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Europa tiembla

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 23 de mayo de 2018, 04:46h

Aun no repuesta del corte de mangas que a la UNION EUROPEA le ha hecho la pérfida Albion, con su Brexit en toda regla, harta del mangoneo que en los despachos europeos se llevaba a cabo por la lideresa y cancillera alemana, Frau Angela Merkel, a quien el resto de europeos rendían y rinden pleitesía, a la manera como los israelitas adoraron al becerro de Oro, en el Monte Sinaí, durante la égira del pueblo de Israel en busca de la Tierra Prometida y antes de que Yahvé dictara a Moisés las Tablas de la Ley, o sea, los Diez Mandamientos, hartos de que en las Cancillerías hubieran de cumplirse a pies juntillas los dicterios de la nueva Dictadora de Europa, de la que dimanaron tantas y tantas disposiciones y presiones para imponer su criterio de contención de los déficits, a base de implementar medidas coercitivas, que abonaron el terreno para sumir a las poblaciones y ciudadanías en la miseria y la indigencia, a base de recortes, ajustes y supresión de derechos, en busca de una austeridad casi delictiva, que quiérase o no, y en su día se sabrá cuando alguien con lo que hay que tener entre las piernas, haga un estudio de esta nefasta etapa en Europa, medidas desencadenantes de una mortandad económica y vital para cientos de miles de ciudadanos, que se han dejado en el embite no sólo su salud económica, sino corporal, cuando no han acabado con la vida de los mismos, dejando a su paso un reguero de cadáveres análogos a los que las Primera y Segunda Guerras Mundiales, se dejaron en el camino. E ítem más, y quizás más fundamental, por parte de los británicos, con su Primera Ministra al frente, ahora Theresa May, en su afán de recuperar la soberanía perdida y dejada en manos de tan aciago personaje, en una renuncia a una de las señas de identidad que un país debe preservar, si es que no quiere dejar de serlo, al menos soberano e independiente, renunciando a malearse, como se amasa la harina para hacer pan, con gentes de tan distinta ralea, moral y éticamente hablando, abandonando la posición de decúbito supino propicia para que a uno le den por la retambufa. Y eso que Britania anduvo lista desde los albores de este monstruo con los pies de barro que constituye el Frankenstein de la Unión Europea, imposible desde todos los puntos de vista, cual es la preservación irrenunciable a su moneda, es decir, la libra esterlina, moneda propia y genuina que junto a ella, mantuvieron y mantienen, Suecia y Dinamarca, con sus coronas más resplandecientes que un sol, y no entraron al trapo, a las primeras de cambio, como sumisamente inclinaron la cerviz un grupo de países Europeos, entre ellos España, temerosos y rindieron sumisión absoluta a los mandamases europeos, bajo la batuta de la Cancillera Alemana, Frau Angela Merkel, ahora en horas bajas, tras el varapalo que en las últimas elecciones le dieron en las urnas, obligándola, renunciando a gran parte de sus principios políticos, a conturbeniarse, de nuevo, con la DSP (los Socialistas alemanes), que le van a hacer sudar tinta y que, prácticamente, la han ayudado a ser desbancada del “prime time” de Europa, por lo que sus comparecencias públicas no son tan altivas y soberbias como antaño, sin darse cuenta de que sus propios paisanos le han dicho “ya está bien”, deseando un relevo generacional al frente del país.

Este primer aldabonazo supuso para la UE un directo al mentón de su coloso, que quedó, por unos momentos, grogui y a punto de besar la lona, rasgándose las vestiduras quienes se creían estar en posesión de la verdad y tener todo atado y bien atado (que esto no es nuevo, como nada nuevo hay bajo el sol, ya lo decían los romanos- nihil novum sub sole-, y nos lo dejó escrito El Generalísimo en su testamento político), una patada en las partes pudendas y donde más duele a todos esos personajillos de plastilina, calzonazos por lo demás, que se pasean en cohorte por los despachos y Cancillerías Europeas, puros meapilas, que viven de puta madre, prácticamente sin pegar un palo al agua, y creyéndose los reyes del mambo, a costa de los currantes de a pie sin límite de horario laboral. Tal fue el impacto, que, de inmediato, se pusieron a pergeñar y entronizar una respuesta no dura, sino durísima, a fin que sirviera de aviso a navegantes e hiciera desistir de la tentación del ¡Hasta luego Lucas, bye, bye! a cualquier otro miembro de la secta, pues así, como una pura y dura secta, funciona el monstruo. Mas la flema británica, está dando sus resultados y parece que los europeístas acabarán envainándose los sables y sus bravatas, como no podía ser de otra manera.

