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A propósito del consumo

Por Miguel López Valles
martes 05 de mayo de 2015, 15:18h
Miguel López Valles
Miguel López Valles
No se trata de consumir más sino de que consuma más gente
Este mundo endemoniado y superficial que nos hemos dado la clase media y alta de occidente, o escarmienta, o será escarmentado.
No podemos vivir para satisfacer nuestros sentidos y arrinconar sentimientos y cerebro para que simplemente escuchen -sin reflexionar- el primer cuarto de hora de cada noticiario.
Hemos de implicarnos si no queremos que nuestra sociedad cruja como las placas tectónicas que periódicamente se llevan miles de vidas por delante sin que nada ni nadie pueda detenerlas.
Hace unos días, un buen amigo se lamentaba al recordar cómo fuimos capaces de hinchar hasta que reventara la burbuja inmobiliaria que todos y cada uno de los españoles sabíamos que teníamos debajo de nuestros traseros y que haría saltar por los aires nuestra economía.
Y sin embargo no aprendemos. No aprenderemos nunca.
Ahora nos dicen que hemos de estar contentos porque el consumo interno vuelve a tirar de la economía, y todos nos mostramos más favorables al gasto. Incluso creemos que es una obligación patriótica. Un deber para levantar el país.
Craso error una vez más. No se trata de que los que pueden gasten más, sino de invertir en que más gente pueda acceder al comercio básico.
Antes hablaba de la clase media y alta de nuestra sociedad. Créanme todos si digo que creo ciegamente en ella si la consideramos individuo a individuo, pero colectivamente y aunque le reconozca buena parte de la responsabilidad de tirar del carro, desconfío de ella porque creo que se mira demasiado al espejo para estar guapa, y demasiado al ombligo para sentirse satisfecha.
No podemos sentirnos satisfechos al comprobar que nuevamente volvemos a consumir sin grandes preocupaciones. Nuestra responsabilidad no es consumir más. En la parte alta de la pirámide social, todos tenemos mucho más de lo que necesitamos y por tanto, repito, nuestra verdadera responsabilidad es que sea mucha más gente la que tenga acceso al consumo básico, y no consumir nosotros.
Para que crezca nuestra sociedad no ya en volumen sino en justicia, en solidaridad, en igualdad, en libertad, lo realmente imprescindible es que haya más gente que acceda al consumo, y si en lugar de hablar sólo del suelo patrio lo hacemos de la aldea global, con más responsabilidad aún hemos de pretender que haya mucha más gente que acceda a los alimentos y los bienes de primera necesidad.
En los momentos más álgidos de esta crisis que aún no nos ha abandonado, buena parte del empresariado empezó a mirar allende los mares y a colocar sus productos en otros países. Ese es un camino sin retorno que debe hacernos protagonistas de un avance generalizado. Eso es mirar hacia el futuro pues para nada implica un debilitamiento de nuestra economía sino muy al contrario una mejoría en nuestra maltrecha balanza de pagos.
Estamos sin duda en el mejor enclave geográfico para convertirnos en suministradores, asesores, promotores, colaboradores, etc…, del continente menos desarrollado del planeta.
Si ayudamos a los africanos a salir del pozo en el que están metidos, estaremos dando trabajo aquí y allí, estaremos mejorando el nivel de vida de aquí y de allí. Nuestras empresas, las que inviertan en tan monumental mercado podrán dar trabajo a ambos lados del estrecho. Estaremos resolviendo en parte el problema de la emigración.
Eso sí que serían buenas noticias: “España se convierte en el primer proveedor de África”. Sin embargo mucho me temo que no será así. Ni siquiera Europa lo será, sumida en sus propios errores y mirándose como decía antes al espejo; al ombligo. Levantando altos muros para que quienes podrían ser la solución de nuestros problemas nos miren con recelo y terminen por derribarlos hagamos lo que hagamos.
Tomémonos nuestro tiempo, reflexionemos sobre estos temas y obremos en consecuencia. Seamos consumidores responsables. Facilitemos el acceso al consumo de la parte baja de la pirámide. Es responsabilidad de todos.
Alguien muy cercano me dijo un día: “Si no consumimos, nuestras empresas cerrarán y nuestra economía se vendrá a pique”. Aquel día compré dos bufandas y dos pulseras. 
A veces no sé lo que hago. A veces no sé lo que digo.
Albacete, 5 de mayo de 2015.
Miguel López Valles
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