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Black is black

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 22 de octubre de 2014, 03:24h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Esta es una de las canciones con la que, en los años sesenta (1.966), “Los Bravos”, con el alemán Michael Volker Kogel, y desde su separación del grupo en 1.969, conocido como Mike Kennedy, a la cabeza y como vocalista, alcanzaron la cima de su fama como grupo y con la que entusiasmaron a toda una generación, la de los pantalones de campana, incluidos los vaqueros. Pues bien, el Black, negro en inglés, se ha puesto de nuevo de moda y encabeza todas las listas de los grandes éxitos, aunque ahora en aplicación al color de unas tarjetas de las que gozaban todos los miembros del Consejo de Administración de Caja Madrid, en su primera época, y de Bankia, en su segunda época, y que, al parecer, datan de los años ochenta, aunque ahora es cuando han empezado a echar humo y alcanzar el primer puesto en todos los “Hits Parades” de la Nación Española, incluida la Nación Catalana, aún por definir en su ámbito secesionista, pero ya definida en su Estatuto (“Estatut”) de 2.006, aquél que aprobara el Parlamento Español y al que diera su bendición, el entonces Presidente del Gobierno de España, Don José-Luis Rodríguez Zapatero, el Sr. Rodríguez para algunos, y Zapatero para la inmensa mayoría de los ciudadanos, dando cumplimiento a aquella promesa que le hiciera al Tripartito (PSC, ERC y ICV-EUiA), nacido del obsceno Pacto del Tinell, de que daría el visto bueno a lo que aprobara el Parlament Catalán.

Ahora, parece tal como que no exista más problema que el de las tarjetas blacks, bes, negras u opacas, llamadas así, en algunos casos por su color, pero en todos los casos, fueren del color que fueren,  por su opacidad al Fisco, es decir, a la Hacienda Pública, esa enorme organización destinada a exprimir el bolsillo de los españoles, llamados, por ello contribuyentes, y que, a poco que te descuides, te da un meneo que te deja bailando la yenca, izquierda-izquierda, derecha-derecha, adelante y atrás, un dos tres, y que te puede dejar marcado de por vida, siempre y cuando seas un don nadie, porque las grandes fortunas, políticas y apolíticas, se van de rositas y gozan, incluso, de ayudas y deducciones fiscales multimillonarias e ilegales, tales como las que ese Organismo, también negro, por el miedo que infunde al ciudadano, concede a los grandes, léanse Banco de Santander, Telefónica, Iberdrola, etc.., que, ahora, según la UE deberán ser devueltas e ingresadas en las arcas nacionales y ya veremos en lo que queda, pues hay que servir al señor Don Dinero, porque “aluego”, como diría mi tío Tiburcio, el del pueblo, que fuma hierba, pero de la que recoge en el prado, encuentran grandes acomodos en los Consejos de Administración de esas Entidades, los políticos que van siendo amortizados y dicen pasar a dedicarse a la empresa privada, como si no supiéramos que en ese ámbito no se comen una rosca y que son incapaces de valerse por sí mismos, pero así funciona esto, mientras no lleguen al poder los de Podemos y arreglen, en la medida de lo posible, estas inmoralidades, estos gatuperios y estos desmierdes.

Mas, volviendo a las tarjetas Blacks, tras el estallido del escándalo, no mayor que tantos otros como con los que nos hemos ido desayunando, un día sí y otro también, desde que en el inicio de la Transición se rompiera la botella de Champán, o de Cava, contra la cubierta de un buque llamado “Democracia”, que, allá, por 1.978, fue botado, con gran algarabía y como si aquello nos garantizara la subida al cielo, en cuerpo y alma, como le ocurriera a Nuestra Señora la Virgen María, cuando, en realidad, se iniciaba un calvario que nos ha ido retrotrayendo hacia la edad de piedra, y que en los últimos tiempos se ha convertido en un verdadero infierno para una inmensa, bastante inmensa, mayoría de los españolitos de a pie, porque lo que es para los integrantes de “la casta” a que viene refiriéndose el temido Pablo Iglesias, más bien, al contrario, hasta el punto de que pondría la mano en el fuego de que ese treinta y cuatro por ciento más que las estadísticas anuncian a bombo y platillo como nuevos ricos en nuestro país yacen todos dentro de esa denominada “casta”, la única que no ha perdido poder adquisitivo, pues mantiene incólume sus emolumentos y ya vemos que, tanto oficiales y declarados, como no oficiales y no declarados.

