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Radiografía de un país (VII)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 27 de febrero de 2019, 03:24h

Para dictaminar un diagnóstico claro y completo sobre la radiografía de un país, ese país, aún hoy, a duras penas, llamado España, a fin de poner al descubierto cuáles son los males o defectos que impiden el desarrollo normal, con arreglo a su naturaleza, de la madre patria, es preciso ahondar hasta el máximo en el mismo y analizar todas cuantas pruebas analíticas sean precisas para no errar en el resultado final, a fin de poner en marcha las medidas y mecanismos para lograr que este país logre salir de su letargo y vuelva a ser, en la medida de lo posible, lo que nunca debió dejar de ser, es decir, un país creíble, un país, si se quiere, moderno, capaz de dar respuesta a los retos presentes y de futuro, amén de enterrar y soterrar cuantos males, vicios y defectos, en los últimos 40 años, o sea, desde el advenimiento de la mal llamada democracia, se han ido adhiriendo como una lapa, o más bien, como una tenia intestinal, que ha ido corroyendo y laminando las fuerzas centrípetas del organismo estatal, engullendo a toda la ciudadanía, que ha ido quedando al albur del azar. Sola ante el peligro y que ha sobrevivido porque la naturaleza humana es fuerte y para derribarla o derrumbarla hace falta una fuerza, diría que casi sobrenatural, pero que, al fin y a la postre, tiene sus límites, de manera que con los sucesivos gobiernos de la Nación, encarnados en el binomio PSOE-PP, no ha ido sino diluyendo todas sus reservas y expectativas de salir a flote y volver a los tiempos del esplendor, no digo de poder volver a proclamar, como en tiempos de Felipe II, que en su Imperio “no se ponía el sol”, pero sí haber podido avanzar y colocarse a la altura de los países de nuestro entorno, al menos, los de Europa, que ahora dicen que ha de caminar junta y en una única dirección, aunque a la misma le haya salido una oveja negra, protagonizada por el Brexit de la Gran Bretaña y que con el esfuerzo y el tesón de la aún hoy su primera Ministra, Theresa May, acabará consumándose, devolviendo a su país el orgullo de ser inglés, de discernir lo que o lo que no le conviene, de recuperar su soberanía nacional y de decidir sobre su futuro, sea para bien o para mal, pero todo ello en ejercicio de su libre albedrío y en el gozo de una plena y mayestática libertad, que, en realidad, es lo que hemos perdido quienes tan alegre como inconscientemente nos metimos en esa ruleta rusa en que ha devenido ser la Unión Europea, quedándonos al albur de lo que decida la Comisión Europea, que acumula todo el poder como un dictador cualquiera y a la que hay que seguir a pies juntillas en sus resoluciones y dicterios, sin apenas poder rechistar, aunque sus mandatos ahoguen a la ciudadanía y la dirijan hacia un estado de miseria, pobreza y angustia, todo lo cual no es sino el resultado de haber vendido nuestra alma al diablo y renunciando a nuestra soberanía y, en definitiva y de rebote, a nuestra libertad.

Pues bien, ahora que el Dr. Sánchez ha tenido a bien convocar elecciones generales, a celebrar el próximo 28 de Abril, obedeciendo a sus propias intereses, pero también, de soslayo, dando la razón a quienes desde otros partidos, si no todos, se lo pedían a gritos, por cierto que uno de los más interesados (siguen los intereses propios en juego) el Partido Popular a través de su actual Presidente, Pablo Casado, no se ha sonrojado en criticar la dicha convocatoria, pero, en fin, ya sabemos que en la actualidad, nuestros aspirantes a gobernar la Nación adolecen de empatía, preparación y de visión de Estado, para ponerse al frente del país. Y no hay nada más que mirar el patio con los aspirantes a la poltrona de la Moncloa, para que nos invada el desconcierto, la desesperación, la incertidumbre y la angustia acerca de si entre los mismos haya uno solo que merezca la confianza de los ciudadanos para afrontar tamaña misión. Desde luego, oyéndolos a todos, bien pareciera que los cuarenta años de pretendida democracia hayan pasado en un suspiro y cuantos problemas hayan de ser resueltos, jamás lo hayan sido, ni siquiera en mínima proporción, porque, a toro pasado, parece que todos tienen en sus manos las soluciones para acabar con todos los males que apuntan inexorablemente hacia la ciudadanía, tal como si durante esos citados años nos hubiéramos estado rascando la barriga y dejando que el buque estatal fuera conducido con el piloto automático, dejando el timón a su aire.

