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¿Engañarse a si mismos?

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 29 de octubre de 2014, 01:57h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

O, ¿engañarnos a los ciudadanos, una vez más?. Eso, es, al parecer, lo que llevan entre manos PP y PSOE, con el tan manido y aburrido, por repetido y no nato, “Pacto Anticorrupción”, como si para acabar con la corrupción bastara componer sobre un papel que “los políticos se abstendrán de ser corruptos”. Lo cual, es la enésima tomadura de pelo a los ciudadanos de a pie, y a los de a caballo también, y a quienes nos tratan toda esta “casta”, todos estos “jetas”, como si fuéramos carne de cañón, poco menos, que si constituyéramos una manada de corderos, sin capacidad de raciocinio, y sólo aptos para dirigirnos al matadero, lo que, por cierto, esto es lo que están haciendo, pues si echamos la vista atrás y ahora también, no vemos sino cadáveres fruto de la crisis, muchos de los cuales están bajo tierra, por haber muerto de verdad, y otros muchos están sobre la misma, pero arruinados, espantados y horrorizados de todo cuanto ven en  el poder para dejarles en la estacada y a su suerte, muchos de ellos, tras más de cuarenta años de trabajo y sacrificio para sacar adelante a sus familias y a sus negocios. Y ahora, como escarnio aún más purulento para estas gentes dejadas al albur de la desgracia por quienes desde el poder juraron cumplir y hacer cumplir la ley, entre ello subvenir al bienestar de los ciudadanos a quienes deben su poltrona, vienen con este cuento de alcanzar un pacto de regeneración, para tratar de salvar sus malas conciencias, para distraer sus responsabilidades, tanto civiles, como penales y políticas, poniendo cara de corderos degollados y rasgándose las vestiduras como si en su puta vida no hubieran contribuido, por acción o por omisión, al saqueo más tremebundo, nauseabundo, espeluznante y obsceno de un país, llevándoselo crudo y con total impunidad. ¿Quién va a creer a nadie del PP ni del PSOE, ni de ningún otro entramado político, en que van a echar un cuarto a espadas para acabar con el mantra de la corrupción, con esta enfermedad que han estado incubando desde que accedieron y entraron en política y que ahora se ha desbordado provocando una pandemia tan grave, tan entreverada, que ha escandalizado a los propios agentes de la corrupción? Pues va a ser que nadie creerá, en su fuero interno y en el externo también, que esta panda de salteadores de caminos vaya a abandonar su quehacer de bandoleros y que vayan a hacer acto de contrición y a cumplir  la penitencia.

Ahí están, PP y PSOE, a través de sus portavoces, Antonio Hernando y Alfonso Alonso, ¡vaya par para un Torrente 6!, escenificando el esfuerzo (¡por fin trabajan!) para llegar a un Pacto Anticorrupción o, al menos, una batería de medidas, si no se lograse tal, que ya son ganas de marear la perdiz y para qué se ponen a ello, si, como parece, ese Pacto no llegará a buen puerto  (así  lo ha manifestado el PSOE) y que será sustituido por una batería de medidas tendentes a atajar la gangrena que está suponiendo la corrupción. Salen, por peteneras, para calmar a la ciudadanía ante el escándalo que han propiciado y que debería tener un final con su expulsión del Parlamento a latigazos, tal como expulsó Jesucristo a los mercaderes del Templo y Casa de Dios. Ya parece que han llegado a un acuerdo a fin de que la “financiación ilegal” de los partidos sea delito. ¿es que no lo era ahora? ¡Pues sí que vamos dados! Lo dicho, que hay que dejar por escrito, expresamente, “prohibido robar y prohibido matar”, como si esto no estuviera escrito desde las Tablas de la Ley, es decir, desde los Diez Mandamientos que Dios diera a Moisés para el pueblo hebreo y para toda la humanidad, en el Monte Sinaí: Quinto: “no matarás”; Séptimo: “No robarás”.  ¿Y es que no existe ya un Código Penal que castiga estos delitos?. Así estamos, en pleno siglo XXI y aún con lagunas imaginarias para que los políticos corruptos se sigan yendo de rositas, pues nadie se cree ya a estas alturas que ni aún habiendo una norma escrita expresa que considere la “financiación ilegal” de los partidos delito, se enjuiciará y, menos aún, se condenará, a ningún hombre público, como casi está ocurriendo en la actualidad. Esto huele más bien a aquél propósito  de enmienda del entonces Rey de España, Juan Carlos I, de pedir perdón por sus tropelías y declarar que eso no volvería a ocurrir. Y así se expresan nuestros políticos, en iguales o similares términos, “para que esto no vuelva a ocurrir” ¿y con lo pasado, que hacemos? Borrón y cuenta nueva, es lo que, al parecer, persigue esta “casta” de depravados que quieren seguir en el machito como si nada hubiera pasado y ¡hasta luego, Lucas! Y si te he visto, no me acuerdo.