Volvamos al punto que nos ocupa, aunque, como se ve, es fácil enlazar unas cosas con otras, al igual que ocurre con las cerezas en un cesto. Ante el escándalo que ha supuesto el destape de tan fraudulenta, inmoral y desvergonzada utilización de unas tarjetas, con un alto límite, o casi sin límite, como se ha comprobado, para ser utilizada libérrimamente por sus titulares, ya de por sí algo execrable, aún ha subido más la bilirrubina del pueblo al hacerse público el destino y uso que le daban los agraciados de tales dádivas, que si en clubes y fiestas nocturnos y diurnos, que si en vinos y bebidas varias de alta graduación etílica y económica, que si en viajes, que si en taxis, que si en billetes de metro, que si en alta joyería, etc, etc, etc...Y a todo ello, aún ha hecho más lamentable y más cabreante para el ciudadano de a pie, las razones que algunos de estos pájaros han esgrimido para justificar lo injustificable, siendo algunas lacerantes, como las del Sr. Arturo Fernández, el Presidente de los Empresarios de Madrid y ex Vicepresidente de la CEOE, quien ha declarado sentirse estafado como un preferentista más (¡hay que tenerlos cuadraos y con punta!, como dice el refrán), o como las del Sr. Juan Iranzo, Presidente de los Economistas de Madrid, quien justifica su despilfarro en casas de lencería (Women Secret, Oysho,...) en que compró dos camisones y una bata para su señora y camisón para él; y casi todos, con más desparpajo que Manolete delante de los toros, que no sabían que había que declarar a hacienda por esas tarjetas o que creían haber sido declaradas por la propia Caja. En fin, vamos, que ocupando tan altos cargos y de tanta responsabilidad, que eran tontos de capirote y que no se enteraban de ná, ¡ no me extraña de cómo está el país, con tales majaderos asesores, prebostes y dirigentes!.

Por otra parte, como, por así decirlo, dado que la casta política ha sido pillada con el carrito del helao, desde la dirección de los partidos, sindicatos y asociaciones empresariales, han salido desbocados a laminar a sus asociados y exigirles la dimisión o, caso contrario, su cese, rasgándose las vestiduras y como si no lleváramos ya treinta años de corrupción a cuestas a todos los niveles políticos, y como queriendo con este gesto de ahora lavar sus culpas y exonerarse de la alta responsabilidad en las que han venido incurriendo, desde los albores de la democracia, quienes dicen partirse el pecho proclamando a los cuatro vientos su espíritu de sacrificio y de servicio en pos del bien común, de la igualdad, de la solidaridad y de la justicia, cuando, en realidad, se han dedicado a saquear el país, de arriba abajo, sin dejar reducto alguno donde no hayan metido la mano. Y ahora quieren lavarse esas manos, como Pilatos, con este caso, que al fin y al cabo, es una menudencia, es un islote, una punta más del iceberg, en el inmenso océano de la mangancia y la corrupción. Y hay quienes, incluso, con un morro que se lo pisan, sacan pecho, tal como el Presidente del Gobierno, Don Mariano Rajoy Brey, que se atribuye la iniciativa de haber desvelado el caso, obviando, como es costumbre en este sujeto, toda su responsabilidad, pues no olvidemos que fue su partido quien puso a Miguel Blesa y él mismo a Rodrigo Rato en la Presidencia de Caja Madrid, que el extesorero del PP, Luis Bárcenas, estuvo veinte años en el cargo y que sobre el mismo, nuestro Presidente llegó a decir que era una persona honrada y que por él ponía la mano en el fuego y que, por cierto, lleva más de un año en la cárcel, y sin que sea pecata minuta, que los otros dos extesoreros, anteriores a Bárcenas, se hallen, a día de hoy, igualmente imputados. Pero claro, nuestro Presidente quiere liarnos, con que él es el que ordenó la auditoría en Bankia, que ha destapado el escándalo, cuando, en realidad, tal auditoría fue encargada por el actual Presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, tras conocerse un correo electrónico de Miguel Blesa en el que hablaba de las “tarjetas black”, correo, por cierto, conocido gracias a la labor del denostado Juez Elpidio Silva, inhabilitado por 17 años por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, con voto discrepante de su Presidente, lo que nos lleva a la conclusión de que no iba tan desencaminado este Juez, al cual, en su caso, debería ser rehabilitado y condecorado, pues ha demostrado que sus pesquisas iban por el buen camino. Y ahí tenemos la reciente decisión del Juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, que ha imputado a Blesa y a Rato, por considerarles los cabecillas de la trama de las tarjetas y a los que ha impuesto una fianza de 16 y 3 millones de euros, respectivamente. Y aún pende sobre Miguel Blesa, la imputación por el caso de las preferentes. En fin, cosas de la gente guapa y protegida por quienes ahora no quieren ni acordarse de su nombre, ni nombrarlos siquiera, como si con ello se borrara de la faz de la tierra la alta responsabilidad de quienes les nombraron, les encumbraron, les protegieron y depositaron en ellos su confianza.

MIGUEL ANGEL VICENTE MARTINEZ

22 DE OCTUBRE DE 2014

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