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Doble vara de medir

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 01 de febrero de 2017, 06:16h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Nunca a lo largo de la historia, y mira que ya han pasado veinte siglos y poco más, se ha dado un ejemplo tan claro, palmario y explícito, que avale el significado de esta expresión, dicho o frase: “Doble vara de medir”. Lo tenemos recentísimo y lo seguiremos teniendo presente, mientras los mediocres, los falsos árbitros de la elegancia, los arbitrarios expedidores de carnets democráticos, sigan al frente de los medios de comunicación sumisos a los cantos de sirena y a los dictados del poder, en las dos personas de dos Presidentes de los United States of America, uno que lo fue (ocho años) y otro que empieza a serlo, o sean, Barack Obama y Donald Trump, respectivamente. Pues mientras respecto del primero, que era un total desconocido en el mundo europeo, todo fueron parabienes, alabanzas, felicitaciones, elogios, glorificaciones, aleluyas, adulaciones y aclamaciones desde el minuto uno de su mandato, quizás porque fuera negro (discriminación positiva), que ya sabemos que hoy en día nadie quiere salirse de las normas, en muchas ocasiones, espurias, absurdas, inanes, irracionales, necias e incoherentes, de lo que se conoce como lo “políticamente correcto”, y cualquier crítica a lo que hiciera e, incluso, a lo que no hiciera, no debiendo hacerlo en el primer caso y debiendo hacerlo en el segundo, si no con fuegos de artificio, como mucho se acogía con un discreto silencio y haciendo mutis por el foro, porque lo contrario, ya digo, hubiera dado lugar a una tormenta de mucho cuidado y cualquier crítica se hubiera alineado y justificado, espuria y torticeramente, como un ataque de racismo, de xenofobia y sólo Dios sabe cuántos más adjetivos y epítetos hubieran sido aplicables, lo que hubiera dejado tocado y hundido al plumilla que se “oviese” atrevido a tanto. Sin embargo y por el contrario, respecto al segundo, respecto a Donald, incluso antes de tomar posesión de su cargo y una vez tomada, la lluvia de críticas, descalificaciones, insultos, afrentas, cuando no ya de injurias y calumnias, poniéndolo a caer de un burro, al tacharle de mujeriego, racista, homófono, xenófobo, machista, etc, etc. no parece que tenga fin.

Recordemos que, en este trato desigual y con esas dos diferentes varas de medir, que el tal Barack, antes de decir ni mú y antes de demostrar, por tanto, cualquier cualidad para hacerse acreedor a tal distinción, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz (por cierto, que su promesa estrella de cerrar Guantánamo la ha dejado en herencia a su sucesor), lo que unido al Premio Nobel de Literatura concedido este pasado año a Bob Dylan, dicen mucho respecto de la caída de los valores y principios de la civilización cristiana de Occidente, que hizo a Europa grande, adoptándose el camino de la inanidad, de la insensatez y de la, también cabe, imbecilidad e idiocia, que empiezan a oxidar los componentes del motor de la verdadera y auténtica Europa que se quiere conformar en la actualidad.

Y es que, el susto en el cuerpo aún no ha desaparecido de todos aquellos que, en campaña, se reían de lo que llamaban las bravatas de Donald Trump, convencidos de una aplastante victoria de la dama que representaba la oficialidad, el más de lo mismo, el establishment, que tan buenos rendimientos ha venido reportando a la clase poderosa y a los ricos del mundo, enrolados en eso que vienen llamando los “Mercados”, el nuevo Becerro de Oro, al que, sin vergüenza ni recato, han venido y siguen prestando pleitesía, en un vender su alma al diablo, y mientras aquéllos amasaban más fortuna y poder, se ha venido masacrando a la clase pobre, a la clase baja, y se ha dinamitado a la clase media, sobre la que se han sustentado los cimientos que han mantenido en pie a los Estados, constituyendo una casta política burocrática que ha venido y viene campando por sus respetos y que tiene como mejor arma a su alcance y capricho los boletines oficiales de los Estados para seguir manteniéndose a salvo y seguir machacando y masacrando al pueblo en general, ya sumido en un nivel de pobreza, miseria, ruina y hambre, como, quizás, nunca se había dado desde la Prehistoria y la Edad Media, masa humana a la que se ha abandonado a su suerte y a la que se ha hipnotizado, echándole unas cuantas migajas de la mesa del ágape del Rico Epulón, haciéndole creer que vive en el mejor de los mundos y en un Estado de Bienestar que sólo existe en la mente de quienes quieren seguir con este Teatro del Mundo que si no fuera verdad, podría hacernos incurrir en risas, pero éstas quedan ahogadas con las lágrimas que se desparraman mejillas abajo por todos quienes estamos atrapados en esta cárcel en que se halla inmersa la casi totalidad de la humanidad. Y así, no es de extrañar, que en esta vorágine, cada día nos desayunemos con un nuevo sapo, tales como el anuncio, sin rubor y sin sonrojo, de la Ministra de Desempleo, Fátima Báñez, que anuncia haber dispensado una lluvia millonaria (a la manera de un Maná) sobre las cabezas de los jubilados, o el abuso de las distribuidoras y comercializadoras de la electricidad aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, en esta última ola polar de frío que ha atenazado a la Península Ibérica, excusa hecha recaer sobre los elementos (agua y viento) para aprovechar y darle al recibo de la luz una vuelta de tuerca de una subida de  escalofrío, nunca mejor dicho, o que, arrimando el ascua a su sardina, salga a la palestra la propuesta de la Aseguradora “MAPFRE” de apostar por planes de pensiones “cuasiobligatorios” para abordar el futuro de los pensionistas, que por lo que se ve, se van a quedar a la Luna de Valencia, o más claro aún, a dos velas o a media luz.