Pues bien, hay que poner de manifiesto, que la corrupción no es sólo coger y llevarse el dinero del pueblo, que también, sino que incurre en corrupción quien lleva veinte, treinta, cuarenta años en el ejercicio del cargo público, viviendo de la mamandurria, y dejándose llevar, sin haber pegado un palo al agua en su vida, pues no hay que dejar de lado que sus remuneraciones salen de la caja pública de caudales a la que, con tanto esfuerzo y sacrificio, los ciudadanos allegamos el parné, en un sistema fiscal e impositivo confiscatorio y abusivo. Y es que los cargos públicos, de elección política, deberían tener un límite temporal de ejercicio, no más de cuatro años o como mucho ocho que son los que puede ser Presidente el los United States of America, paradigma de la mayor democracia del mundo y, por algo será, con elección de jueces para el Supremo con carácter vitalicio y sometidos a elección hasta el apuntador. Aquí llega un chiquilicuatre, se amarra al ancla de un partido, se adocena, y a través de un lameculismo inmundo avanza y hace carrera y al final toda una puta vida viviendo de la mamandurria y haciendo de la política “un modus vivendi”. Si eso no es corrupción, que venga Dios y lo vea.

Ahora, cuando el patio está que se sube por las paredes, se ponen estupendos nuestros políticos, tal como María Dolores de Cospedal, que haciendo de tripas corazón, se pone al frente del regeneracionismo, como si en su Partido no cocieran habas y no hubieran bastantes toneladas de mierda, que aflora un día sí y otro también, y se despacha con un “el PP está tan escandalizado como los ciudadanos”, precisamente por sus propios escándalos. Ahí tenemos la última, setecientos mil euros de la caja negra, de la caja “B” del partido, que sumar a los otros ochocientos mil de la misma procedencia, para pagar la reforma de la sede de Génova, al arquitecto de marras, sorprendiendo la declaración que, en su día, hiciera una empleada del Estudio de Arquitectura de que en éste había una Cajita Azul, con poco dinero, para gastos corrientes y comprar golosinas. Por otra parte, nuestra Presidenta para remachar su postura, acaba manifestando que “no se repetirán las malas prácticas”. O sea, que ahora todos estos enjuagues de cajas B, sobresueldos, en blanco y negro, tarjetas blacks, etc..han sido sólo unas “malas prácticas”, como queriendo quitarle hierro al asunto y exculparse el Partido y todos sus miembros de este escandalazo que, por cierto, no acaba sino de empezar. Como si esos políticos, fueren unas almas puras, concebidos sin mácula de pecado original, que no sabían lo que hacían porque nadie les advirtió que meter la mano y llevarse la cartera ajena, en este caso, de todos los ciudadanos, sólo era delito si lo hacían los ladrones de baja estofa, y, en su ignorancia, no llegaran a comprender que la mangancia es eso: un robo, a mano armada o a mano desarmada. ¡Pobrecitos, y ellos pensando que lo hacían bien!.

El Gobierno, con el PP a la cabeza, se convierte, ahora, ¡a buenas horas, mangas verdes! en el adalid, en el abanderado, de la regeneración y de la lucha contra la corrupción, como si en su casa no existieran indicios de ultracorrupción, y más aún, por ser vos quien sois, mirando para otro lado y sin darse por aludido de los últimos (y anteriores) casos de corrupción que afectan a innumerables cargos y ex-cargos, incluso ex-Ministros (Rato y Acebes) que tienen visos de ser ciertos y reales como la vida misma. No es de extrañar, y en esto está cargado de toda la razón del mundo, que el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, en Murcia, el sábado pasado, reclamara al Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que “si quiere regenerar la vida democrática española, empiece por limpiar su casa, donde tiene mucho que limpiar”. Pero, claro, ya sabemos, que el Sr. Rajoy Brey, se dedica a patinar sobre hielo, y no quiere ni oír hablar de esa corrupción en la propia casa, siguiendo el refrán según el cual “ojos que no ven, corazón que no siente”, y dedicándose a echar balones fuera como si la cosa no fuera con él y su Partido. En fin, esas urnas a las que tanto alude su Secretaria General para legitimar su poder, es posible que le den una sorpresa morrocotuda en las elecciones a la vista y no podrá entonces llamar populistas a ciertos partidos, como al de Podemos de Pablo Iglesias.

Y en estas diatribas estábamos, dando por concluido el artículo este fin de semana, cuando este lunes nos desayunamos con un super sapo más: la operación Púnica, con cincuenta y tantos implicados de momento, y de ellos treinta durmiendo en el calabozo, entre ellos el ex Vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados, el Presidente de la Diputación de León, seis Alcaldes y etc., etc. Con una comparecencia lamentable de la Condesa, Doña Esperanza Aguirre, que parece postularse como la única inmaculada para la Presidencia del Gobierno, cuando bajo su mandato en la Comunidad Madrileña les explotó la trama Gúrtel en todas las narices y ante este nuevo escandalazo se acoge a la doctrina Juan Carlista de pedir perdón y de postular que esto no vuelva nunca a pasar, asumiendo, dice, de esta manera su total responsabilidad. ¡Menuda forma de asumir la responsabilidad!.

Lo dicho, el artículo termina, pero la corrupción sigue y sigue...

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

29 de octubre de 2014

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