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Manolo García refleja en sus canciones la honda huella de sus raíces en Férez (Albacete)
(Foto: https://www.manolo-garcia.com/)

Manolo García refleja en sus canciones la honda huella de sus raíces en Férez (Albacete)

Por Redacción / Efe
sábado 25 de mayo de 2019, 12:58h

El cantante Manolo García recibe con "mucha ilusión, sorpresa, alegría y agradecimiento" la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha.

Una distinción que le conecta con sus raíces, con el pueblo de su familia, Férez (Albacete), donde su padre le mandaba a pasar los "largos y libres veranos" con los abuelos, adonde vuelve siempre que tiene ocasión y que, comenta, le ha dejado una huella que se deja ver en sus canciones.

El cantante y compositor, y pintor gran admirador de Fortuny que relata con orgullo que estudió en la misma escuela de artes y oficios de Barcelona, su ciudad natal, confiesa en una entrevista con la Agencia Efe que, como la canción de Alejandro Sanz, tiene "el corazón partío" entre Barcelona, que le ha "insuflado en las venas un algo maravilloso", y Férez, un pequeño pueblo de la Sierra del Segura "a punto de la despoblación" que ha sido "fuente de vida y de cultura" y que le ha puesto "los pies en el suelo".

Aunque adora Barcelona, con los años las ciudades grandes le han ido "echando para atrás" y no descarta vivir en un futuro en el pueblo de sus padres.

De hecho, el artista se muestra "muy agradecido" de esa "doble posibilidad" que ha tenido de vivir en Barcelona que, según recuerda, "en los años 70 era una ciudad muy viva y rebelde" y todavía hoy perdura en ella "algo de su pasado anarcosindicalista".

"La Barcelona que recuerdo me ha dado una vida enorme, pero también el campo, en Albacete, que me ha puesto los pies en el suelo. El pequeño huerto de entonces, cuatro cabras, el vino y el aceite para ser autosuficientes", relata con nostalgia.

Manolo García vivió con 17 o 18 años la "explosión cultural" de Barcelona en los años 70 y la Transición, años en los que el arte, la música, el cómic, estaban muy concentrados en las grandes ciudades.

Pero "ayer leía en el tren sobre la España despoblada. Y sí que me veo viviendo en el pueblo, donde veo una placidez en el ambiente, una paz y una dulzura de vida que no encuentro en la gran ciudad", confiesa el cantante, quien también reconoce que "es cierto que no es lo mismo tener 18 años que 40, 50, 60 o más".

"La tierra, para el que la siente, es pasión", afirma el artista, que añade que conoce gente que si ganara un sueldo digno, querría quedarse en el campo porque serían "dueños de sus días, de su tiempo, su vida y su libertad".

"Mi padre, como decía Miguel Hernández, era un niño yuntero y allí se fue formando como hombre hasta que a los 21 años tuvo que emigrar a Barcelona, como obrero no cualificado. Esto es lo que he vivido y lo que dejo ver en mis canciones", asegura quien fuera integrante de El Último de la Fila.

"Tengo la tierra en la médula. Me duele el paisaje, las laderas vírgenes donde entró el arado romano, donde había viñas y olivares", y que sin embargo ahora están infestadas de molinos eólicos, critica el cantante, para quien es necesario cambiar el modelo energético y pone como ejemplo el norte de Europa donde instalan los molinos de viento unas millas mar adentro.

Ante el daño que el hombre causa al planeta hay que reaccionar y decir a los políticos "es ahora, estamos en el momento".

"Este mundo ultraneoliberal tan bestia que no respeta a nada ni a nadie duele a las personas sensibles y sencillas de corazón, la gente que no necesita tanto, pero sí necesitamos calma, paz, absoluta tranquilidad", dice el músico y pintor, que de niño soñó que lo sería y que ahora, cada mañana, agradece que puede componer, cantar, pintar.

"Y el círculo se cierra cuando noto que mi tarea da alegría a otros, da sentido a mis días, a que agarre la guitarra y me ponga a componer".

La música y el arte en general, explica, tienen eso, "es un regalo de los dioses para permitirnos respirar, porque la vida gris del lunes a las siete de la mañana en el embotellamiento para ir a esa reunión que detesto o ponerme delante de esa máquina, con un sueldo magro, es muy duro, y los dioses piensan: pobrecicos, hay que echarles unas canciones, unos cuadros, unos libros, unas películas, unas cervezas y unos abrazos de gente buena".

Manolo García, que hace la entrevista desde la habitación de un hotel en medio de su gira de entre 55 y 60 conciertos por España, dice que le gustaría tocar, dentro de lo posible, en todas las provincias, sobre todo en las que se están despoblando, por las que confiesa siente simpatía: "las amo, las quiero mucho. Provincias que van atrás y quedan cuatro resistentes en la trinchera. Me pongo muy tierno, el corazón se me sube a la boca, estas provincias molan, son numantinas, con pequeños ganaderos y agricultores. Esas provincias son las mías".

El Día de la Región, Manolo García estará en Albacete recogiendo la Medalla de Oro aunque por la noche tenga concierto en Tarragona, porque "una cosa así no me pasa todos los días".

"Iré con cariño y ganas porque le tengo mucho cariño a Castilla-La Mancha, a Albacete. Mucho no, todo el cariño", dice el músico.

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