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La hora de la verdad

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 02 de marzo de 2016, 05:28h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Como en los toros, antaño a las cinco en punto de la tarde, y hogaño a las seis, también en punto, de la tarde, que en esto de los tiempos y las horas el arte de Cúchares es inflexible, y quien no esté atento a esta liturgia corre el peligro de quedarse fuera de la plaza avistando la faena del maestro matador, desde la tronera que da acceso a la grada. Pues bien, este día uno de Marzo de 2.016 (a la manera como en los idus de marzo) va a comenzar la puesta en escena de la escena, valga la redundancia, para intentar alcanzar la investidura que permita la formación del nuevo Gobierno de España, a las dieciséis horas y treinta minutos, según ha previsto el Presidente de la Cámara Baja, Patxi López, y caso de no producirse esa investidura a las primeras de cambio (lo que se votará el día 2 de marzo), se intentará en una segunda oportunidad, cuarenta y ocho horas después, o sea, el jueves día cuatro de marzo, aunque el propio Presidente estaba estudiando la posibilidad de pasar esta segunda votación al sábado 5 de marzo, lo que ha hecho estallar al que se cree el gran perjudicado por este lance, el Partido Popular, con su Presidente a la cabeza, el ínclito Presidente del Gobierno, en funciones, Don Mariano Rajoy Brey, amén de su lenguaraz portavoz en el Congreso de los Diputados, Rafael Hernando, sí aquél parlamentario que en vez de acompañar las comidas con un buen vaso de vino, tinto o blanco, parece hacerlo con una botella de vinagre, por lo desabridas, agrias, insípidas, insulsas y antipáticas intervenciones, y han agarrado tal rabieta, como los chiquillos cuando se les quita un juguete, anunciando que ante tal situación, de producirse, recurrirían al Tribunal Constitucional, como ya han acostumbrado a hacer en toda esta Legislatura que no acaba de finiquitar, buscando siempre en el más Alto Tribunal de la Nación lo que debería ser objeto de obtención por medio del diálogo, el debate, el pacto y el consenso, pero ya sabemos que las huestes del Partido Popular y sobremanera sus prebostes están acostumbrados al ordeno y mando, a la “manu militari”, al Decreto-Ley, o sea, precisamente a todo aquello que se aleja de ese diálogo, de ese debate, de ese pacto, de esa disquisición que constituye el fundamento y el alma de la democracia y que tanto se echa en falta, sin embargo, en las repúblicas bananeras bolivarianas y totalitarias. Aunque, tranquilos todos, puesto que en la Junta de Portavoces ya se ha acordado que la segunda sesión sea el 4 de marzo.

Pues bien, viendo como en los prolegómenos y antesala de estos días fundamentales para despejar las dudas acerca de la formación del nuevo Gobierno que ha de tomar las riendas de este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, y cómo se toma el Partido Popular cualquier decisión, que consideran una agresión directa al alma del Partido y una afrenta a su jefe de filas, Mariano Rajoy, es impensable contar con él, por muchas misivas que a éste le remita el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, instando a esta formación política a sumarse al pacto alcanzando por el PSOE y ellos mismos, con el fin de sacar a España de este “impasse” en que se halla que no conducirá sino a la nueva convocatoria de elecciones, lo que supondrá, de un lado, un nuevo gasto electoral, cifrado en unos 160 millones de euros, de otro, que lo más probable es que los resultados sean análogos si no iguales, diputado más arriba o abajo respecto de los obtenidos en los comicios del pasado 20 de diciembre, y finalmente, una pérdida de tiempo que el país y su economía no pueden permitirse, so pena de ahondar más profundamente en los problemas que actualmente padecen España y los españoles, a saber, fundamentalmente, la sangría que para los ciudadanos supone esa lista de paro que no acaba de disminuir, por mucho que nos quieran hacer ver que se hayan creado 600.000 puestos de trabajo, lo que no es sino falso de toda falsedad, pues está pasando lo que pasaba con Penélope, que lo que tejía por el día, lo destejía por la noche, no acabando de terminar nunca lo que había de tejer, y está claro con un pequeño ejemplo: en la semana tecnológica que está celebrándose en Barcelona, un responsable de la misma, en televisión, anunciaba a bombo y platillo las bienaventuranzas que incardinarían a Cataluña y de rebote a España, la celebración de tal evento, pues se generará un impacto económico cuatrocientos millones de euros, y se crearán tropecientos mil puestos de trabajo, en fin, de los beneficios habría que ver con qué piedra filosofal los midió, y respecto al trabajo (azafatos, limpiadores y otros, sic), está claro que lo serían por los días que durara la feria, pero que, acto seguido a su finalización, volverían a engrosar la larga lista de parados, de manera que se podrá glorificar el mes de Febrero sobre una cierta cantidad de personas que habrán abandonado la lista del paro, pero que en Marzo volverán a integrarla de nuevo y si algún puesto se queda remoloneando lo será, como casi todos, de carácter temporal y precario.

