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Hipotecas y desahucios (III)

Por Miguel Ángel Vicente
martes 22 de abril de 2014, 23:00h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Lo cierto es que siempre ha habido ejecuciones de hipotecas por impago del préstamo garantizado con éstas, con subasta de la vivienda hipotecada y el subsiguiente lanzamiento del prestatario incumplidor del pago de las cuotas a sus respectivos vencimientos. ¿Qué de especial ha ocurrido en la actualidad? Pues, ni más menos, que de ser las ejecuciones puntuales y casi excepcionales, han pasado a ser masivas e ídem los lanzamientos, lo que ha creado una alarma social sin precedentes. Así, según una estadística presentada por el Banco de España en el mes de Mayo de 2.013, en el año 2.012, se entregaron a los Bancos 39.167 casas, de las que 32.490 constituían la vivienda habitual del deudor y de ellas 14.110 fueron entregas voluntarias mediante las llamadas, “daciones en pago”, siendo expulsados de sus viviendas habituales 2.405 familias, requiriéndose la intervención de la fuerza pública en 355 casos. Por su parte, un informe de la Sección de Estadística del Consejo General del Poder Judicial, desvela una media de 184 desalojos diarios por desahucios en 2.013, de los que el 38’4% derivan de ejecuciones hipotecarias. ¿Y cuáles son las causas de esta catarata de ejecuciones y lanzamientos? Simplemente, que el prestatario-deudor, o sea, el adquirente de la vivienda que la hipotecó en garantía del préstamo concedido para su adquisición, ha sufrido un previo lanzamiento al averno de las colas del paro arrebatándole y  privándole de la fuente de ingresos (su salario) con los que venía haciendo, con sacrificio en algunos casos, el pago de su préstamo y, por tanto, ha sido abocado a constituirse en moroso. Y en este punto, es de justicia poner de manifiesto que nadie se hipoteca para dejar de pagar voluntariamente el préstamo que garantiza aquélla, sino que ahora el deudor no paga, no porque no quiere, sino porque no puede, por la causa antedicha. Y vuelve a incidir aquí, de nuevo, la inacción del Gobierno, de "los poderes públicos” en general, para sentar las bases para dinamizar la economía, mediante las oportunas y debidas medidas que implementen el crecimiento, la inversión y el consumo, y evitar la sangría del paro, que la cola de éste suba día a día de una forma alarmante, escandalosa y dramática alcanzando cotas inaceptables en una sociedad del siglo XXI, tales como son la media del 27% de paro a nivel nacional, llegando el paro juvenil al 65%, lo que es intolerable desde cualquier punto de vista desde el que queramos analizarlo, y ello, pese a la euforia del Gobierno por los datos del mes de Marzo pasado, cuyo análisis de fondo no puede ser halagüeño. Sentada esta base, la de que el deudor no paga porque ha perdido la fuente de sus ingresos, ¿qué solución o soluciones caben para paliar en la medida de lo posible el drama actual de la morosidad bancaria y su corolario de ejecuciones y subsiguientes lanzamientos?. La ideal, no nos engañemos, sería devolver el puesto de trabajo al parado, aunque esto por lo que estamos viendo parece un imposible y es tanto como pedir peras al olmo, y en este sentido hay que calificar muy negativamente, cuando no de escandaloso, que el propio Gobierno (¡sí, aquél que en campaña electoral prometió acabar con el paro!) haya dado por perdida la batalla hasta el año 2.015 o 2.016, o Dios sabe cuándo, quizás para cuando las ranas críen pelo, porque, de momento y aunque lo revistan de sinceridad y para no crear falsas expectativas o esperanzas, dados los antecedentes que obran en nuestro país, seguramente es una forma por parte del Gobierno de desembarazarse y dejar para "ad calendas graecas” el principal problema que asola nuestro país, lo que no justifica la nefasta o nula acción política del Gobierno en materia económica, más bien tendente a crear la ruina y la miseria, a cargarse el país, en una palabra, que a infundir ánimo, esperanza y confianza en el presente y en el futuro, lo cual es imposible con la sucesiva subida en cascada de impuestos y no promoviendo medidas de crecimiento, sino sólo las tendentes a la austeridad, rayana ya en el ayuno