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Sobre lo decente y lo indecente (II)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 30 de diciembre de 2015, 00:07h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

En fin, que respecto del cumplimiento del programa electoral, aunque al final haya querido, por motivos electorales y no por convicción y mirando por el bien de los españoles, sacar la pata con una mini rebaja del IRPF y la devolución, a plazos, de la paga extra confiscada a los funcionarios en 2.012, lo cierto es que esa mini rebaja se ha diluido con la reforma de los incrementos patrimoniales en renta, que suponen una estocada en todo lo alto a las maniobras de los contribuyentes, especialmente cuando hablamos de transmisiones de inmuebles, particularmente de donaciones, en cuyo caso díganme Vds. dónde está la ganancia patrimonial del donante, al haber desbaratado el Sr. Montoro (sí, ese señor que el PP esconde cuando hay elecciones y que a punto estuvo de crear un cisma en Madrid al colárselo a Esperanza Aguirre por la lista electoral de la capital, y al que ésta no quiere ver ni en pintura) la regulación atemperada con los índices correctores y los coeficientes de abatimiento, vigentes hasta la reforma que el Sr. Ministro de Hacienda tuvo a bien liderar, que existía anteriormente, contraviniendo uno de los principios básicos en un Ordenamiento Jurídico y sancionado por la Constitución Española que, en su artículo 9.3 proclama que “La Constitución garantiza... la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales, ...”, mas ya sabemos cómo ha gobernado el PP en esta última Legislatura, a caballo desbocado, basado en su inmensa mayoría absoluta, a base de Decreto Ley, hurtando a las cámaras legislativas el debate y, fundamentalmente, haciéndolo en contra de los intereses de los españoles. Amén de la implantación de nuevos impuestos, tales como el 20% sobre los premios de las loterías (amén, de otros de cuyo nombre no quiero acordarme), que nació con carácter temporal y como siempre cuando conviene al Gobierno se queda per saecula saeculorum, amén. Por cierto, el Gobierno del Sr. Rajoy, sustentado en la mayoría absoluta del PP, ha batido el récord en legislar a base de Decreto Ley, o sea, de manera arbitraria y pasándose por el arco del triunfo el artículo 86 de la Constitución Española, según el cual: “1. En caso de extraordinaria y urgente necesidad, el Gobierno podrá dictar disposiciones legislativas provisionales que tomarán la forma de Decretos-leyes y que no podrán afectar al ordenamiento de las Instituciones básicas del Estado, a los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos regulados en el Título I, al régimen de las Comunidades Autónomas, ni al Derecho electoral general”, convirtiendo en regla general lo que nuestra Carta Magna permite como excepcional y solamente para los casos de “extraordinaria y urgente necesidad”.

Otro momento en que el Sr. Rajoy debió haber dimitido es el ya lejano expediente sobre el extesorero del PP, Luis Bárcenas, que en sus papeles deja demostrado el cobro de sobresueldos por la cúpula pepera, en sobres o en cajas de puros,  por más que lo nieguen por activa y por pasiva, en público o en privado, en España o fuera de ella, y, sobremanera, cuando salieron a la luz pública los mensajes, vía SMS, de nuestro Presidente del Gobierno dándole ánimos e instándole a “sé fuerte, Luis...”, siguiendo impasible nuestro avezado Don Tancredo, que ni se inmutó, y eso que tiene a los tres últimos ex tesoreros del Partido imputados. Pero, para el Sr. Rajoy, como quien oye llover. Y si a ello unimos la destrucción de los discos duros de los ordenadores del Sr. Bárcenas, antes de entregárselos a la Justicia, que entró en la Sede del PP como quien entra en la guarida de unos delincuentes, es ya para equiparar poco menos a este Gobierno con el de Maduro en Venezuela, como una república bananera más.

Y para rematar, la prueba palpable del pago, al menos de ochocientos mil euros, en B, o sea, en ese dinero negro que tan ansiosamente persigue el Sr. Montoro, por la reforma de la Sede de Génova, pagados al estudio de arquitectura que se encargó de la misma, haciendo recaer la culpa sobre los arquitectos, mientras el (Gollum español), o sea, el Sr. Montoro, se ha salido con la suya, publicando la lista de morosos a la Hacienda Pública, en un intento de que sirva de escarnio y, poco menos que de lapidación, de los que la integran y a ver si logra que la ciudadanía, convertida en masa cretinizada, tal como la denomina Juan Manuel de Prada, los devora, como Saturno devoró a sus hijos.

Y por no extendernos más, sólo mencionar el último escándalo descubierto por el Diario El Mundo afectante a las comisiones que nuestro embajador en la India, Gustavo de Arístegui, en connivencia con el diputado por Segovia, Pedro Gómez de la Serna, le sacudían a las empresas españolas que contrataban con empresas o autoridades del Asia y del África Tropical, en ejercicio de un tráfico de influencias escandalosas, prohibido por el ordenamiento jurídico y por la moral,  lo que ha llevado a la dimisión del diplomático y al escondite del aspirante a diputado durante la campaña a las elecciones generales del 20 de diciembre, y que ya lo es por la circunscripción de Segovia y que, quizás, esté esperando para dimitir, tal como su propio partido le impele, a que el gallo cante tres veces, pues, ni corto ni perezoso, ha sido uno de los seis diputados electos que se ha presentado el primer día, en el Congreso de los Diputados, por medio de Procurador de los Tribunales, a retirar la pertinente credencial.

En fin, díganme Vds. si con estos mimbres el Sr. Rajoy encaja en la definición de persona “decente” o de persona “indecente”, tal como se define en el Diccionario de Uso del Español, de María Moliner, hecho constar al principio de este artículo, en la entrega I.

MIGUEL ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

   30 DE DICIEMBRE DE 2015

 

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