Y esa doble vara de medir se ha extendido a todo el séquito de los dos últimos mandamases norteamericanos, especialmente, a sus respectivas esposas, pues mientras todo es esplendor, belleza, elegancia, saber estar e inteligencia que en todos los casos, hiciera sol o sombra, se dispensaban respecto a Michelle, todo lo contrario se hace constar respecto de Melanie, a la que se ha puesto a caer de un burro, sin razón ni fundamento alguno, sino porque sí.

En todo este aquelarre, se han destacado especialmente y con una mayor agresividad, los medios de comunicación españoles, que en vez de estar a lo suyo, que es ver y vigilar lo que pasa en España y con este Gobierno del PP, se ha dedicado a denostar e insultar al nuevo mandatario que asienta sus posaderas en el Despacho Oval de la Casa Blanca, metiéndose en camisa de once varas y donde no les llaman dueñas. Comprensible solamente porque el varapalo, el disgusto, por la derrota de Hilllary Clinton, no han sabido digerirlo. Dejando a salvo alguna excepción que honra al periodismo patrio en particular, pongamos por caso a Juan-Manuel de Prada o Fernando Sanchez-Dragó.

En cualquier caso, ahí está la visita a Washington de la Primera Ministra del Reino Unido, Theresa May, que ha confraternizado con el magnate americano, el cual no ha hecho otra cosa que dar un ejemplo de lo que debe hacer un mandatario cuando es elegido por los ciudadanos en base a un programa electoral, que no es otra cosa que cumplir a rajatabla lo prometido, no como pasa aquí, en España, que el primer día se incumple dicho programa (subir, en vez de lo prometido bajar impuestos) y ahí siguen los jerifaltes subidos al machito y como si la cosa no fuera con ellos. Desde luego, podrán decir de Donald lo que quieran, sea o no inventado, pero que no es hombre de palabra, por ahí no podrán jamás atacarlo.

En fin, un contubernio EEUU-Reino Unido, y a expensas de lo que resulte de las elecciones en este año en Francia, Alemania, Holanda, Austria e Italia. Y en espera de que hablen Vladimir Putin, Japón y Netanyahu, es para decir “Europa, tiembla”.

Por cierto, que tras los últimos decretos firmados por el actual Presidente, en cumplimiento de las promesas electorales que le han encumbrado a la más alta magistratura de los Estados Unidos de América, ya ha bostezado el desahuciado anterior inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama, que se cree imprescindible en un mundo revuelto al que él mismo ha contribuido con avaricia, pues no es moco de pavo que este señorito durante sus ocho años de mandato haya sido el Presidente que más deportados tenga en su haber (2.571.860), lo que le ha llevado a ser conocido como el “Gran Jefe Deportador”, cuando engatusó a los ciudadanos bajo la capa de la gran esperanza de los “sin papeles”. Y sin dejar tampoco de lado que el muro con México ya esta levantado en gran medida por el también ex-Presidente Bill Clinton, esposo de esa otra esperanza, Hillary Clinton, que le disputó las elecciones a Donald Trump.

Y, finalmente, advertir al actual Presidente Donald Trump que le espera soportar dos tormentas perfectas, una en la gala de los premios Goya en España, y otra en la gala de los Oscar en el propio Estados Unidos, pues se desgañitarán para dejarse oír toda esa cohorte integrada por los fulleros de la ceja, de la receja y de la contraceja, acostumbrados a esperar con la boca abierta hacia el cielo, como los pollos con plumón en el nido, el maná de la subvención.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

  1 de febrero de 2.017

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