obligatorio y forzado a que estamos abocados todos los españoles; acaso, en este sentido, no parece descabellada la propuesta de Rubalcaba de establecer una moratoria respecto del despido manteniendo al asalariado en plantilla, reduciendo su jornada y pagando el Estado lo que no le pague el empresario (ERE reforzado). Podrían, ante este sombrío panorama, otorgar plazos de carencia, a fin de satisfacer solamente intereses y no capital, moderando en su caso, aquéllos para hacer digeribles las cuotas correspondientes, o una moratoria general, voluntaria para el deudor, respecto del pago de capital e intereses por un periodo máximo suficiente a fin de que pueda rehacerse el deudor hipotecario, exigiendo en este campo un esfuerzo a la Banca, máxime después de haber sido recapitalizada con cargo al bolsillo del contribuyente;  podrían, como ocurre en los concursos de acreedores, conceder quitas importantes al deudor hipotecario; y, la más dolorosa para ese deudor hipotecario, aceptar la dación en pago de la vivienda, cancelándose íntegramente la deuda hipotecaria y sin que pueda exigírsele al mismo pago alguno más en base a esa responsabilidad patrimonial universal que le persigue hasta la muerte. Esta última es una solución sangrante para el deudor, el cual, además de perder todo lo pagado hasta la fecha de la dación, pierde la vivienda por la que tanto suspiró, pero, al menos, tiene la tranquilidad de que queda pagada y saldada íntegramente su deuda y no tiene que seguir respondiendo ante el acreedor por la misma. Se dirá que la entidad financiera no tiene por qué hacerse cargo de una vivienda que no le interesa; pero, en beneficio del deudor, hay que decir que dicha vivienda fue tasada por dicha entidad financiera en el momento de la concesión del préstamo por una Entidad Tasadora, generalmente propiedad de la propia entidad financiera, y siendo el contrato de préstamo un contrato bilateral, la pérdida de valor de dicha vivienda unida a la imposibilidad del deudor de hacer frente al pago de su deuda, debe producir efectos, en este caso, negativos para ambas partes contratantes (más para el deudor), y sin perder de vista que no sólo ahora, sino desde siempre, cuando un bien hipotecado ha salido a subasta jamás ha alcanzado el valor de mercado, pues de todos es sabido la mafia existente de los subasteros que impiden, de una parte, concurrir a la subasta a quienes no son del gremio, y de otra, por evidente, que el bien hipotecado no alcance el valor de mercado, con un enorme e irreparable perjuicio para el deudor, que, prácticamente, regala su propiedad y queda respondiendo de casi la totalidad de su deuda frente al acreedor de por vida. Y, en esta materia y forma de obrar, igualmente "los poderes públicos" se han llamado andana y han venido haciendo la vista gorda, permitiendo una situación abusiva redundante siempre en perjuicio del deudor. En fin, cualquier cosa antes que ejecutar, lanzar y seguir exigiendo responsabilidad por la deuda no satisfecha con lo obtenido en la subasta en que acaba la ejecución.

Y en cuanto a las alharacas expandidas a los cuatro vientos y mareas por la Ministra de Empleo, Fátima Báñez, respecto a que España, según datos recientes de Eurostat, se halla entre las primeras naciones de la OCDE en creación de empleo en el año 2.013, hay que ponerle cortapisas importantes puesto que, según los citados datos, España copa las cinco regiones con más paro de Europa por primera vez, con Andalucía a la cabeza con una tasa de paro del 36’3%, seguida de Ceuta, Melilla, Canarias y Extremadura; pero es que si cogemos las diez Regiones Europeas con más parados, además de las cinco indicadas, entrarían Castilla-La Mancha en sexto lugar y Murcia el noveno. Y, por si fuera poco, España se sitúa a la cabeza de Europa en precariedad laboral. Así que, menos lobos y más concentración en el trabajo para sacar a España del pozo de ruina, miseria y pobreza en que se halla, lo que no será nada fácil ni de una manera inmediata, ya que el Servicio de Estudios del BBVA, advierte de que la economía española tardará una década en sentar las bases para el crecimiento.

MIGUEL ANGEL VICENTE MARTINEZ

23 DE ABRIL DE 2014

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