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El día después

Por Miguel Ángel Vicente
martes 03 de junio de 2014, 22:58h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

El campo de batalla, tras el día 25 de Mayo de 2.014, día de las Elecciones Europeas, arrojaba un panorama sólo comparable al que se debió vivir tras la derrota de la Armada Invencible, frente a las costas Británicas, en 1.588. Como siempre, el que pierde quiere buscar todo tipo de excusas (tal como le pasó a Cañete, Arias, Don Miguel, tras la debacle frente a Elena Valenciano en el debate televisivo y su obscena, temeraria, irreflexiva y falaz justificación: "no usar su superioridad intelectual frente a una mujer”) y la derrota de la Invencible, fue atribuida, por el monarca español Felipe II, a fuerzas extrañas a la militar: "no mandé mis naves a luchar contra los elementos", sentenció el monarca español y se quedó tan fresco.

Y es que los elementos, sean el viento, las tempestades, el exceso de confianza, un mal planteamiento, una pésima estrategia, un aire de superioridad, etc., pueden ser muy heterogéneos y de muy diferente incidencia en el resultado de una batalla. Pues bien, ese panorama desolador es el que se avistó tras el cierre de las urnas en la noche electoral y el recuento de los votos: un campo de batalla lleno de navíos naufragados, galeones destrozados, pendones hechos jirones, con miles de cadáveres sobre la mar, con náufragos a la deriva agarrados al palo mayor quebrado, principalmente de los primeros espadas derrotados, que no salían de su asombro ni alcanzaban a creer lo que les había ocurrido, quizás, pensaron, algo así como un huracán movido por fuerzas esotéricas del más allá, alienígenas probablemente, ante las que nada podían hacer las legiones y cohortes peperas y socialistas (PP y PSOE), que se vieron sobrepasadas y arrasadas, tal como la marabunta y la langosta arrasan los campos por donde pasan.

En realidad, a fuer de ser sinceros, el verdadero ejército triunfador fue el de la "abstención", que, con casi el 100% de los votos escrutados, se situó en el 54´15%, y a la que si sumamos los votos en blanco (2'29%) y los votos nulos (1´82%), alcanzaría la cifra de un 58'26%, que no es para tomársela a broma y que es muy indicativa del hartazgo de la ciudadanía respecto de los políticos, en general, y del proyecto de la Unión Europea, en particular, pudiéndose hacer la lectura de que los incluidos en ese porcentaje pasan olímpicamente de Europa, si es que no se posicionan contrarios a la UE, en lo que se da en llamar “euroescépticos".

Pero, en verdad, volviendo al campo de batalla, los auténticos perdedores fueron los dos grandes partidos que se han venido alternando en la gobernanza del País, (quitando a UCD) desde la Transición, o sea, Partido Popular (PP) y Partido Socialista Obrero Español (PSOE), los cuales, conjuntamente, se hundieron, y nunca mejor dicho por el símil de una batalla naval, por debajo del 50% (49'05%), perdiendo más de cinco millones de votos y 17 Diputados. Ante esta debacle, Elena Valenciano tuvo el pudor y la sinceridad de reconocer el fracaso, entonando el “mea culpa”, compareciendo a primera hora y manifestando que el "resultado es muy malo" para su partido, y Alfredo Pérez Rubalcaba, como correspondía, empezó a hacer las maletas para hacer mutis por el foro. En el otro lado, aunque el PP se mostrara muy satisfecho, las caras de circunstancias de la Secretaria General, María Dolores de Cospedal y del cabeza de lista, Cañete (que más que nunca se parecía a Chanquete) , y que renunciaron a asomar la cabeza desde el balcón de Génova (por algo sería, con lo que les gustan las fiestas), eran todo un poema y el reflejo del batacazo monumental sufrido por la formación Popular, con el efecto "Cañete" hecho añicos, pues no en vano perdió más de 2.600.000 votos, tuvo 16 puntos de caída y perdió ocho escaños respecto a 2.009. Y ello sólo porque en su pulso particular con los socialistas le habían ganado la partida (26´05% frente a 23,00%, respectivamente) lo que es tanto como ser campeón de liga en tercera regional. Flaco consuelo, cuando se aspira a conquistar la Champions League.

Y frente a ello, un partido, puede decirse que casi único, ganador con todas las de la ley: la formación "Podemos", liderada por el profesor universitario Pablo Iglesias, la cual irrumpió, contra todo pronóstico, con una fuerza fulgurante, como un tsunami, como un vendaval, que dejó boquiabiertos a los políticos de la "casta", esos que han hecho de la política su oficio, su "modus vivendi" y que encaran el gobierno de la "cosa pública" como una empresa privada, anteponiendo el interés particular y privado al interés general y público y que no están dispuestos a abandonar sus poltronas, aunque los pillen con las manos en la masa, ni con agua hirviendo.

