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¿Hasta cuándo….?

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 14 de octubre de 2020, 02:03h

Vamos a tener que seguir soportando la criminalidad de este autollamado, a bombo y platillo, Gobierno Progresista de España? al cual más le iría el epíteto de “Regresista”, pues encamina a este País, aun hoy a duras penas, llamado España, hacia el pasado, de manera que está en proceso de trasladar el pasado al presente, ya lo dicen los expertos (los de verdad, los que no se inclinan en posición de decúbito supino ante este Gobierno de pacotilla, de titiriteros y truanes, en espera de que les den por la retambufa cuantas veces sean precisas para seguir demostrando su sumisión a la canallesca que se sienta en las poltronas de este Gobierno, más bien, de este Des-Gobierno, que permite a su niño bonito, o sea, a Pablito Iglesias, alias “El Jorobado de Notre Dame Español”, o “El Coletas”, o “El Chepas”, o “El Macho Alfa”, y, más recientemente, conocido como el “Moñas” o “El Moños”, a gusto del consumidor, liarla parda en contra del Jefe del Estado, en las instituciones a las que tiene acceso y, en general, en todo lo que toca, pues se cree que es un revolucionario fetén, tipo Marx, Lenin o Estalin, y más concretamente por entenderse en el mismo idioma, tipo Nicolás Maduro o Evo Morales o Fidel Castro, que todos caben en la viña del Señor) hacia un mundo nuevo, más bien viejo, pues vaticinan que la crisis social, política y económica de nuestra España, allá por los años de la postguerra civil española, se está asentando, a marchas forzadas, sobre nuestros páramos, y que sus consecuencias van a durar y perdurar, por lo menos veinte años y aun así contando con la ayuda de la Divina Providencia.

Ahora, ha salido a la luz, las más de diez alertas que el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) remitió al Gobierno Progresista de España, alertando, valga la redundancia, sobre la gravedad del coronavirus antes del Estado de Alarma decretado por el Pseudo-Doctor-Sánchez, alias “Pinochón” (ya se sabe, un Falcón para él y su señora y otro para su nariz, o, quizás, ya dos para sus napias), concretamente según desvela el “Diario El Mundo”, del día 6 de los corrientes, a saber, los días 27 y 31 de Enero; 7, 13, 17, 20, 23 y 29 de febrero; y 5, 6 y 7 de marzo, incluso el 24 de enero ya había advertido del impacto del virus en China, país de origen de la pandemia, sin que aún se sepa a ciencia cierta qué motivó la aparición de este virus y a cuántos chinos afectó mortalmente. Lo cierto es que el dichoso virus se propagó, prácticamente, poco menos, o, quizás, más, que a la velocidad de la luz y en un abrir y cerrar de ojos el mismo ya dio lugar a una pandemia, declarada como tal, aunque en principio con reticencias, para no molestar al estado asiático, China, por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y dentro de los informes diarios que emite el Departamento de Seguridad Nacional, sotto voce (porque son confidenciales), al oído del Gobierno de la Nación, ordenando por prioridades los asuntos que amenazan la seguridad nacional, el día 27 de Enero, el coronavirus era ya el primero. Y aún así, el 29 de Enero, el Ministerio de Sanidad, con Salvador Illa al frente (que no tenía ni tiene repajolera idea de medicina, porque, por lo visto, lo suyo es la Filosofía, que también habría que ver sus contornos filosóficos y su aptitud para desarrollar como profesor las enseñanzas filosóficas, que más bien, serán las enseñanzas psoísticas, ¡pobres alumnos!), se despachó con el siguiente COMUNICADO: “No se podía descartar algún caso en España, pero que si esto ocurriera la probabilidad de que se produjeran contagios sería baja”, claro que no sabíamos con qué hados se jugaba los cuartos el Sr. Illa (¡qué maravilla!), ya que una semana después apareció en escena el verdadero artífice de la adivinación (al parecer por ser un arúspice de tócame y no te menees, porque la medicina, siendo como dicen que es, médico sin doctorado, y yo no me lo creo y si ostentara tal carrera sería una más otorgada como los másteres en la Universidad Rey Juan Carlos I, de los que hemos conocido unas cuantas historias para no dormir), y, a la sazón, Director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, del Ministerio de Sanidad, un tal Fernando Simón, que en mala hora ha tomado las riendas para asesorar al indocumentado y torpe Ministro de Sanidad, Salvador Illa, elevando el tono, pues sin pensárselo dos veces ni consultar con la almohada y mucho menos sin contar con Dios ni con el Diablo, largó aquella frase que ya es una señera para la historia de este desgraciado país, repito, aun hoy, a duras penas, llamado España: “Creemos que en España, como mucho, no habrá más de un caso o dos” y entonces empezó la banda sonora con aquello de que la Sanidad Española era la mejor del Mundo, lo cual ya se ha demostrado que “res de res”, que dicen los catalanes, aunque, quizás, pudiera ser cierto en lo relativo al abnegado personal sanitario, en todas sus escalas y órdenes, el cual, por negligencia grave de este Gobierno, ha sido mandado a luchar en primera fila sin los medios materiales mínimos para hacer frente a este monstruoso virus que, incluso, por esa falta de medios, por esa falta de prevención, por esa falta de previsión, ha visto diezmadas sus filas en un número importante de fallecidos y sobre todo de contagiados (más de 50.000 se cuentan), sin que éstos aun habiendo salido del trance, no han quedado indemnes, como no lo han quedado un importante número de conciudadanos contagiados, que sí, han salido de la UVI, de la UCI, o, simplemente, de su internamiento hospitalario, pero que sufrirán, muchos de ellos, gravísimas secuelas de por vida, que acabarán acortando las expectativas de ídem, tal como ya se ha anunciado de que España, a estas alturas, ha retrocedido en un año esas expectativas de vida, con carácter general.

