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Un fraude más (y IV)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 14 de marzo de 2018, 11:46h

Y como no se puede, o, al menos, es muy difícil, justificar lo injustificable, y en este maremagnum de dimes y diretes y de diatribas del Gobierno y del Partido Popular sobre el incendio de las pensiones, que es un bolo muy difícil de digerir, pues, tanto uno como otro, a lo suyo, que, como siempre, es negar la mayor, no asumir la más mínima autocrítica y responsabilidad y echar la culpa de sus males y de sus deberes no resueltos o mal resueltos, al moro Muza (sin ánimo de ofender al moro, pues se trata de un dicho más de nuestro acervo popular), y si a ello le añadimos su dosis de soberbia, prepotencia, arrogancia, vanidad, jactancia, inmodestia, suficiencia y fatuidad, que insuflan la médula de los “Populares”, tenemos el cóctel explosivo adecuado para comprender que esta gente no se siente concernida por motivo alguno y dan a entender que las cosas negativas que suceden y que tienen que ver con ellos, al menos, por lo que respecta al Gobierno, forma todo parte de un contubernio judeo-masónico de la entera oposición para socavar los cimientos de quienes, según dejan entrever, nada hacen mal, en nada se equivocan o meten la pata y que, a diferencia de cualquier mortal, sólo miccionan agua bendita y que nunca han roto un plato en su vida y no hay que ver para demostrar los asertos antedichos, al Portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Rafael Hernando, que cuando habla parte de la premisa de que al receptor le está perdonando la vida, con un engreimiento, empalago, altivez, fanfarronería, chulería y petulancia, en cualquier caso, propia de un matón de tres peras al cuarto.

Por ello y tratando de taponar una vía por la que el buque insignia “Pepero” hace aguas, no puede extrañarnos, que el Gobernador del Banco de España, Luis-María Linde, con un desparpajo propio de tipos con los apelativos referidos anteriormente, y en misión kamicace, haya salido a la palestra con la intención de echar una mano a su señor, es decir, al Gobierno de España, y en un alarde suicida, en una jornada en Santa Cruz de Tenerife, con motivo de un desayuno informativo organizado por la Asociación Española de Directivos (ADE) y Caixabank, aseguró que la media de jubilados titulares de una casa en España está veinte puntos por encima de Alemania, lo que significa que los españoles “han ahorrado comprando casas y eso tiene un efecto muy importante, no pagar el alquiler”, y sin que la cara le enrojezca de vergüenza, o sea, sin ponerse “colorao”, añadió que “la renta en especie es parte importante de la pensión y no se suele mencionar, pero es una realidad...no es lo mismo pagar un alquiler de 600 o 700 euros al mes que una comunidad de cien euros”. ¡Olé! ¡A esto se le llama poner el huevo de Colón o lograr la cuadratura del círculo o poner el carro delante de los bueyes! Ahora resulta, según la interpretación de tan alta autoridad del Estado, que deberíamos haber estado ahorrando desde nuestro nacimiento (ya lo dijo la lenguaraz ex-Presidenta del Congreso de los Diputados, Celia Villalobos, que los jóvenes que están buscando trabajo deberían empezar por ahorrar, no un euro, como por error, expresé yo en entrega anterior, sino que eran dos euros, lo cual ya me deja tranquilo, pues parece que, según cálculos matemáticos, después de cuarenta años, el ahorro habrá alcanzado la cifra de 960 euros, como se ve una cifra suficiente para olvidarse y echarse a dormir), confundiendo el tocino con la velocidad, pues una cosa es lo que yo haga con el dinero que obtenga de mi trabajo y otra cosa muy distinta la pensión pública a que tengo derecho cuando llegue mi jubilación, que debe salir de las cotizaciones de la Seguridad Social, que yo durante toda mi vida laboral estuve aportando al sistema. Y el tal Gobernador, dicen las crónicas, que se quedó más ancho que largo o tan pancho, que para esto es lo mismo, máxime teniendo en cuenta que, en cualquier caso, los Planes de Pensiones Privados, son voluntarios y las cotizaciones obligatorias, y aquéllos un suplemento para una mejor vida de jubilación, pero en modo alguno aquéllos deben suplir la suficiencia de las segundas, o sea, Sr. Linde, no sea tan lindo y no mezcle churras con merinas.

