“Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el Rey de los Judíos? Respondió Jesús: “¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?” Pilato respondió: “¿Es que yo soy Judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi reino no es de aquí”. Así relata parte del proceso de Jesús ante Pilato, el Evangelio según San Juan, Capítulo 18, versículos 33 a 36.
Pues bien, ante el panorama que se vislumbra en el estado actual de cosas, tanto a nivel nacional, como internacional y mundial, yo suscribo integra y literalmente las palabras de Jesús de Nazaret ante el inquisitorio de Pilato y como él no tengo más remedio que decir “Mi Reino no es de este mundo”.
Por empezar por una pecata minuta, pero muy expresiva y exponente del estado actual de cosas, tanto a nivel personal, como político, cultural y desde cualquier otro punto de vista que queramos analizar, que el Congreso de los Diputados se haya tomado una “vacatiosemanasantera” de 21 días, 21, excediendo todos los límites exigibles, incluso el de las vacaciones de los maestros, habiendo acordado esta tropelía y disparate la totalidad de los grupos parlamentarios, sin atender a creencias religiosas y de otro tipo , es como para decir que de este autobús yo me bajo, en marcha, pero ya, sin esperar un segundo o minuto más, lo que demuestra el grado de perversión e irresponsabilidad, de unos parlamentarios, con un Gobierno en funciones y que, en cualquier caso, debieran ser extremadamente escrupulosos con la situación que hoy, aún vive, el Estado Español, o la Nación Española, por ser más explícitos, a la que la crisis, cimentada en unos recortes, ajustes y supresión de derechos bestiales, demenciales y criminales, amén de un aparato fiscal que, a través de sus terminales recaudatorias, tiende a no dejar títere con cabeza, ha sumido a la población española en un estado de shock, de penuria, tristeza, pobreza, horror y espanto, como no se había dado en ningún otro momento histórico de la Sociedad Española, en la que la llamada clase media, sustento y columna vertebral de este hoy paupérrimo y depauperado Estado de Derecho y de Bienestar Social, ha quedado dinamitada y ha sido arrumbada al rincón del olvido, dejándola en un estado y situación de la que no va a poder recuperarse en varias futuras generaciones, suponiendo que lo puedan conseguir.
Y si atendemos a asuntos internacionales, no me compres la cría, subsistiendo dentro de una Unión Europea varada y falta de reacción ante los enormes retos que se le están planteando, no sólo ya en el aspecto económico, sino en el de la migración de los súbditos involucrados en unas guerras que, en no poca medida, han sido propiciadas por la actitud inane, indolente, propias de un calzonacismo impropio de unos jerarcas que, en cierta medida, se habían erigido en una especie de Moiseses, para conducir al pueblo de los judíos a la Tierra Prometida, y en la que el cambio de ideas, opiniones y medidas, si es que se pueden llamar medidas, a lo que se acuerda en la Comisión Europea, están dejando con el culo al aire y están poniendo de manifiesto el perfil antidemócrata, antihumano, egoísta y carente de solidaridad y ayuda humanitaria, pareciendo importarle un bledo que siga la masacre de ahogados, enfermos, hambrientos, con unas deportaciones propias de la época de los Romanos. Desde luego, mientras estos señores que se autoproclaman los salvadores de Europa, mientras se aseguran un bienestar y unas comodidades que se les hurtan al resto de los mortales, propiciado todo por unos medios de comunicación, vientres agradecidos donde los hayan, capaces de mirar para otro lado y dispuestos a tragar carros y carretas, me parece que acabaremos poco menos que como el rosario de la aurora. No es de extrañar en este clima y ambiente de crispación que los partidos llamados de ultra-derecha se hallen en auge en Europa y traten de dar un vuelco a esta situación a la que estamos abocados. Y mientras la UE discute sobre si son galgos o podencos, los atentados yihadistas se suceden, sin solución de continuidad, un día sí y otro también, con la particularidad de que siempre acaban cayendo los ciudadanos de a pie, los que forman parte de la masa popular que es machacada por los gerifaltes que se precian y llenan la boca de derechos pusilánimes y se vanaglorian de detener a tal o cual terrorista, como si con una detención, muerto el perro, muerta la rabia, hubieran alcanzado el cénit. Y acto seguido la pantomima de nuestros jerifaltes saliendo a la calle, con la careta de pena, a aguardar un minuto de silencio por los caídos, con la sola finalidad de mostrar una vez más su cara a los medios de comunicación y como sin con ello ya hubieran cumplido con los Diez Mandamientos de Díos. Haraganes, hipócritas, fariseos, sacrílegos, impíos, merecedores del final de los libertinos de Sodoma y Gomorra.
Yo, como Jesús de Nazaret, no dejaré de proclamar que “mi Reino no es de este mundo”, al menos, de este mundo que conocemos, insensato, corrupto y mangante, en el que el pueblo, los ciudadanos de a pie, son crucificados día tras día, hasta sacarles la última gota de sangre que sean capaces de dar y el último aliento antes de quedar exánimes ante el cielo infinito.
MIGUEL ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ
30 DE MARZO DE 2016