Y, si en ese mes de Enero, el coronavirus ya había pasado al primer puesto en prioridad de preocupación para la seguridad nacional, según los informes del Departamento de Seguridad Nacional, a partir del 7 de febrero ya se contaban los riesgos que el mismo suponía o podía suponer para España. En la mente de todos está la suspensión del Mobile World Congress 2020 a celebrar en la Ciudad Condal y del que antes de su suspensión ante el peligro que se avecinaba, contó con un rosario de bajas de las más importantes empresas que iban a participar, aun asumiendo la pérdida de todo lo invertido en previsión de esa participación, y dejando a Barcelona sin un beneficio económico de 500 millones de euros. Y no se suspendió porque las autoridades gubernativas fueran conscientes del riesgo que suponía su celebración (hasta el último minuto se insistía en que el mismo debía celebrarse), sino porque, como hemos apuntado, esa cascada de cancelaciones de empresas participantes, que no querían poner en riesgo la salud y la vida de sus trabajadores, entre ellas, las más importantes a nivel mundial, obligaron a echar el cierre al evento.

Y por si fuera poco y como si se tratara de una entelequia dirigida a oídos sordos, el propio Departamento Nacional de Seguridad (que, para mayor inri, está incardinado en el organigrama gubernamental y dependiente del Ministerio de Presidencia, creado ad hoc para el votarate Iván Redondo) y en línea directa con el Pseudo-Doctor-Sánchez, o sea, con el Presidente del Gobierno, y cuyos avisos recibían igualmente los Ministros de Exteriores, Justicia, Defensa, Hacienda, Interior, Transportes, Industria, Presidencia, Política Territorial, Ciencia y Sanidad, como se ve un pleno al quince, sin que, por tanto, nadie pudiera llamarse andana con el no sé, no sabía, y otras excusas absurdas de mal pagador), el mismo día 7 de Marzo avisó del desbordamiento de la epidemia, con mensajes tan claros como tajantes y expeditos de polvo y paja: “NO se descarta que la cifra de fallecidos ascienda en las próximas horas”, “El incremento de casos en las últimas horas ha sido mayor de lo habitual” y “Los casos se concentran fundamentalmente en la Comunidad Autónoma de Madrid”, subrayando el segundo de estos últimos mensajes, poniendo de relieve la relevancia del mismo y el horror que se avecinaba sobre el País, y, particularmente, sobre la Capital de España por su propia idiosincrasia de trasiego de personas, incluso, de allende nuestras fronteras, a las que, en principio, se les dejaba pasar como Perico por su casa, sin someterlas a ningún tipo de control en aeropuertos (recordemos los varios vuelos procedentes de Italia, repatriando a alumnos del Erasmus, cuando el país Transalpino era el foco europeo de la pandemia), y echándole más valor que un torero recibiendo al toro a portagayola, sin capa ni muleta, nuestros preocupados gobernantes, incidieron, de una manera criminal y diabólica, en la expansión de la pandemia en España, al autorizar, la manifestación sobre el día de la Mujer, el día 8 de Marzo, para dar satisfacción a la analfabeta Ministra de Igualdad, Irene Montero, esposa del Vicepresidente Segundo, y líder de Podemos, Pablito Iglesias, entre otros alias, “El Macho Alfa”, que casa poco con los planes de igualdad y justicia que, teóricamente, debe predicar su cónyuge, suponiendo un punto de país bananero que ambos cónyuges se sienten en el Consejo de Ministros. Manifestación que concentró, solamente en Madrid, a más de 600.000 personas, y, quizás, otras tantas, en las distintas Ciudades Españolas donde se dio el visto bueno a tan nefasta celebración, y que supuso el punto de inflexión que condujo a España a liderar todos los récords negativos, habidos y por haber, respecto de la pandemia, la cual se extendió por la piel de toro arrasando a su paso y creando un paisaje desolador de muerte, miseria y hambre, conduciendo al país hacia la ruina sanitaria y económica total, convirtiéndose la misma en el advenimiento de una plaga de langosta o, más bien, de la marabunta, que, a su paso, no dejaba títere con cabeza. Todo ello para dar gusto y satisfacción, como