Sorpresa mayúscula para quienes dormitan y sestean en sus es-caños, que han despertado de un dulce sueño de la manera más bru¬tal y soliviantada, para quienes pensaron que el pueblo español es un pueblo de mansos entrando al trapo del señor feudal, de los políticos de  enmoquetados pies ,que no pisan la calle ni se les espera para ello, y que ni siquiera, en lo más recóndito de su imaginario, podían llegar a pensar o prever el éxito de esta nueva formación política, con sólo tres meses de existencia, inscrita en el Registro de Partidos Políticos el pasado 11 de Marzo , y con un exiguo presupuesto de 130.000 euros (cifra ridícula al lado de la desaforada partida aprobada por el Gobierno para estas elecciones, 105 millones de euros, es decir, casi 17.500 millones de las antiguas pesetas), logrando cinco escaños en el Europarlamento, 1.239.133 votos (el 7´96%), siendo la cuarta formación política en estas elecciones, mojándoles las dos orejas a tanto político corrupto e inepto que están conduciendo al país a la ruina y la miseria, al hambre y la pobreza, al horror y al espanto, y a la que desdeñaron, minimizaron e ignoraron. Ya dejó escrito Miguel Hernández en  “Viento del Pueblo”, lo siguiente: “No soy de un pueblo de bueyes, / que soy de un pueblo que embargan / yacimientos de leones, / desfiladeros de águilas / y cordilleras de toros / con el orgullo en el asta. / Nunca medraron los bueyes / en los páramos de España”.

“Podemos" ha irrumpido, en el panorama político español y en el europeo, con una fuerza inusitada, inesperada dicen algunos, pero esperada por una mayoría de ciudadanos que esperaban, valga la redundancia, la entrada de un aire nuevo y fresco, una nueva manera de hacer política, dando la cara, pisando la calle y llevando a un país entreverado en la desesperanza, en el desánimo, en la incredulidad, un rayo de luz, un soplo primaveral, una ilusión, un punto para soñar y lo mejor de todo dar un rapapolvo de no te menees que aquí te espero a tanto político narcisista, complaciente, adormecido, ahormado, mentiroso, corrupto y desalmado.

Y la prueba del auge con que ha entrado, pisando fuerte, en el panorama político, el “peligro” que representa para confrontaciones electorales futuras (léanse las autonómicas y las municipales de 2.015) y la preocupación creada en el ambiente y en el ámbito de la vigente casta política, lo demuestran las críticas a las que se han lanzado desde ciertos medios de comunicación (adictos al establishment y al principio de que nada cambie) ciertos periodistas de estómago agradecido, fundadas en el insulto, en lo accesorio y en lo trivial, para descalificar y minimizar a la vista de los ciudadanos el varapalo que ha recibido en el antifonario la casta política actual y demonizando acerca de las maldades que encierra esta nueva formación política. Así, los plumillas de pacotilla, los cómplices de la corrupción política, al no denunciar la misma y taparla echando pelillos a la mar, se han ensañado en el insulto y en lo personal, lo que demuestra la falta de razones y argumentos para contrarrestar el ideario de la nueva formación, la bajeza moral de quienes así actúan y el peligro que atisban de que se acabe, tal como el propio Pablo Iglesias ha aventurado, con el "chollo" de la casta política actualmente entronizada en el poder y en la oposición. Aquí, particularmente, desagradable, ha sido Alfonso Ussía, que para presumir de excelsa educación y buenos modales, sólo ha encontrado un mal a esta nueva formación, cual la "coleta" de Pablo Iglesias, “el coletas", como con desdén le llama, desaliñado y heterodoxamente aseado, como si él hubiera convivido con el chaval, y como si su propio engolamiento y almidonamiento no dieran para un buen rato de chanzas y chascarrillos. Y no se queda atrás  el incombustible sociólogo de cabecera del Presidente del Gobierno, Pedro Arriola, quien puso en su diana para justificar su pésimo planteamiento y peor estrategia en estas elecciones para el PP, es decir, su fracaso personal, arremetiendo contra “Podemos”, al que se refirió con un infumable e impresentable “los frikis acaban planeando”. Y sin dejar atrás la salida de pata del ex Presidente Felipe González quien califica a la nueva fuerza triunfadora de “alternativa bolivariana” y de “una utopía regresiva”, constitutiva de un peligro sin paliativos.

En fin, el tiempo pondrá a cada uno en su sitio; mas lo ridículo e inaceptable es que el Partido Popular no haga ni un ápice de autocrítica y se celebre, sacando pecho la Secretaria General de los Populares, un triunfo inexistente, sólo a la altura de la suela de los zapatos y con un "de los grandes países europeos, junto con Alemania, España es el único en'.el que un gran partido que apoya al Gobierno gana las elecciones", en un análogo a “mi hijo es el más listo y el más guapo del mundo”. Triunfo pírrico, como ya hemos apuntado, y más teniendo en cuenta los vapuleos sufridos en Cataluña (9'80%) y en Andalucía (25'89% frente al 35´13% de Susana Díaz) y perdiendo también en Extremadura, feudo actual del Popular Monago. Más humildad, más realidad ante una "victoria" amarga y raquítica; no querer verlo es abrir las puertas al desastre total en próximas confrontaciones.

Por lo demás, resaltar el ascenso de los Partidos Euroescépticos, liderados por Francia (con Marine Le Pen, Frente Nacional, 24 escaños) y Reino Unido (Nigel Farage, Ukip, 23 escaños), a los que se unen partidos de otros once países que aglutinan en total 100 escaños en la Eurocámara, lo que ha hecho temblar los cimientos de la Unión Europea, cada vez más alejada de los problemas, necesidades y sentimientos de los ciudadanos de sus 28 países integrantes, y que han llevado a Cameron y Hollande a clamar por una refundación de dicha Unión Europea.

MIGUEL ANGEL VICENTE MARTINEZ

4 de JUNIO DE 2.014

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