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El manirroto

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 12 de julio de 2017, 03:40h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Según el Diccionario de Uso del Español, de María Moliner, “manirroto” “se aplica al que gasta más dinero del que es prudente gastar”, o sea, quien es “derrochador” o “malgastador”.

Pues bien, un ejemplo claro y contundente de persona a la que se le puede aplicar tal concepto, es a nuestro Ministro de Hacienda, Don Cristóbal Montoro, que de no dar ninguna explicación sobre sus affaires, para no gastar, ahora se ha puesto a tirar la casa por la ventana, y de qué manera.

Así, en cuarenta y ocho horas, y como si le hubiere dado un telele, un desconocido Cristóbal Montoro, ha tirado del ala (presupuestaria) y ha lanzado 5.400 millones de euros, como si estuviera en el país de Jauja, donde, según cuentan los más veteranos, ataban a los perros con longaniza.

Rebaja el IRPF para las rentas más bajas: dejarán de tributar por este concepto aquéllos que no alcancen a ganar más de 14.000 euros, y para los que lleguen a los 17.500, llevarán una rebaja en el tipo impositivo del 2%; concede una propina a las Comunidades Autónomas, a las que permite rebajar el objetivo del déficit (0’4%, en lugar de 0’3% para el año 2.018, 0’1% en lugar de 0’00% para el año 2.019), además de repartirles 1.200 millones de euros de la liquidación del ejercicio del año 2.015; también sube el techo de gasto, que aumenta un 1’3%, y ya, para remate, la eclosión festiva de la creación de 28.249 nuevas plazas en la Administración Pública, que supone la traca final de esta, digamos, enajenación mental temporal, transitoria y pasajera, de nuestro ínclito Ministro.

En cualquier caso, y como el propio Ministro ha reconocido, no hace lo que ha hecho por gusto y convicción, sino que justifica tal laxitud y rebajas por “necesidad política”, o sea, que en caso de gozar el Partido Popular, que es el que parapeta al Gobierno, de una mayoría absoluta, como la que tuvo en la Legislatura 2.011/2.015, nos hubiera hecho un corte de mangas y una pedorreta. Pero compelido y forzado por las circunstancias actuales de no gozar y disfrutar de esa mayoría absoluta, para hacer de su capa un sayo, como hizo en la legislatura mentada, y necesitado de apoyos para seguir subido en el machito, fundamentalmente de ese partido gaseoso, vaporoso y melifluo, cual es el Ciudadanos de Albert Rivera, pues no ha tenido más remedio que hacer de la necesidad virtud y actuar en contra de todos sus principios fundamentales, que no eran y son y seguirán siendo, que el de oprimir al ciudadano de a pie, al españolito para más señas, a impuestos, amén de recortes y ajustes y supresión de derechos si se tercia, lo que está en la médula de este individuo que, además, se regodea en ello y disfruta como un enano, viendo jodido al ciudadano y del que, además, con un morro que se lo pisa, se cachondea y se ríe, gozando de las penurias y los males, económicos se entiende, por lo que ante tal cambio radical y cuando esa “necesidad política” haya pasado a mejor vida, no le arriendo la ganancia a nadie sobre lo que posiblemente nos espera. Al tiempo, que el tiempo, dicen, pone a cada uno en su sitio.

En cualquier caso, volvemos a las andadas, pues si por un lado, algunas de esas plazas convocadas de empleo público, no sólo son necesarias, sino que son angustiosamente exigibles (pongamos, justicia, por ejemplo), por otro, otras, como las que se ofrecen para la Administración General del Estado, concretamente 6.994 nuevas plazas (pues otras 4.850 lo son para promoción interna), no acaba de casar con una de las obligaciones y promesas que el Partido Popular asumió allá por 2.011, que no era otra que la reducción de la elefantiásica Administración Pública, con supresión de organismos públicos que no son sino cobijo de adláteres, corifeos, acólitos, paniaguados y mamandurrieros del Partido de turno en el poder, que no sirven para nada y que, sin embargo, suponen un importantísimo gasto para las arcas públicas (sí, esas que se nutren del esfuerzo y el trabajo con el sudor de la frente y, a veces, también, con sangre, de los ciudadanos), debido a las generosas remuneraciones que se les ofrecen. Pero ya sabemos y esto no es nuevo, que las promesas electorales están para no cumplirlas, según nos vaticinara, con indudable acierto y no menos veracidad, “el Profesor”, o sea, el que fuera Alcalde de Madrid, Don Enrique Tierno Galván. Y así, creo, seguiremos, per “saecula, saeculorum” (amén), en esta España de “charanga y pandereta” tal como la calificara otro Profesor e inmortal poeta, Antonio Machado.

