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Otro batacazo

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 17 de septiembre de 2014, 00:08h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

En este caso, otro fracaso o caída brusca, en el deporte baloncestístico, que unir al sufrido en Junio/Julio por la Selección Española (“La Roja”) en el Campeonato del Mundo de Fútbol, celebrado en Brasil, y ahora otra Selección Española, en el deporte del Baloncesto, en el Campeonato Mundial de Basket, celebrado en nuestro país y preparado para que nuestra Selección se coronara con el título de Campeona, para lo que se teledirigió el sorteo previo para que el enfrentamiento de los nuestros con la Selección de EEUU no se produjera sino en la mismísima finalísima, lo que no deja de ser un atentado contra uno de los principios fundamentales y básicos del deporte, cual es el de la limpieza y transparencia desde el principio hasta el final, pero ya vemos que, hoy en día, donde priman los resultados económicos de los propios países participantes y de los patrocinadores, se pasa por encima de cualquier cadáver con tal de conseguir los objetivos marcados.

Y otra vez más, el fracaso ha sido mal digerido, convertido en decepción y frustración, sobre todo porque nos habíamos puesto el listón muy alto y porque en este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, no asumimos el fracaso o la derrota y siempre comparecemos en cualquier plano deportivo como los favoritos que habemos de ganar “por cojones”, porque nos consideramos siempre los mejores, menospreciando y tratando de ridiculizar a los rivales, que tanto derecho o más, en algunos casos, tienen a alzarse con la victoria y precisamente por y para ello compiten, sin que tengan que asumir, así por las bravas y porque nosotros lo queramos, el papel de meros comparsas para coadyuvar a la gloria de nuestra bandera.

Y es que, la principal, aunque no única, razón de este estrepitoso descalabro, está basado en que desde todos los ámbitos mediáticos nos comen el coco machacándonos con la idea de que somos los mejores y los únicos acreedores al triunfo final, lo que se conseguiría, sin paliativos, compitiendo contra nosotros mismos y así no dejaríamos resquicio alguno para que nos arrebatasen el triunfo final. Pero aún seguimos, en este país, pensando que los demás son tontos y que no saben lo que son los juguetes, y que, por narices, han de plegarse a nuestro capricho de victoria insaciable. Y de ahí, esa autosuficiencia, esa confianza ciega con que nuestros jugadores afrontaron el partido contra Francia, creyendo que la victoria no se nos negaría y que por nuestra cara bonita, sin despeinarse y sin sudar la camiseta, los galos caerían ahítos de admiración y de impotencia ante la sublimidad y la excelencia de nuestro cartel, o, más bien, marca (España), como suele gustar emplear en la actualidad y en cualquier evento, sea deportivo o no. Menospreciando al rival, creyendo que Francia sería pan comido, ante el antecedente de la fase de grupos en que, aquí sí, nuestros muchachos pasaron como una apisonadora sobre los franceses (88-64), relajación injustificada (¿cómo pueden ausentarse de la concentración los hermanos Gassol la víspera de tan trascendental encuentro?) y exceso de confianza en las propias fuerzas (que luego resultaron ser más bien flacas) y sin ser conscientes de que el rival también juega y también tiene sus pretensiones de gloria, de éxito y de triunfo. Una derrota amarga, como es calificada por los medios de comunicación, para una Selección, también calificada por dichos medios, como la mejor de la historia, pero merecida, por nuestra indolencia, nuestro exceso de confianza y nuestro menosprecio hacia el rival. Un fracaso sin paliativos y sin excusas, como, sin ambages y dando la cara, han reconocido algunos jugadores, tales como Pau Gasol y el capitán Navarro.

Ahora bien, en este estrepitoso fracaso, la reacción de los medios de comunicación, ha sido totalmente contraria a la habida respecto del otro monumental fracaso, el de la Selección Española de Fútbol. Si en éste segundo, que fue el primero, todo fueron paños calientes para arropar a los jugadores y al seleccionador nacional, el Marqués de Del Bosque, que sigue al frente de la misma como si nada hubiera pasado, siendo así que en Brasil se cayó a las primeras de cambio, de manera vergonzante y lamentable, en la fase de clasificación inicial, en el caso del primero, que ha sido el segundo, los medios han caído como alimañas hambrientas de sangre y carnaza, contra el preparador nacional, Juan Antonio Orenga, a quien han señalado como el único, o casi único, responsable de la debacle, cuando en los enfrentamientos anteriores, fase de clasificación y ante Senegal en octavos, todo eran alabanzas y palmas para el avance firme e implacable de nuestra Selección, con un promedio de 89 puntos por partido y 26 de diferencia media en los mismos, y a nadie se le ocurría criticar que el campeonato estuviera mal preparado, como ocurre a toro pasado y poniendo a caer de un burro al Seleccionador, del que piden su cabeza en una bandeja de plata, tal como le pidiera Herodías a Herodes Antipas, la cabeza de San Juan Bautista, para su hija Salomé.

Mas, independientemente de todo lo dicho, lo cierto es que los españoles tenemos muy mal perder y más cuando vamos de favoritos y nos lo creemos, estando acostumbrados a vender la piel del oso antes de cazarlo y así nos luce el pelo en cuanto pintan bastos, y sin ser conscientes de que donde las dan, las toman (como anillo al dedo en este doble enfrentamiento con Francia). No está, de más, este baño o lección de humildad que, acaso, estábamos pidiendo a gritos. Y, en este sentido, lo mismo que en el caso del fútbol, nuestro Presidente del Gobierno, Don Mariano Rajoy Brey, que con tantas alharacas se fotografió junto a los seleccionados del fútbol y del baloncesto, como en aquél, en éste, también se ha llamado andana y no ha querido saber nada de los derrotados, como si éstos no fueran los mismos a los que dio ánimos y despidió camino del triunfo. Pero, ya sabemos, que la fotografía junto a los fracasados (sobre todo cuando el listón se lo fiaron tan alto: mojar la oreja al amigo americano), no da votos. Mas, lo cortés, no quita lo valiente, y un mandatario, que se cree un hombre de Estado, debería estar a las duras y a las maduras, definiéndose,  a sí mismo, con esta actitud.

Si a estos dos colosales y descomunales batacazos, unimos el tercer fiasco en la petición de los juegos olímpicos para Madrid (2.020) y la reciente, humillante e hiriente derrota de nuestra Selección en la Copa Davis contra Brasil, abocando a la misma al descenso a la segunda categoría y su alejamiento de la élite en esta competición, bien podríamos calificar este año 2.014, deportivamente hablando, de “horribilis”, lo que sería asumible, si no se unieran a esa horribilidad el ámbito económico y el político, por mucho que nuestro Gobierno y el Partido que lo sustenta (el PP) entonen las Cantigas de Santa María, del Rey Alfonso X el Sabio, en gallego, en portugués, en galaicoportugués o en román paladino. 

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

   17 de septiembre de 2014 

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