Pero, a lo que vamos, ahora ha llegado la hora de la verdad, la hora de retratarse ante Dios y los ciudadanos, la hora de comportarse como un verdadero “hombre de Estado”, como un político que ama a su patria, como un ser que debe elegir entre el bien general, en interés de todos los españoles, o el bien particular de una sola formación política, de dejarse de remilgos, delicatessen e idioteces, y de dar la cara, aunque a alguno se la partan, para lograr que España siga pudiendo tener chance en el concierto internacional, es hora de aparcar los rencores partidistas, las desavenencias infantiles, de poner de manifiesto, repito, ante Dios y España, que estamos en la patria de los Reyes Católicos, de Cristóbal Colón, de Carlos I de España y V de Alemania, de Felipe II, en cuyo reinado no se ponía el sol, y de tantos y tantos que han ido jalonando la historia de nuestro país como un país a tener en cuenta en el concierto del mundo occidental, serio, formal y merecedor, por tanto, de respeto y consideración, de lo contrario volveremos a ser el espantapájaros que, lamentablemente, en algunos períodos de nuestra historia hemos sido y representado, siendo el hazmerreír de propios y extraños y sumiéndonos en la incuria y el aislamiento.

Y es que, Mariano Rajoy y el PP quieren revertir lo que ellos permitieron con su indolencia, su cobardía y su falta de responsabilidad, al haber rechazado ser los primeros en el intento de formar Gobierno, hasta por dos veces, y parece, que podría darse una tercera, en caso de fracaso de Pedro Sánchez y en el supuesto de que Felipe VI volviera a encomendar al Sr. Rajoy la formación de Gobierno, pues ya se ha dejado oír desde las filas peperas que el Sr. Rajoy no asumirá el reto a no ser que tuviera una mayoría garantizada para formarlo, lo que es tanto y no son tontos, de querer echar la lotería solamente en el supuesto de que supieran que el número de su décimo va a ser el premiado en el sorteo correspondiente.

Si de veras, el PP quiere prestar un servicio impagable a la nación española, debería votar a favor o, en su caso, abstenerse en la segunda votación de investidura del Sr. Sánchez (¡ojala lo fuera en la primera!) y así lavaría un poco la imagen tan deteriorada, lamentable y execrable que se ha ganado a pulso, con tanto trinque, por activa y por pasiva, dentro de sus filas, lo que no conseguirá con declaraciones como las de la Reina del Caloret, Rita Barberá, proclamando a bombo y platillo su inocencia y su ignorancia acerca de que era la capitana de un barco en el que hasta las ratas trincaban. Pero esto, quizás, sea demasiado pedir, para un hombre, Don Mariano Rajoy Brey, que se aferra a su cargo como una lapa, que no ama sino su egolatría de seguir siendo Presidente del Gobierno de un país que va a acabar, a base de recortes y análogos, dejándolo hundido en la miseria, en la pobreza, en el dolor y en el espanto. Es hora de que alguien, en el Partido Popular, o incluso el propio Monarca le llame a capítulo y le haga ver la realidad. Pero conociéndole, me parece que va a preferir morir, matando, llevándose por delante al PP y al conjunto de los españoles.

MIGUEL-ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

   2 de Marzo de 2.016

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