Desde luego, con tales disparos de salvas, el Gobierno nos querrá hacer comulgar con ruedas de molino, una vez más, achacando este despilfarro, este derroche, esta dilapidación, este dispendio, a que lo peor de la crisis ya ha pasado, o, más bien, que ya estamos en el meollo de la recuperación, cuando la realidad es que aún siguen muchas familias, más de las deseables, que no pueden llegar a fin de mes, cuando los emprendedores, sobre los que tanta énfasis pone este Gobierno, pierden lo poco que tenían ahorrado abriendo un negocio que a los pocos meses cierran, o la cantidad de locales comerciales, vacíos, tras cerrar su negocio los comerciantes instalados en ellos, abundan como setas, tras las lluvias de otoño, con el cartel de “SE ALQUILA”, y así, aunque me llamen agorero, una tras otra.

Porque ese baño de euforia que se da el Gobierno, y especialmente la Ministra de Trabajo, Fátima Báñez, sobre las cifras del paro, no están apuntaladas sino sobre pies de barro, pues ese aumento de trabajo es temporal (por las rebajas y por el verano), de mala calidad y con sueldos escasos (porque, además, es que no se da para más) y con jornadas, a veces, interminables, y esto es como siempre: o lo coges, o lo dejas, que otro vendrá y lo cogerá. Así, que menos lobos y más estar a pie de calle, conociendo y auscultando el verdadero estado de la ciudadanía. Y, por si fuera poco, aún tiene la desvergüenza la Sra. Bánez, de instar a los empresarios a subir los sueldos: ¿sabe esta señora lo que es tener una empresa, un comercio o un despacho, lo que es pagar las nóminas cada mes, con las retenciones oportunas, ingresar el IVA no cobrado y que no sabemos si se cobrará, haciendo de recaudador y de financiero, “gratis et more”, del Estado, y pendiente siempre la espada de Damocles sobre la cabeza del interfecto, en espera de lo que se le exija, “manu militari”, por la Administración?. Otro gallo cantaría, si todos estos miembros del Gobierno, de chaqueta y corbata y otras prendas de lo más caro del mercado, de manos blancas y lisas por no haber pegado, en su vida, un palo al agua, hubieran pasado por la turmix de haber tenido una empresa o negocio. Desde luego, que, seguramente, otro gallo cantaría, y no estarían, como están mayormente, a la Luna de Valencia, exigiendo a los demás lo que ellos son incapaces de exigirse a sí mismos.

Otro gallo cantaría, y no habría que esperar a que dicho gallo cantara tres veces, como en el pasaje Evangélico en el que San Pedro negó a Jesucristo.

He dicho, bueno, mejor ha dicho el principal implicado, Cristóbal Montoro, que toda esta traca de fuegos artificiales, lo son por imperativo de “necesidad política”, más yo creo también, que con todo ello, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, nuestro ínclito Ministro trata de echar tierra sobre los tres asuntos que han oscurecido, si no lo estaba ya, su imagen, tales como el super varapalo que le dio el Tribunal Constitucional sobre su “amnistía fiscal”, de la que es corresponsable todo el Gobierno de aquel, digamos ya fatídico 2.012; y sobre todo y ante todos, el Presidente del Gobierno, Don Mariano Rajoy Brey, que aún sigue machito proclamando su “apoyo absoluto” a Montoro en estas horas bajas, en lo que constituyó una infracción, si no delictiva, rozando el larguero, de una tropelía descomunal tal como la calificó el Tribunal Constitucional, y cuyo hecho, creo y no me equivoco, que constituye uno de los hitos más deplorables, vergonzosos  y vergonzantes, ocurridos en nuestro país, aún hoy, a duras penas, llamado España, que junto con el intento de golpe de Estado el 23 de Febrero de 1.981 y el terrorismo de Estado que, bajo el Gobierno de Felipe Gónzalez, se fraguó con los GAL, son tres hitos que jalonan la historia negra de esa presunta reinstaurada democracia en España. ¿Con qué moral, el Gobierno de España osa instar a Puigdemont y demás independentistas catalanes a acatar la Constitución Española?.

Por si fuera poco, ahí está la reciente “reprobación” de que fue objeto Montoro por el Congreso de los Diputados, lo que, aunque se ría, es casi decir, vete (que es lo que debiera haber hecho) que aquí estás de más. Y ya la guinda, el asunto de la sociedad “Montoro y Asociados”, o “Equipo Económico” ¡y qué equipo, integrado por toda la cúpula de la Agencia Tributaria y algún refuerzo, de la época de su ministerio en el Gobierno de Aznar!.

Si todo esto pasa, y nadie se inmuta, y nadie se pregunta nada de nada, y se deja pasar el tiempo, que, dicen, todo lo cura, pues el resultado lo tenemos a la vuelta de la esquina, una democracia bananera, una república bolivariana, y el españolito de a pie a trabajar más de seis meses al año para engordar la faltriquera del Estado, de las Autonomías,  de las Diputaciones y  de los Municipios. Sólo nos queda el consuelo de que a cada cerdo le llega su San Martín.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ                 

   12 de julio de 2017

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