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¡Enamórate de la vida!

Por Miguel López Valles
martes 17 de junio de 2014, 11:24h
Miguel López Valles
Miguel López Valles

No corren buenos tiempos para creer en nada.

Hay quien dice, y puede que tengan razón, que estamos en las puertas de una revolución. Yo creo que no necesariamente porque somos demasiado egoístas.

Ambas afirmaciones si las pensamos con detenimiento son muy radicales, así es que voy a buscar razones para distanciarme de ellas.

Hace ya bastante tiempo que conseguí desentenderme de las relaciones parciales con lo que me rodea para enamorarme de la vida. De toda la vida y de todo en la vida.

Es muy frecuente no conseguir lo que uno se propone en este mundo; no alcanzar las metas que los que nos rodean (familia, amigos, maestros, …) preveían para nosotros.

Pero es que la vida no se hizo para servirnos a cada uno individualmente, sino para que aprendiéramos a mejorar, educándonos mientras la vivimos, así como para que la disfrutáramos en todo su esplendor. Por eso nos ofrece una infinidad de motivaciones que más adelante voy a enumerar muy simplificadamente.

Nos miramos excesivamente el ombligo (yo, yo, yo, y nada más que yo), y por eso nos deprimimos. Nos derrumbamos básicamente porque  casi nunca ocurre lo que “YO” deseo que ocurra.

Sin embargo, no observamos ni disfrutamos de la cantidad de cosas que ocurren a nuestro alrededor tan magníficas o más que aquellas que esperamos que sucedan, pero que pasan desapercibidas porque nuestra mente se cierra mientras nos miramos en nuestro espejo mágico (¿quién es el más… del mundo?) y no vemos el cielo, el horizonte, la vida, LA VIDA CON MAYÚSCULAS.

En este sentido, nuestro objetivo vital debiera ser por un lado mejorar como personas, lo cual en mi opinión siempre nos hará cada vez más felices, y en segundo lugar, apreciar todo lo que nos rodea (la vida) y en la medida de nuestras posibilidades, ayudar a hacerla visible para que cada vez más gente la disfrute también y la proteja.

Decía más arriba que me he desentendido de las relaciones parciales con lo que me rodea, pero no para no darles importancia, sino para integrarlas en un amor mucho más grande; en un amor a todo y a todos.

No seremos jamás felices si pretendemos que la felicidad esté en una relación de pareja. No seremos jamás felices si nuestra dicha depende de nuestro trabajo. No lo seremos jamás si nos alistamos a un grupo y menospreciamos a quienes no pertenecen a él.

La felicidad está sólo en parte en nuestro primer entorno (pareja o amigos), sólo en parte en nuestro segundo círculo de relaciones (amigos, trabajo), sólo en parte en la pertenencia a un grupo (político, geográfico, religioso, racial, sexual,…).

La felicidad está en pertenecer a un universo infinito; en ser conscientes de ello; en mirar fuera de nosotros y contribuir al progreso del todo y no de lo particular.

Enamórate del color; enamórate del movimiento; enamórate de las variaciones climatológicas; enamórate (“por favor”, jejeje) de la música; enamórate de los aromas que te rodean; enamórate (con tiento) de la gastronomía; agárrate con todas tus fuerzas a ese suspiro de tiempo que se te ha dado. Estas son mis motivaciones.

Y sobre todo enamórate del hombre; de todos los hombres; porque amar al hombre es buscar la felicidad… y no te mires tanto al espejo que lo tuyo no es tan grave.

Albacete, 17 de junio de 2014

Miguel López Valles

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