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La modestia, un bien preciado y olvidado

Por Marino Martínez
sábado 24 de agosto de 2019, 15:46h

Una de las mejores virtudes que pueden tener las personas, al menos para el que escribe, es la modestia. Al parecer es un bien que se pierde, se olvida o se aparta.

Es habitual ver como la soberbia ‘mata’ a políticos, artistas, deportistas o a cualquier otra persona en su día a día, haga lo que haga, sin necesidad de ser famoso.

En ocasiones reconocemos a las personas precisamente por esa virtud, parece que los queremos un poco más por ese ‘bien’, los respetamos más por que parecen más cercanos de lo que podíamos imaginar.

Con esa virtud en el bolsillo parece que las personas (artistas, políticos, deportistas o famosos en general) caen mejor. Creo que los valoramos por encima incluso del valor real que tienen en su profesión o dedicación. Una persona modesta parece mejor de lo que realmente es, el problema viene cuando esta persona olvida que está más reconocido de lo que merece precisamente por su modestia o cercanía.

En ese ‘carrito’ de ‘dioses’ que se caen hay muchos. Los vemos muchas veces a la salida de los entrenamientos cuando los famosos futbolistas no son capaces de firmar un autógrafo a un chaval que lleva allí horas esperando por un ídolo que no merecer serlo.

Lo vemos también en los artistas, aquellos que dan apariencia de cercanía y luego no la tienen acaban siendo olvidados. No vale con serlo desde el escenario, eso es fácil y entra dentro de la profesión.

Vamos con dos ejemplos, el otro día David Bustamante estuvo en La Roda, cierto es que no dio muchas opciones a sus seguidores porque llegó y se marchó con rapidez, pero en el poco tiempo que estuvo sin cantar se mostró amable y cercano a la gente. Durante el concierto todo perfecto, sin restricciones a nadie, ni a público, ni a medios ni a nadie.

El sábado 24, llegaba Albacete Manuel Carrasco. Un ídolo que lo es más por su supuesta cercanía y amabilidad. Que lo es más por salir en televisión y dar esa imagen. Un ídolo que lo es sin que seguramente su música supere a muchos otros compañeros de profesión que han tenido menos suerte o se han ‘vendido’ peor y con mejores discos venden menos y son menos seguidos.

Llegaba Carrasco y viendo las restricciones de su gente de prensa solo cabe pensar o que se le sobreprotege en exceso o que ‘Manu’ está más cómodo en la ‘mentira’ de la televisión que la cercanía de la gente. Suerte, la va a necesitar, la popularidad es flor de un día y la vida pasa para todos.

Y, finalmente, nos vamos a la política. Aquí es más fácil encontrar casi siempre la amabilidad, pero no siempre va unida con la modestia. Eso no siempre se da y muchas veces la obcecación en hacer lo que se tiene en mente acaba por perjudicar a los ciudadanos.

Se supone que un alcalde o concejal debe escuchar, pero no solamente a los que van al despacho a ‘influir’. La verdadera modestia del político estar en salir a la calle, ‘mezclarse’ con la gente de la calle, los que no son de asociaciones, partidos políticos o sindicalistas. Se trata de escuchar, de tú a tú y sin sentirse superiores, a la gente que expone su pequeño problema, su pequeña idea, las ciudades están llenas de la suma de cosas muy pequeñas.

Imponer cuestiones que afectan al día a día, a las fiestas, al tráfico, etc... (léase cambios drásticos y prohibiciones en la cabalgata, botellones, aceras inmensas, quitar aparcamientos, calles peatonales por decreto y un sinfín de cuestiones).

Todo lo señalado es solamente eso, imposiciones contra los ciudadanos a los que se supone se deben y les pagan su sueld

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