digo, a la Ministra de Igualdad, Irene Montero, que se contagió en la misma, tal como se contagiaron más dirigentes del país, entre ellos, la Vice-Primera, Carmen Calva Poyata (que para dar ejemplo, se trató en una clínica privada, huyendo horrorizada de la Sanidad Pública, que tantas alabanzas y bienaventuranzas recibe de esta inane y criminal clase política diligente en la gobernanza de nuestro territorio nacional, así como la denostación de que hacen gala de la Educación Privada, especialmente, de la concertada, pero, al igual que con aquélla, “españoles haced lo que yo diga, pero no lo que yo haga”, pues respecto de sus descendientes sí se preocupan de llevarlos a un centro privado y si es del extranjero, mejor que mejor, y a los españolitos de a pie, que les den morcilla).

Pues bien, ante lo que se avecinaba, comenzó el Pseuso-Doctor-Sánchez, con sus repetidas filípicas, apareciendo en la Tele, con esa cara de loco paranoico-maquiavélico, anunciando el Estado de Alarma y reconociendo que lo impulsaba porque se preveía un número de muertes de, al menos 30.000 personas, quizás de ahí nació ese afán de controlar el número de fallecidos por el virus en alrededor de los 30.000, cuando, en realidad, y como han puesto de manifiesto los Tribunales Superiores de Justicia de algunas Comunidades Autónomas que no se pliegan a los dicterios del Gobierno Progresista de España, y los Registros Civiles, la mortandad, hoy por hoy, debe sobrepasar las 60.000 almas, pareciéndose no dar importancia y, por ello, minimizar, las muertes que, a diario, se siguen produciendo sobre esta segunda parte de la pandemia, que no son moco de pavo, a base de más de cien personas al día, y, a veces, casi triplicando esta cifra, y es por ello, que las Funerarias han previsto más personal y más ataúdes preparándose para afrontar esta segunda ola, reforzando sus plantillas, que eran de 12.000 trabajadores, en 1.800 más, para evitar el factor sorpresa, pues como declara Alfredo Gosálvez, secretario general de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Penasef), patronal que agrupa a tres de cada cuatro compañías españolas en el sector, se trata de evitar el “factor sorpresa”, pues, declara, que en sus instalaciones, en la primera semana de Agosto, hubo dos enterramientos por Covid19, en la segunda, cuatro, en la tercera 8 y en la cuarta 23, todo lo cual ya indica un dato hacia donde vamos con este Gobierno Progresista de España, que sigue igual de relajado, mientras el toro no le pille a él. Y mientras tanto, mientras la gente sigue muriendo y sigue infectándose, nuestros Ministros a seguir tirando de fuegos de artificio, tal como hace la analfabeta Ministra de Igualdad, Irene Montero, preparando la reforma de la Ley del Aborto para que las menores de 16 y 17 años estén exentas de contar con el consentimiento de sus progenitores para abortar (reforma que en 2.015 llevó a cabo el PP, exigiendo ese requisito, cuando su promesa electoral, como tantas otras, abandonada en el cajón del olvido y convertida en agua de borrajas, era la de derogar la Ley Aido), o la Ministra de Hacienda, María-Jesús Montero, de aplicar un IVA del 21%, a la Sanidad Privada y a la Educación Privada, hoy exentas de tal impuesto, por considerarse un servicio esencial, la Ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celáa, barrunta aprobar su nueva ley de Educación, sin oír a los experto ni dar voz a la Comunidad Educativa en el Congreso, amén de pergeñar que se pase de curso con cualesquiera número de suspensos y la posibilidad de obtener el título de Bachillerato sin haber aprobado todos los cursos, o ampliar la educación obligatoria hasta los 18 a los, congratulándose de que en el curso anterior se han disparado los títulos de Bachillerato, titulándose 41.501 alumnos más que en 2.019, lo que ha hecho que la cifra de matriculados en Selectividad pase del 75% de 2.019, al 90% este año (no me extraña, pues con la excusa de la pandemia, se han aprobado casi a la totalidad de alumnos, sin constatar su preparación, y así aparecemos en los informes PISA un año tras otro, cerrando el pelotón de los torpes).

