Defender lo indefendible

Hoy lo normal es ver cómo cualquiera defiende lo indefendible, la objetividad ha dejado paso a una falta de vergüenza absoluta. No se dice la verdad, se sabe pero se sigue mintiendo y dando una sesgada opinión o información.

Pasa en política pero también en cualquier momento de nuestra vida. En las tertulias deportivas, en televisiones o radios, hasta las que tenemos todos en una cafetería. Nos falta tanta autocrítica, tanta ‘verdad’, que somos capaces de decir que el sol que vemos es cuadrado y de color azul con tal de llevar la ‘razón’. Somos tan cabezones que somos capaces de empujar como imbéciles aun sabiendo que al otro lado del ‘empujón’ no hay salida. No hablamos ya del tráfico y de las diferentes ‘verdades’ que tiene cada pequeño incidente de tráfico. Y así todo en nuestra vida.

Lo triste es que lo hacemos cada día en decenas de ocasiones y que eso es lo que estamos dejando a nuestros hijos a los jóvenes que nos ven.

Pero la cuestión es ¿por qué? La respuesta parece clara. Lo vemos cada día, cada momento cuando vemos a nuestros políticos hablar de cualquier cosa.

Se defiende posturas de vergüenza, se retuerce la verdad tanto que se vuelve mentira. Ellos piensan que nosotros somos tan tontos que les creemos. Y la verdad es que por lo visto hay mucho incrédulo en el mundo y como les sale bien cada día nos engañan más.

Viva la mentira, la tergiversación y la falta de verdad. Todo vale por el voto de cualquier ‘incauto’ a la escucha. Y si vemos eso, ¿por qué no lo vamos a hacer nosotros? Y así nos va.