Y es que, a la vista de lo que se avecina y se ve en el día a día, resulta que los partidos que no han llegado a gobernar, y que han venido denunciando los pecados y defectos de los que sí lo consiguieron, que no han sido pocos, sino más bien muchos, y bastantes mortales, han empezado a cometer los mismos deslices, los mismos fallos y los mismos pecados que sus antecesores, destacando entre ellos el Podemos de Pablo Iglesias y el Ciudadanos de Albert Rivera, los cuales se presentan en plaza desmonterados, al no haber tocado pelo aún, pero que, aun antes de tocarlo, ya se han contagiado de los defectos que criticaban a los, digamos, partidos mayores por su experiencia en la gobernanza del país. Así, en relación con el dirigente, que desde la Puerta del Sol, en su día, lanzara la consigna de conquistar el cielo, vemos y constatamos que sí, que el cielo lo han tocado, pero solamente él y su compañera de partido y de cama, pues no han tenido empacho en cambiar la caja de cartón que, a modo de morada, clavaron en la dicha Puerta del Sol, por un casoplón al estilo de Julio Iglesias y otras figuras del papel cuché, con la agravante de tirar de la Caja Pública de Caudales, para que le mantengan un chiringuito a las puertas, para que la Guardia Civil le evite un escrache de esos que tanto propalaron y propalan los nuevos señoritos, por mucho que las bases de su partido le hayan avalado, con la boca pequeña, este dispendio y sobre todo el mal ejemplo para poder seguir manteniendo unos principios que a las primeras de cambio, y aun antes de haber tocado pelo, ya los han cambiado, pasando, de derecho, a formar parte de la casta que tanto criticaron y demonizaron. Y, aunque el tal Pablo Iglesias, mantenga su coleta (me refiero a la del pelo de su cabeza) intacta, me parece que ya no sodomiza (en el buen sentido de la palabra, tomándola en el “someter”) a buena parte de su feligresía.

Y si pasamos revista al otro partido, digamos que en cierto modo virgen, al menos en la gobernanza del Estado (porque ya se ha sometido y dado el visto bueno a gobiernos autónomos y municipales), o sea, el Ciudadanos de Albert Rivera, nos encontramos con otro tanto de lo mismo, o sea, que antes de tocar pelo, ya han cometido los mismos pecados, sean mortales o veniales (esta calificación queda al arbitrio del confesor), que sus antecesores en el Poder de la Nación, PSOE y PP, y ahí tenemos al líder, Albert Rivera, haciendo de su capa un sayo, habiendo cambiado ya por tres veces ( y las que te rondaré morena) de pareja en el lecho amatorio, lo cual no casa bien con un hombre que se postula para gobernar y dirigir los destinos de una Nación de 47 millones de habitantes, pues parece estar pensando más en los clítoris que pasan por su vera, que en los verdaderos problemas de los ciudadanos, incurriendo en un veletismo impropio de un mandamás y de una cabeza bien amueblada para afrontar los retos de esta Nación. Ahora se trae a Madrid a Inés Arrimadas, pues espero que su esposo la mande con el cinturón de castidad de los de hierro, para evitar cualquier veleidad del veleta de su jefe de filas. Por otra parte, poner de manifiesto el mal pie con el que ha empezado la interfecta en su misión capitalina, con su desplazamiento a Waterloo, en plan Juana de Arco, cual “Mariquita Pérez”, para informar al señor Puigdemont, por si no lo sabía, que Cataluña no es una República, haciendo un ridículo espantoso, perdiendo el tiempo y dinero y saliéndole el tiro por la culata, porque si pensaba que el exPresidente fugado iba a armar la marimorena, le abrió la puerta y le conminó a entrar para parlamentar, quedando la nueva futura congresista, junto con sus muñidores acompañantes, que no eran pocos, a la altura del betún, debiendo tener presente que pese a su arrogancia y presunta valentía para encarar los imaginarios problemas que le quitan el sueño y el lustre en algunos empeños de su modelo, la dicha Juana de Arco acabó sus días en la hoguera.

Por cierto, que este partido que se presentaba tan limpio como el desnudo que protagonizó su líder en las elecciones de 2.006 (una broma de mal gusto) intentando aparentar la transparencia y sencillez del interfecto y de su partido en ciernes, que se sepa, ya tiene a dos alcaldes condenados por corruptos, el de Espartinas y el de Arroyomolinos, y a una aspirante a la Alcaldía de la Capital de España, Begoña Villacís, inmersa en las triquiñuelas, para no pagar a Hacienda, de las sociedades instrumentales, poseedora de un casoplón de dos millones de euros y de la que la interfecta niega haberse enterado de haber sido administradora de la misma, hasta hace cuatro días, o sea, una excusa muy recurrente y recurrida de las esposas que son pilladas in fraganti (así ocurrió, entre otras, con la Infanta Cristina o la exMinistra Ana Mato), alegando ignorancia insuperable, que se sepa no excusa del delito o de la falta, aunque ésta sea moral y ética.

Por lo demás, las soflamas de PSOE, con Sánchez a la cabeza, y del PP, con Casado a la misma, no dejan de incurrir en lo dramático e irrisorio, prometiendo la regeneración respecto de la corrupción que ambos partidos han ido alentando y favoreciendo durante sus sucesivos mandatos, lo cual les deja desarmados y desautorizados para luchar contra la misma, y porque parece mentira que tras largos años de Gobierno de la Nación, tanto de un partido como el otro, con mayorías absolutísimas en ambos casos, no hayan acometido las medidas y adoptado las soluciones, tanto para la regeneración propia, como para tanto problema que aquejan a España y a los Españoles: ahora prometen hacerlo, ¡a buenas horas, mangas verdes!

O sea, con estos petimetres, ¿qué futuro puede augurarse a España y a los Españoles?

MIGUEL ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

27 de Febrero 2.019

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