Un buzo profesional, en calidad de perito, ha declarado en el juicio que se sigue por la muerte de un militar en Guadalajara en 2011 durante la ejecución de unas maniobras subacuáticas y ha considerado que el equipo de buceo de la víctima era "insuficiente" para la realización del ejercicio.
Así lo ha manifestado ante el Tribunal Militar de A Coruña, que ha acogido este martes la segunda sesión del juicio contra tres personas, todos integrantes de la unidad militar de emergencias, para los que la Fiscalía pide entre 2 y 3 años de prisión por la muerte de Héctor Luelmo, originario de Zamora, durante la ejecución de unas maniobras subacuáticas en el Pantano de Entrepeñas, en la provincia de Guadalajara.
La acusación particular sostiene que se produjeron "diversas acciones negligentes en la coordinación y ejecución" de unas maniobras de inspección y ejercicios subacuáticos, de cara al entrenamiento de los militares de esta unidad.
En su declaración, el perito, aportado por la acusación particular, ha manifestado que en la maniobra subacuática "se deberían haber aplicado correctamente" los parámetros de seguridad desplegados en la operación.
Asimismo, a preguntas del abogado de la acusación particular, ha señalado que los cálculos de consumo de aire eran "incorrectos" para este ejercicio de inmersión, ya que, según ha explicado ante el tribunal, se calculó "como si fueran 34 cuando eran 39" metros de profundidad los que se iban a sumergir.
Este perito también ha indicado que el "máximo responsable" en este tipo de operaciones es el director de inmersión, en este caso el brigada Nicolás Varela, acusado junto a otros 2 compañeros por la muerte de Héctor Luelmo.
"La práctica se podría haber hecho sin necesidad de bajar tanto", ha afirmado el buzo profesional, que cree que si el fin de la maniobra era realizar una practica con poca visibilidad, "se podría haber hecho a 10 metros perfectamente".
Por videoconferencia, en la segunda sesión de juicio también ha declarado, en calidad de perito, una psicóloga que realizó un diagnóstico a los padres y al hermano de la víctima, para quienes la muerte de su familiar ha supuesto "un antes y un después" en sus vidas.
La psicóloga ha explicado que las "contradicciones" en las circunstancias de la muerte y la "percepción de que no ha sido un accidente" agravan la situación psicológica de sus familiares, a quienes les emerge un "estado de rabia", añade.
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