseudo-Doctor-Sánchez (que anhela, ante todo y sobre todo, seguir cagando en la Moncloa, caiga quien caiga) y Pablito Iglesias (ahíto de gloria y soberbia, que vemos cómo predica con el ejemplo, casoplón al canto y acaparamiento de sueldos por aquí, por acá, por allá y por acullá), que entre dos partidos, PSOE y Podemos, que aupados al Poder Absoluto de España, por esa escoria o basura parlamentaria, y que ha encontrado una ocasión de oro en la pandemia originada por el coronavirus, que ya hemos comprobado lo que les preocupa el número de muertos que ha causado, aún hoy, sin saberlo a ciencia cierta, pasando probablemente de los 50.000, con un baile de cifras, de sumas y de restas, que hieren la sensatez del más pintado, y así un día tras otro, aguantando esta tormenta infernal, con ruedas de prensa y comparecencias a los efectos de conseguir más bombo y platillo para unos gobernantes que, dadas sus escaramuzas y sus improvisaciones, imprevisiones y engaños, ya hace tiempo que debieran estar en chirona, aunque por la puerta asoma la posibilidad de tal, dadas las innumerables denuncias y querellas que ya empiezan a deslizarse por los foros judiciales y que habrían de prosperar si imperara la firmeza y la tenacidad de la Juez del Juzgado 51 de Madrid, Rodríguez-Medel, que investiga la responsabilidad del Gobierno de España, aunque lo sea por la persona interpuesta del Delegado del Gobierno en Madrid, José-Manuel Franco, sobre las consecuencias de la Manifestación del 8-M, y otras, en la expansión del coronavirus en el país.

Indiscutiblemente, hay Ministros o Ministras, aunque no siempre coincide la denominación con el sexo que profesan, a los cuales o “cualas”, que diría la Ministra de Igualdad, Irene Montero, bendecida por la Vice-Primera, Carmen “Calva Poyata”, que se consideran como ejemplares en el cumplimiento de sus responsabilidades, tales son el caso, pongo por caso, y valga otra vez la redundancia, la Ministra de Justicia, Margarita Robles, o la Ministra de Economía, Nadia Calviño, que, quizás, sea cierto que sean unas lumbreras y muestren un comportamiento educado y sensato, mas no hay que obviar que, incluso, ello, las hace más culpables, al no resistirse a formar parte de este Gobierno, pues no hay que olvidar que las decisiones del Gobierno de España son colegiadas y vinculan a todos los miembros del mismo. Por tanto, ¿qué hacen ahí esas señoras, tragando sapos y culebras? Como dijera Edmund Burke: "Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada".

MIGUEL-ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

10 de Junio de 2.020

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