Resaltar, que el arúspice Fernando Simón (un inútil entre los inútiles y un sinvergüenza entre los sinvergüenzas) pidió no difundir “miedo” ni cancelar actos pese al riesgo “alto”, bajándose los pantalones ante el Gobierno Progresista de España, y siendo un eslabón de trascendencia vehicular fundamental para la expansión de la pandemia en nuestro País, y coadyuvante a sus consecuencias de muerte y contagios (que dentro de éstos, aunque hayan superado la enfermedad, hará, como hemos indicado, que les afloren gravísimas secuelas que marcarán el iter de sus vidas). Y como pone de relieve el Presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Jefe de Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón, “han subido un 20% la depresión y la ansiedad; es la ola que viene”, “En sanitarios ya hay estrés postraumático. Y enfermos, apatía y heridas cognitivas”, “El sistema de salud no aguantará la cronicidad de los trastornos mentales”.

Y si con esos repetitivos avisos del Departamento de Seguridad Nacional, el Teniente Fiscal del Tribunal Supremo, Luis Navajas, informó sobre el archivo de veinte querellas criminales interpuestas contra el Gabinete Español en Pleno, en base, fundamentalmente, argumenta, tal espécimen orondo y rechoncho (que debe tirarse buenos pedos, tras ponerse como el quico), a que nadie en el Gobierno sabía ni pudo saber lo que se venía encima a este País de charanga y pandereta (tal como lo tildara nuestro inmortal poeta, Antonio Machado), debe seguir el camino de inutilidad y sinvergonzonería hacia el que ha ido Fernando Simón, porque, como muy claramente santifica Federico Jiménez Losantos, en su artículo de opinión, en el Diario “El Mundo”, del pasado miércoles 7 de octubre, “sabían que mataban”, “Lo terrible del informe Navajas no es que se equivoque, que por error o prevaricación vulgar se entendería, sino que priva a los ciudadanos del recurso a los tribunales cuando su vida, su hacienda y sus derechos han sido deliberadamente pisoteados y escarnecidos. No cabe considerar Estado de Derecho a España, salvo al nivel de Cuba o Venezuela y muy, pero muy por debajo de Polonia o Hungría, tan criticadas en la UE, cuando a los familiares de 53.000 muertos (y los que te rondaré morena, añado yo) se les priva del derecho legal a quejarse y a pedir, siquiera pedir, alguna compensación por la ceguera voluntaria ante los datos de DSN”. Y, añado uno, ítem más, y a que paguen y purguen en la cárcel todo este tropel de criminales, que son culpables de un genocidio sin precedentes en el Mundo, haciéndose cómplice el mentado Luis Navajas, que ha hecho méritos para seguir el camino del Gobierno hacia el banquillo de los acusados.

MIGUEL ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

14 de Octubre de 2020

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