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La dictadura europea

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 31 de octubre de 2018, 04:53h

Si alguien se creía que la llamada UNION EUROPEA, tal como está pensada y pergeñada, iba a ser la Caja de Pandora o la fórmula de Fierabrás, que sumiría a todos sus Estados miembros en una especie de nirvana merengoso, en un éxtasis de equilibrio, bondad y bienaventuranzas, bien podría ir poniendo sus barbas a remojar, teniendo en cuenta que la cabeza de la hidra engendrada, empieza a manifestarse tal como es, o sea, como un Gobierno autocrático que trata de imponer sus normas a ultranza y manu militari y que amenaza con hundir en la miseria a todo aquél que tenga la tentación de oponerse a sus dicterios, los cuales no se dirigen al bienestar de la ciudadanía en general, sino en mantener con mano de hierro una Unión que sólo sirve los intereses del “Dinero Apátrida”, tal como expresa Juan Manuel de Prada, y que ya dio muestras sobradas durante el largo decenio (y lo que te rondaré morena) en que nos sumió la crisis económica, convirtiendo en un grandísimo porcentaje, a la población en general en un estado de “pobres de solemnidad”. A ello avocaron las férreas normas y exigencias de “austeridad”, implementada en los recortes, ajustes y pérdida de derechos llevada a cabo por los distintos Gobiernos de los Estados de la Unión, impulsados y con el beneplácito de la teutona, Frau Angela Merkel, (por cierto, hoy en horas bajas, ante los descalabros de su partido y del de sus socios en las recientes elecciones federales de Hesse y Baviera, que le han incitado a no presentarse a reelección en su partido, la CDU, después de veinte años dando la murga), que puso como bandera de su actuación el control del déficit, aunque para ello hubiera que arrojar a la indigencia, a la pobreza, a la miseria o, incluso, al cementerio, a miles, por no decir millones más bien, de ciudadanos de esa Unión de la que tanto se vanaglorian los mandamases que viven a cuerpo de rey a costa de los ciudadanos de esos Estados, engañados con el mantra de ofrecerles el paraíso terrenal, preludio del cielo celestial, y que han caído, como no podía ser de otra manera, en el engaño a la manera como acuden las abejas a un panal de rica miel, y por poner una comparanza que aún nos suena a los españoles, como acudieron los miles de damnificados a la suscripción de las preferentes u otros activos que constituyeron la causa de su ruina.

En ese afán de servir a su señor, es decir, al “Dinero Apátrida” que expresa Juan Manuel de Prada, se pusieron todos los medios y mecanismos, para engordar la faltriquera de los señores del Dinero, a costa de arrasar los Estados, cargándose fundamentalmente a la clase media que, desde tiempo inmemorial, constituía la base de las economías nacionales, léanse las pequeñas y medianas empresas y los autónomos, arrastrando a las colas del Desempleo a miles de trabajadores y a las de Cáritas y otras ONGs con denominación de origen calificada, a fin de poder obtener el mínimo alimento para poder sobrevivir, mientras aquéllos hacían tabla rasa y engordaban sus faltriqueras, como hemos dicho, o sean, sus cuentas corrientes bancarias, hasta límites insospechados, con el beneplácito de los Gobiernos gobernantes, integrados todos, sin excepción, por una cohorte de calzonazos y sumisos, a los dicterios y proclamas de la nueva Káiser europea, en ese afán, ínsito en su ADN, de los alemanes, de acabar dominando Europa, lo que, tras dos grandes fracasos que dieron origen a la Primera y Segunda Guerras Mundiales, al parecer, lo han conseguido en este siglo XXI, sin Guerra Armamentística, pero sí en una guerra de constante y galopante asfixia de las economías nacionales, a base de los ya mencionados recortes de los ciudadanos, muchos de ellos, fundamentales, y ese nuevo mapa de angustia, pobreza, miseria y ruina, causando, quizás, más cadáveres que los que en ambas guerras juntas se contabilizaron.

Pero, para ello, y tras convencer a los demás países europeos de la bonanza de sus intenciones, se erigió la Nación de Naciones que constituye la dicha Unión Europea, en la que, a modo de una secta cualquiera, cuando has entrado en ella es imposible o, por lo menos, dificilísimo, abandonar, que es lo que le ha pasado y le está pasando al Reino Unido, que, tras haberle visto las orejas al lobo, decidió iniciar el camino del despegue de una Unión que, aunque respecto de ella no había podido acabar con su moneda, la libra esterlina, sí tendía a hacerlo a corto plazo y sobre todo a succionar la soberanía de un país, singular y con el orgullo hasta la muerte, dando el paso definitivo para desengancharse como el que se desengancha de su adicción a la droga, y es por lo que los mandamases, esa Comisión de la Unión, trata, por todos los medios, de ponérselo al filo de lo imposible, a fin de que sirva de ejemplo y escarmiento para todo aquél otro miembro integrante de la Unión que quiera seguir los pasos de los británicos o, simplemente, levante la voz.