Pues bien, ahora, tras las elecciones generales en la República Italiana y a la vista de los resultados de las mismas, un nuevo cosquilleo recorre las columnas vertebrales de los gerifaltes europeos, que atisban un nuevo foco, un nuevo incendio en sus bosques, que si no acaba como el Brexit (ya hay quien habla de Italibrexit) poco faltará, pues es posible, ya que el nuevo Gobierno, a falta del visto bueno del Presidente de la República, Sergio Mattarella, formado por el “Movimiento 5 Estrellas” (M5E) de Luigi Di Maio y la “Liga Norte” de Matteo Salvini (con Giuseppe Conte a la cabeza como Primer Ministro), ha pergeñado una hoja de ruta tendente a renegociar los Tratados con la UE y aumentar la deuda, de entrada y a grosso modo, conformando un “Gobierno del cambio”, que prevé imponer una renta básica, volver a la Europa de Maastricht, expulsiones masivas de inmigrantes y acabar con las sanciones a Rusia. Ambas formaciones políticas ya han confirmado un pacto para gobernar en coalición, y aunque, de momento, han aparcado un punto que sería un nuevo descalabro y un ingente dolor de cabeza para la UE, si es que no sería el golpe definitivo para dar por muerta la misma, tal como está configurada hoy en día, a saber, la posibilidad de abandonar el euro, las exigencias para la burocracia europeísta van a ser de órdago a la grande, y a la chica y a los pares, pues abogan por aplicar de forma plena los objetivos del Tratado de Maastricht de 1.992, tras los descalabros acaecidos en los últimos años, considerando necesario revisar la estructura de gobernabilidad económica europea, que creen ser en la actualidad asimétrica y basada en el predominio del mercado (los dineros, la economía de alto estanding) respecto a la dimensión microeconómica y social (un pedazo de pan para vivir dignamente y paz y seguridad para todos sea cual sea el estrato que ocupe) y en esa estructura pretenden que se revise la Política Monetaria de la UE, el Pacto de Estabilidad y los procesos ante los desequilibrios macroeconómicos excesivos, o sea, resumiendo o en una palabra, más atención al ciudadano y menos protección a las Multinacionales y a la Banca. En cuanto a la inmigración, que tal como está planteada actualmente la consideran insostenible, apuestan por detener y expulsar a todos los “sin papeles”. Además de una profunda reforma de la Justicia (ahí hemos dado en el clavo), con un aumento de penas para los corruptos. Y dentro de lo programado, como más destacable también la bautizada como “renta ciudadana”, de 780 euros al mes que percibirá cada italiano en paro y que estará vinculada a que se comprometa a buscar activamente empleo inscribiéndose en los servicios públicos de ayuda a la búsqueda de trabajo. Pues bien, todo esto y algo más que ya aflorará, ha supuesto un revolcón y un gran tirón de orejas para los burócratas de la UE, acostumbrados al “sí, señor” y al acatamiento y la pleitesía, cuando no sumisión, plena y vergonzante, por parte de quienes rigen el destino de los países integrantes de tal Momio, acostumbrados a hacer de su capa un sayo y a dirigir los destinos de la ciudadanía europea por la senda de la miseria, de la ruina y de la indigencia, mientras ellos viven a pleno oropel, a costa, hay que decirlo, del sudor, sangre y lágrimas de esos ciudadanos, eso sí, hoy convertidos en los verdaderos parias de la tierra, en una nueva esclavitud bajo mandato dictatorial y férreo, “manu militari”.

Por ello, no han tardado ni un minuto en tachar a las nuevas fuerzas emergentes italianas de “populistas”, así como en este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, se tacha de tal guisa a quienes no comulgan con ruedas de molino ni tragan carros y carretas, al discrepar de las políticas de los partidos, digamos aristocráticos, instalados en el poder, si fuere posible, para los restos, es decir, “per saecula, saeculorum”, llamándoles, incluso, anticonstitucionales, por contraposición a ellos que se autonominan “constitucionalistas” y que se creen en posesión de la verdadera verdad, cual Dioses que, incluso, hubiesen sido los creadores del Estado de Bienestar. Sin darse cuenta de que esos presuntos partidos o movimientos populistas tienen su origen y causa en la mala, dispersa y caótica gobernanza que aquéllos que se creen investidos de la “auctoritas humana y divina”, han llevado a cabo durante buena parte de la vida del constitucionalismo moderno, gobernando de espaldas al pueblo y, por tanto, a la realidad, preocupados solamente por su altísimo grado de bienestar, dejando las migajas que caen de la mesa del rico Epulón para los que ellos consideran populacho, y sumidos en un marasmo de corrupción, criminalidad, perversión, inmoralidad, depravación y degeneración, siendo, por tanto, los responsables de que, llegados a un punto, inaceptable, inasumible e inaguantable, los ciudadanos se rebelen y traten de exterminar al “Tótem” que les está quitando el patrimonio y la vida, cuando no los esclaviza.

Tiembla, Europa, Tiembla.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

23 de mayo de 2018

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