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Esto, hay que pararlo (I)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 03 de junio de 2015, 02:29h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Es cuestión de sobrevivencia. Es urgente, apremiante, necesario, imperioso, inaplazable, inexcusable. Hay que decir que hasta aquí hemos llegado. Hay que proclamar: ¡Basta! Y ello, si queremos seguir sobreviviendo, si queremos seguir siendo personas, ciudadanos de un Estado de Derecho que se basa en una Constitución, aunque ya hemos comprobado en numerosas ocasiones que ésta hace aguas por todos sus costados, no por sí o por fuerzas extraordinarias de la naturaleza, sino por la infame, temeraria y  delictiva acción de quienes nos han ido gobernando a lo largo de estos casi cuarenta años de Democracia, dicen, la cual, no oculta y taimadamente, sino descaradamente, a pecho descubierto y con un morro que se lo pisan, han ido laminando hasta, prácticamente, dinamitar la separación de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial, columna vertebral de un Estado de Derecho), haciendo recaer la soberanía nacional, no sobre el pueblo español (tal como proclama el artículo 1.2 de la propia Constitución), sino sobre los distintos Gobiernos (el Poder Ejecutivo) que se han alternado en la gobernanza del país y, por ende, sobre los Partidos Políticos que han aupado y sustentado esos Gobiernos, haciendo de su capa un sayo, tomando a los ciudadanos por tontos, tomándoles el pelo y haciéndoles comulgar con ruedas de molino, lo que ha propiciado la enorme corrupción, tanto ética, como moral y económica, por lo que, verdaderamente, no tenemos más remedio que dar la razón al dicterio del otrora Vicepresidente del Gobierno, Don Alfonso Guerra, de que a España “no la iba a reconocer ni la madre que la parió”, y yo añado, que tampoco la reconocen ya “ni el padre ni los abuelos paternos ni los maternos”. Y así, con una dictadura partitocrática, que es el auténtico y verdadero sistema de Gobierno que ha imperado e impera en este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, ha venido imponiéndose desde que se promulgara la Constitución de 1.978, un texto que ya hemos visto que no ha servido  para imponer el sistema constitucional, valga la redundancia, y sí para el sostenimiento de una “casta política” que se ha creído en posesión de todos los derechos habidos y por haber, imbuidos de un aura divina, creyéndose nacidos sin mácula de pecado original, y cuya única misión, si nos fijamos un poco o rascamos la capa de pintura constitucional, no ha tenido otra misión que putear al pueblo español, a los ciudadanos de a pie, por el que sienten una verdadera, auténtica y demostrada aversión. Por eso, causa extrañeza que, de un tiempo a esta parte y sobre todo a partir de la irrupción de Podemos, la fuerza política que lidera Pablo Iglesias y surgida del movimiento del 15M, casi toda la prensa y medios de comunicación en general, adictos al poder, obedeciendo órdenes, machaquen, un día sí y otro también, con la República Bolivariana de la Venezuela de Maduro (antes de Chávez), poniéndola a caer de un burro y siendo la comidilla de columnas de opinión y de no opinión y de las tertulias (que no digo yo que sea un sistema de gobierno recomendable y en el que no dejen de vulnerarse los derechos fundamentales), sin que ante lo nuestro, lo que nos duele en nuestro día a día, nos pongamos una venda y sigamos glorificando y magnificando el extraordinario destino que nos depara lo que, burda y equivocadamente, damos en llamar Democracia y Estado de Derecho. Por cierto, que sobre éste último, Estado de Derecho, nos referimos ya a él a secas, tal cual, y le hemos amputado los otros dos adjetivos que lo definían, al menos, formal y gramaticalmente, o sea, “Democrático y de Bienestar Social”, y es que, a la fuerza ahorcan, y ya vamos asumiendo que lo de Democrático está de más y lo del Bienestar Social ha pasado a la historia, si es que alguna lo fue, ante las políticas que se han seguido en este país, que lo han dejado para los restos hecho unos zorros y sumido en la pobreza, la miseria, la ruina, el horror y el espanto, aunque Fray Mariano Rajoy y Sor Soraya Sáenz de Santamaría canten el Miserere y se flagelen diariamente con el mantra de la recuperación, del no rescate, de la no recesión y del no paro, mas salvo para un ciego, y tampoco, porque la realidad social se palpa aunque no se haga constar en el sistema Braille, no podrán hacer tragar bola o rueda de molino de tal tamaño más que a sus adláteres, acólitos, corifeos paniaguados y mamandurrieros, y no porque lo sientan de esa manera, sino porque de su “amén” depende la mamandurria, la sinecura, la prebenda, la canonjía, la bicoca, el privilegio, el beneficio o el momio de los que pende su olla de lentejas o de judías o de garbanzos y no está el patio como para hacer tonterías (como dice y repite hasta la saciedad mi loro Oliver, Oli para los amigos) y ponerse en la acera de enfrente de aquella en la que se aposenta el poder.

MIGUEL-ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

3 de JUNIO de 2015

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