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Amor y Generosidad, ¿son sinónimos?

Por Miguel López Valles
domingo 20 de marzo de 2016, 10:53h
Miguel López Valles
Miguel López Valles

“AMOR”, posiblemente la palabra que más equívocos provoca y que con demasiada frecuencia es aplicada a conceptos que distan mucho de lo que yo siempre entendí como el auténtico significado de la misma.

Por amor se mata, por amor se muere, con el pretexto del amor se juega para mezclarlo con la patria, con la religión –a menudo para provocar y enfrentar a gentes de buena voluntad-, con la coartada del amor se profieren todo tipo de reproches a quien presumiblemente se quiere.

Quizá algunos ejemplos sobre indudables casos de AMOR, con mayúsculas, nos ayuden a aclararnos sobre el verdadero significado que doy a la palabra.

El primero, no por ser un clásico deja de ser el paradigma de lo que todos pensamos cuando utilizamos tan manido vocablo. Me refiero al amor de la madre y del padre por sus hijos. Sin duda, este sentimiento no tiene condicionamiento ninguno y es tal que  siempre se mantiene inalterable.

Tenemos otros ejemplos de gente que nos ha enseñado a amar. Me refiero a personas como la Madre Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, Martin Luther King,… y tantos otros.

“Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano” decía Martin Luther King y demostraba con eso su amor por los suyos.

“Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada” era uno de los mensajes que Nelson Mandela acostumbraba a lanzar en sus discursos y que prueba el amor por su nación y por los más desfavorecidos.

“No permitas jamás que alguien venga a ti y se aleje sin ser mejor y más feliz” proclamaba Teresa de Calcuta. Sin comentarios.

Hay muchos más, pero estos me parecen suficientes para esbozar lo que quiero decir si utilizo la palabra amor.

Cualquiera que fuere el destino o la trayectoria de aquel educador que nos enseñó a dar nuestros primeros pasos en la vida, no empañará el sentimiento de amor y agradecimiento que le profesaremos para siempre. Esta es también una analogía del amor.

Una de las características que doy a la palabra amor es su permanencia y estabilidad a lo largo del tiempo. No creo en un amor que se acaba y siempre busco otras palabras para calificar determinados sentimientos que nos hacen creernos enamorados.

El enamoramiento no es el amor aunque puede llevarnos a él; el gozo en una pareja tampoco lo es aunque colabore a que éste llegue; la admiración por este o aquel personaje mediático siempre es banal por mucho que creamos habernos enamorado de él o de ella.

Para mí hay un sinónimo del amor mucho menos utilizado pero con un significado mucho más profundo, más irreversible -característica ineludible, como he dicho, para poder hablar de amor- y es la “GENEROSIDAD”.

Amar es dar sin pedir nada a cambio. Amar es estar dispuesto a colaborar con los objetivos de la persona, organización o actividad que se ama. El amor es un concepto transversal que puede aplicarse no solo a las personas sino también a las finalidades o propósitos que dan sentido a nuestras vidas.

No profanemos más este término. Practiquemos el AMOR con mayúsculas con más asiduidad. Con nuestra pareja, con nuestra familia, con nuestros amigos, con quienes nos necesitan (los emigrantes tan maltratados por nuestra temerosa y vieja Europa serían un buen objeto para nuestro amor –pero este sería un tema para otro artículo-).

Para no extenderme más y contestando a la pregunta que me hago al iniciar este escrito, declaro sinónimos al amor y la generosidad.

Miguel López Valles.

Albacete, 20 de marzo de 2016.

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