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No me gustan los hijos de la gran…

Por Marino Martínez
jueves 01 de enero de 2015, 13:21h
Marino Martínez
Marino Martínez

El año 2015 comienza y parece buena idea recopilar ideas, pensamientos y sentimientos del 2014 y que este nuevo año se inicie con la mente despejada.

El título de este artículo igual da diversas ideas, vamos a dejar la cosa en que la gran manzana de Nueva York habitan gentes que piensan solo en ellos y para escalar pisotean a los demás. No son todos pero si muchos. Ahí lo dejamos.

Miro atrás y veo que hay muchas cosas que no me gustan. Llevamos varias horas del 2015 y ya he visto algunas repetidas. Parece que el espíritu de cambio y buenas intenciones no ha calado bien.

No me gustan los personajes que han dedicado buena parte de su vida a pasar por todos los medios escritos y hablados de la ciudad para darse a conocer y cuando llegan a su meta olvidan lo que han hecho hasta ese momento y solo encuentras trabas y largas para conseguir información. Y me refiero a un suceso ocurrido hace unas horas. Muy al final y siguiendo los trámites ‘burrocráticos’ consigues lo que quieres porque los funcionarios de a pie saben estar en sus puestos más que sus jefes.

No me gustan los políticos que te dan buena cara y apuñalan por la espalda. Hay algunos y los conocerás porque sonríen mucho y tienen el rostro muy duro.

No me gustan las personas que no dan la cara, que atacan por la espalda como cobardes que son.

No me gustan que me den largas y me engañen, sean políticos, empresarios o trabajadores. De los primeros conozco bastantes, de los segundos algunos y de los terceros muchos menos.

No me gustan los que bajo el paraguas del dinero público, el de todos, el que reparten los políticos de turno como les da la gana; se jactan de los buenos que son. Me dan dolor de estómago. Y me refiero tanto a grandes empresas que reciben contratos millonarios o subvenciones, como a otros más pequeños que presumen de lo buenos que son porque el dinero les llega por enchufismo. Así también soy el número 1 pero no dormiría bien.

No me gustan los empresarios a los que se les cansa la boca de pedir apoyo para su comercio o negocio porque son de aquí pero tienen un serio problema para ayudar a otros. Ni me gustan las empresas que se sienten tan grandes que olvidan de donde son.

No me gustan los representantes de nada porque la mayoría acaban representando solamente a sus siglas, sus amigos y sus conocidos.

No me gustan, en general, las personas con doble cara, los que engañan, dan largas, mienten, distorsionan la realidad o son serviles al poder (económico o político). No me gustan los salvadores de nada, no creo en ellos.

De momento vamos a parar. Ya seguiremos. Hay muchas cosas más que no me gustan. También hay muchas cosas que me gustan pero de todo destacaría a la buena gente, a las personas hornadas y a las que son capaces de ayudar a los que más lo necesitan, de ese tipo de personas también hay muchas, pero son menos conocidas, seguramente porque echan su tiempo en trabajar para los demás y no para aprovecharse del prójimo.    

 

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