Llevamos unas semanas, desde los malos resultados del PSOE en las elecciones europeas, en las que se habla mucho de la renovación de los socialista, de nombres, de fechas y de formas, pero no tanto de ideas. Vemos los medios de comunicación y escuchamos a representantes de uno y otro pensamiento dentro del socialismo y llegamos a la clara conclusión de que no hay una idea clara de lo que se quiere.
La irrupción de Podemos ha hecho daño a muchos socialistas y por diferentes motivos.
Unos se sienten dolidos por las palabras de un señor que cuenta con un importante respaldo de varios medios de comunicación que parecen a su servicio. En este caso está por ejemplo Manuel Martínez, que hace unos días nos escribía en este diario su pensamiento, su sentimiento, que se vio reflejado pronto en miles y miles de socialistas de España. Simplemente decía que antes de Pablo Iglesias ya había un partido que se dedicaba a luchar por los derechos sociales de los españoles. Algo tan simple como eso quizá no han sido todos los socialistas capaces de decirlo. Al revés, al entrar en descalificaciones hacia el líder de esa formación lo único que hacen es alimentar la polémica, lo que seguramente más le gusta a este profesor universitario.
Decía que ha hecho mucho daño la irrupción de esa fuerza política porque a los que no les han dolido las palabras de su líder les parece que deben hasta imitarle, y eso todavía puede ser peor para el PSOE. Hay responsables, de más o menos nivel y de más o menos representatividad, que parecen ‘abrazar’ las ideas de la nueva fuerza política, olvidando quizá que los socialistas han gobernado España muchos años porque han sido capaces de aglutinar a muchos españoles alrededor de una propuesta de izquierdas mesurada que poco tiene que ver con el radicalismo del que presume Iglesias.
La utopía del profesor está bien para cuando se es estudiante y se piensa de verdad en que otra forma de política nada convencional es posible, con la realidad y los números en la mano es más difícil llevar esas ideas a la práctica.
Es verdad que la política, y no porque Iglesias o alguno de sus compañeros lo diga cada día, necesita una importante regeneración. La corrupción ha hecho tanto daño que los españoles de a pie tenemos serias dudas sobre todo lo que rodea a los partidos políticos y nos cuesta un mundo ir a votar. Es verdad que todos los partidos, y ahora los socialistas tienen una buena oportunidad, necesitan renovar caras e ideas. Pero eso no está reñido con querer ser un partido que mayorías, que siga teniendo la idea de gobernar a todos los españoles y no de contentar a unos pocos que están seguramente muy a su izquierda. Es cierto que en ese lado también hay votos que pueden valer elecciones y que deberá, con sus ideas y su renovación, acercarse a una parte de la sociedad desengañada y desencantada. Eso es una cosa y otra abrazar el radicalismo para encontrar votos muy a su izquierda y perder más entre la gente más moderada.
El PP, de momento, vive en la tranquilidad de ver como por su izquierda la lucha es tan grande que puede ver el futuro a corto plazo muy despejado. Igual tampoco estaría demás que los populares mirasen dentro y vieran que la corrupción también ha estado en sus filas y eso la gente tampoco lo olvida. El voto se gana cada día y con cada decisión.
Pero el mal que afecta a la política no solo están en los partidos mayoritarios, también está en otros con representación que quieren crecer y nunca lo consiguen porque siempre hay alguien que les quita los votos con los que cuentan.
Todos deberían tomar conciencia de algo.
Cuando les gritan, les insultan, les intentan agredir o no les dejan hablar, deberían meditar al menos un minuto. Es cierto que la actitud de aquellos que hacen eso es, y será siempre, reprochable. Pero ¿no deberían los políticos, nuestros representantes, mirar que están haciendo mal para que eso les ocurra?
A la política le urge una regeneración profunda. Si los partidos no son capaces de recoger el sentimiento y la necesidad de la calle, llegará un momento en el que estos partidos políticos no sirvan para los ciudadanos.