Y los pensionistas, ahora que han cogido carrerilla, no van a parar en sus reivindicaciones y movilizaciones públicas, porque, y esto es cierto, se está jugando en este tema con las cosas de comer y ya sabemos que cuando a uno le crujen las tripas y se le pone entre la espada y la pared, estamos alentando un cocktail que puede acabar como el rosario de la aurora, o sea, explosionando en las narices de alguien, y no digo de quién. Y aquí no valen palabras o palabrería hueca y barata, aquí se exigen hechos y actos y medidas ciertas y concretas, y la prueba del algodón o del nueve, como quieran, la hemos tenido en la recentísima visita del Presidente del Gobierno, Don Rajoy, Mariano, a Badajoz, en la que ha tenido que tragarse una monumental pitada y abucheo por parte de los pensionistas, que están hasta el moño de que les tome el pelo. Y aunque el Presidente del Gobierno y su entorno “Pepero” no se cansen de exigir y suplicar que con el asunto de las pensiones no se haga política ni se utilice partidistamente, está claro que el tema es clara y evidentemente político (que es lo que le falta a este Gobierno y al partido que lo sustenta: política, pero política de la buena, de la de verdad, de Estado) y como tal habrá que afrontarlo y solucionarlo (pues bien cierto es el uso partidista que en el pasado hicieron el Presidente y su partido de las pensiones, bastando para probarlo tirar de hemeroteca, pero ya sabemos que una cosa es predicar y otra dar trigo, y en política el Sr. Rajoy Brey se apunta a la proclama respecto de los fariseos según la cual “haz lo que yo te diga, pero no lo que yo haga”, creyendo que la masa ciudadana es tonta de remate). Por eso la comparecencia en sesión monográfica sobre las pensiones en el Congreso de los Diputados, precisamente hoy, 14 de Marzo, solicitada de motu propio por el propio Presidente, valga la redundancia, pierde su frescura y espontaneidad, y entra más bien en el bloque de la obligación forzada, en una manera del principio escolar de que “la letra, con sangre entra”, pues viendo las orejas al lobo de la petición que iba a formalizarse exigiendo su comparecencia en el hemiciclo por todo el arco parlamentario, salvo, como es de “ilógica”, del propio PP, le ha obligado a tomar esa iniciativa a algo que repugna al Presidente, que es la de dar la cara y cuentas en la Cámara Baja de sus andanzas, y es que ya sabemos, que a la fuerza ahorcan. Si bien, tal comparecencia poco o nada aclarará, sino que habrá un reproche a la oposición en general (particularmente al que se aventura como el enemigo número del PP, en estos momentos, o sea, Ciudadanos), por lanzar mensajes populistas y demagógicos, como si hubiera que cerrar filas con el Gobierno en un tema que, dada la parsimonia de nuestro Presidente y su abulia con todo lo que no le interesa o molesta, está llegando casi a un callejón sin salida y ya sabemos por experiencia que ante la necesidad, se suelen adoptar medidas que no solucionan el problema, sino que, generalmente, lo agravan: habrá que esperar a ver qué zanahoria se saca de la chistera el reprobado Ministro de Hacienda, Sr. Montoro, que ya está pergeñando un cheque-in artículo mortis, quizás, para que los pensionistas puedan pagarse el ataúd.