A punto estuvo de suceder una nueva separación con Grecia, cuando se tiraron las Instituciones Comunitarias sobre el cuello y al degüello del entonces Ministro de Economía Heleno, Yanis Varoufakis, consiguiendo a fuerza de extorsión aplacar la ira del Gobierno griego de Tsipras por entonces.

Pero, la cosa puede ir a más, pues reciente tenemos el ejemplo de Italia, el país más euroescéptico de los que perviven en la Unión, y en el que el 56% de la población estaría a favor de abandonar la misma. Por ello, quizás, y para apagar (que yo diría que, más bien, sería para avivar) ese fuego incendiario, la Comisión, por primera vez en historia de la Unión, ha rechazado de pleno los Presupuestos italianos para el año 2.019, lo que provocó que el eurodiputado de la Liga Norte, Angleo Ciocca, utilizara uno de sus zapatos (“con suela made in Italy”) para pisar simbólicamente las notas y papeles del vicepresidente de La Comisión, Vadis Dombrovskis, y del Comisario de Economía, Pierre Moscovici, que acababan de anunciar la medida en la sala de prensa del Parlamento Europeo de Estrasburgo. Y todo, porque el actual Gobierno Italiano (“esa extraña combinación de nacional populistas de la Liga y de demagogos del Movimiento 5 Estrellas”, así se expresa en el Editorial del Diario ABC del Pasado 24 de Octubre, como si los citados no hubieren obtenido sus escaños en unas elecciones libres, democráticas y legales, sólo que cuando no sale lo que uno espera, arremetemos contra los mismos y los tratamos como apestados, y como si no fuera la causa de la emergencia de esos movimientos el pasotismo, la inepcia, el entreguismo y la sumisión de quienes se creen en posesión de la verdad absoluta y se erigen en árbitros de la elegancia y de lo social y políticamente correcto, o sea, de los típicos calzonazos que venden su alma al diablo sin escrúpulo alguno), cumpliendo con su obligación de gobernar para sus ciudadanos, o sean, los italianos, y, asimismo, cumplir con sus promesas electorales (obligación tan olvidada por quienes en otros países, entre ellos España, tras ganar unas elecciones, las arrojan al cubo de la basura y si te he visto no me acuerdo, utilizando dichas promesas, no como un fin, sino como un medio para entronizarse en la poltrona), tales como adoptar medidas drásticas para combatir la precariedad laboral, para tratar de frenar la deslocalización empresarial facilitada durante las últimas décadas desde Bruselas, implementar el subsidio de desempleo, rebajar los impuestos y hacer la contrarreforma de las pensiones, rebajando la edad de jubilación, entre otras, para lo que el déficit se situaría en el 2,4%, aún por debajo del 3% exigido por la Unión Europea, mas atacando al Gobierno italiano porque la deuda pública, en vez de reducirse, aumentaría. No es de extrañar que el Vicepresidente y Ministro del Interior del Gobierno italiano, Matteo Salvini, con un par, haya declarado que “Bruselas no está atacando a un gobierno, sino a un pueblo”, con más razón que un santo, y a lo que el Vicepresidente de la Comisión Europea, Vadis Dombrovskis, ha contestado con una metáfora: “La Eurozona está construida sobre estrechos lazos de confianza… Si la confianza se erosiona, todos los Estados miembros se ven perjudicados, nuestra unión se ve dañada”, porque a ver quien se cree la existencia de esa confianza, cuando todo quisqui juega al despiste y se clavan el cuchillo por la espalda.

Pues bien, ahí tenemos un Gobierno, el italiano, que se faja por sus ciudadanos, contrariamente a lo que ocurre en este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, en el que los Presupuestos del Gobierno, con el Sr. Sánchez a la cabeza, presentados a la misma Comisión, en principio, no han sido rechazados, en base a las addendas aportadas por el Ejecutivo Español, entre otras, la desorbitada propuesta de subida de impuestos (como siempre, con la demagogia de subírselos a los “más ricos”), amén de la subida de las bases máximas de cotización a la Seguridad Social, entre un 10% y un 12%, distrayendo del mercado entre 1.467 o 1.760 millones de euros a las empresas, y a los trabajadores entre 285 y 342 millones de euros, anuales, sin contar la pretendida subida a los autónomos con la milonga de ofrecerles unas mejores prestaciones, a sabiendas de que el autónomo no puede darse de baja a no ser que eche la persiana a su negocio o saliendo con los pies por delante del mismo, y, además, engañando a Bruselas con una carta en la que afirmaba que la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), avalaba su plan presupuestario. Típica jugada y argucia, en un país, como España, de trapaceros, tahúres, pícaros y sinvergüenzas.

Pese a haber hecho dejación de las soberanías nacionales, en un acto vergonzoso y traicionero, y ponerlas en manos de la Europa de Merkel, aún hay Estados miembros de esa entelequia infumable que es la Unión Europea, como Italia (pese a ser catalogado por los medios de comunicación españoles, de populistas y demagogos, ¡benditos populistas y demagogos!), que acceden al Poder para servir a sus ciudadanos, y no como ocurre, contrariamente, en España, con unos Gobiernos que acceden al Poder para servirse a sí mismos. Esa es la gran diferencia y así es como no luce el pelo.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

31 de octubre de 2018

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