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Los cerdos, las granjas y el ‘modernismo’ del no

Por Marino Martínez
domingo 18 de marzo de 2018, 08:44h

En los últimos tiempos parece que oponerse a todas las iniciativas que tengan que ver con empresas privadas está de moda. En España lo mejor es ser ‘okupa’ profesional, así ni tienes que pagar piso ni nadie estará en tu contra.

‘Okupa’ profesional dista mucho de ser ocupa por necesidad. Estos últimos son gente que no tiene donde vivir, de verdad, y se mete dónde puede, sabiendo que no está en su casa y que no tiene ningún derecho.

Pero este no es el tema de hoy. El tema es la ‘fiebre’ anti granjas de cerdos que parece que nos invade últimamente. Y simplemente se está en contra por estar, el no por el no, que es lo que más se lleva últimamente.

Yo no estoy ni a favor ni en contra. No me molestan mientras no estén cerca de los cascos urbanos y cumplan con toda la reglamentación que les soliciten las autoridades locales y regionales y, por supuesto, con toda la salubridad que se les exija.

Parecería lo lógico, la cuestión es que ahora nos oponemos a todo. El otro día escuchaba a una señora que estaba en contra de la granja de ‘gorrinos’, que así les llaman en muchas localidades de la región a los cerdos, porque quitaba puestos de trabajo. Al parecer porque hay una o dos casas rurales. Digo yo que habrá más puestos de trabajo en una granja de cerdos que en esa casa rural, digo yo que habrá puestos de trabajo indirectos, que las empresas de piensos tendrán trabajadores, etc.

Parece que nos hemos criado todos en la Puerta del Sol de Madrid. Allí no había granjas de cerdos, pero en nuestros pueblos, en todos, nuestros padres o abuelos han tenido cerdos para el consumo de toda la familia durante el año. En todas las casas de los pueblos criaban tres, cuatro o diez, según era de grande la familia. Y estaban dentro de las casas, que tenían su corral, su casa, su patio y sus ‘gorrineras’, y por lo que parece aguantaban bien el olor. Aquí estamos todos.

Por lo visto antes esto se podía aguantar, y estoy seguro que todavía se da en muchos pueblos pequeños de nuestra comunidad autónoma. Ahora una granja, que debe estar alejada del casco urbano, ahora eso molesta.

Parece más lógico oponerse a un cementerio nuclear, que cualquiera sabe lo causar con el paso de los años y a decenas de kilómetros a la redonda. Oponerse a una granja de cerdos será muy ‘moderno’. En España somos capaces de acabar con una de nuestras señas de identidad, el jamón. El siguiente paso será el ‘maltrato’ que sufren los cerdos. Al tiempo.

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