Y cómo estará el patio, cuando, conociendo el bloque granítico y uniforme que preside al Partido del Gobierno, ya han empezado los propios cargos del PP, con sus dirigentes territoriales a la cabeza, a exigirle al Presidente que afronte, de una puñetera vez, la crisis de las pensiones, reclamando medidas para mejorar las jubilaciones, y no parece que por convicción y justicia, sino para evitar al Partido una sangría de votos, que ya se está viendo notar, lo que no es otra cosa que centrar en el plano político el tema de las pensiones, que es lo que, precisamente, reprocha el Presidente a la oposición. Y es que, en el tema de las pensiones, como en tantos otros, los Gobiernos han venido mirando para otro lado y han ido adoptando medidas, si acaso, que, en realidad, han sido parches, sin afrontar nunca, con seriedad, sensatez y sentido común, y realista, los problemas, defiriéndolos para “ad calendas graecas”, porque, y esto es grave, un estudio demoscópico, realizado bajo la dirección de Joaquín Leguina, en 2.016, revela que el 40 por ciento de las jubilaciones fueron anticipadas, y, por otra parte, durante la época de bonanza económica, se ha permitido jubilar a trabajadores, casi con carácter general con 50 años recién cumplidos (especialmente en la Banca), lo que contrasta con el órdago que ahora se lanza de ampliar la edad de jubilación, incluso hasta los 80 años, como ha proclamado algún que otro necio, cuya pensión ya la tiene, quizás, cobrada con adelanto, y es que quien siembra vientos, recoge tempestades, o de estos polvos, vienen estos lodos, según refranes de nuestro Refranero, tan certero, como, a veces, o casi siempre, tan puñetero.

Y si llegamos a este extremo de dar por perdido uno de los pilares fundamentales del Estado de Derecho, ¿por qué no acabamos con el sistema de cotizaciones obligatorias que no nos garantiza una Pensión Pública digna para la jubilación? Para ello, sería mejor eliminar el monstruo de la Seguridad Social, sí, monstruo burocrático, mastodóntico, que consume y fagocita una importante porción de la recaudación, en organigrama funcionarial ineficiente y no productivo, y podríamos pasar a un sistema libre e individual, de manera que lo que por cotizaciones a la Seguridad Social ha de aportar empresa y trabajador, que lo retenga íntegramente éste, y éste, valga la redundancia, a su libre arbitrio y voluntad, que haga lo que quiera o le venga en gana con ese montante dinerario: o se hace un Plan de Pensiones Privado, o se hace simplemente un seguro médico, o no se hace nada y cuando tenga que ser asistido, pongo por caso, médicamente, que se pague el servicio, pues el sistema actual es el de una tutela por parte del Estado inconcebible en un mundo del siglo XXI, considerando a los ciudadanos, permanentemente, o sea, de por vida, como unos menores de edad o unos incapaces para administrar y gestionar sus bienes, recursos y derechos, y, por tanto, sujetos a tutela o curatela del Estado. Añádasele a esto las medidas correctoras o de implementación oportunas, dadas por los cerebros del país, y a lo mejor damos con la piedra filosofal.

Ante este panorama de casi revolución que supone la salida a la calle de cientos y miles de pensionistas, a los que deberíamos unirnos todos los españoles de cualquier edad, sexo, estado y condición, pues el sistema afecta a todos, a unos ya de lleno y a los otros, paulatinamente, según se vaya llegando a la jubilación. Por cierto, como un último servicio al Gobierno y a su Presidente, el ex-Ministro de Economía y flamante Vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), en tránsito a este cargo, Luis de Guindos, sin taparse la cara ni cerrar los ojos, en el suplemento Actualidad Económica del Diario “El Mundo”, se explaya declarando “nuestra obsesión fue evitar el rescate para salvar las pensiones”, lo que es de aurora boreal, teniendo en cuenta que rescate sí que lo hubo y en un montante de entre 60.000 y 100.000 millones de euros en beneficio de la banca, justificándolo con que, caso contrario, “la recesión habría sido mucho más profunda y los depositantes se habrían quedado sin una parte de su dinero, lo cual no habría sido ni justo ni eficiente”, pareciendo que esta operación se realizaba en beneficio de los pensionistas, lo que es tanto como tomarle el pelo, hacer tragar ruedas de molino y carros y carretas no sólo a dichos pensionistas sino a la generalidad de los ciudadanos y más teniendo en cuenta que este señor fue Presidente Ejecutivo de la compañía estadounidense Lehman Brothers para España y Portugal (2.006-2.008), la cual fue declarada en quiebra el 15 de Septiembre de 2.008, o sea, ¡que menudo lince!.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

14 de marzo de 2018

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