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‘Mentalidad ganadora’, un título nada acertado

Por Marino Martínez
miércoles 07 de marzo de 2018, 18:40h

Me van a permitir que haga un alto en el día a día de Castilla-La Mancha para hablar de algo tan liberador y poco profundo como el fútbol.

De política y de las cosas de los políticos casi hablamos cada día y llegamos a menudo a la conclusión de que aquellos que nos gobiernan o están en la oposición viven en sus ‘mundos de yupi’ y nada conocen de la realidad de las cosas. Supongo que ir con coche oficial y estar rodeado de palmeros no ayuda para nada en el conocimiento de la realidad de las personas que los rodean. Seguramente a todos nos pasa un poco así, que tenemos nuestra realidad y no sabemos lo que ocurre al de al lado.

Hoy me siento aquí para escribir sobre fútbol, una pasión personal de la que seguramente la edad y la necesidad me han ido alejando. Durante muchos años además de mi pasión fue mi trabajo, ahora es mi pasión, bastante atenuada.

Yo, como casi la mitad de los españoles de este país pude ver el martes el partido entre el París Saint-Germain y el Real Madrid. Más allá de la victoria de los madridistas, justa y seguramente corta, quiero quedarme con el personaje del banquillo parisino, un español de nombre Emery.

Entrenador con más nombre que éxitos que en el año 2012 sacó a la calle un libro bajo el título ‘Mentalidad ganadora’. Yo diría que la elección del título no fue la mejor, para entonces ya había estado en el Valencia con unas plantillas excelentes, tuvo a sus órdenes a Villa, Silva o Mata, y logró la pedrea de clasificarse para la Champions y nada más. Y no lo hizo porque es un entrenador ‘cagón’ que de ganador no tiene nada y de mentalidad ganadora menos que menos.

Aquel título igual le trajo suerte, porque tuvo la potra de ganar dos Ligas Europa con el Sevilla, eso sí, después de eliminar al Valencia en una de ellas en el tiempo de descuento y con inmensa. Suerte aliado esos años con la fortuna que parecía rodear al meta valenciano Palop, en las filas sevillistas.

El fútbol da muchas vueltas y a los dueños de los clubes les convence más la ‘palabrería’ que el buen trabajo y el buen fútbol, eso y tener un buen representante son esenciales en este fútbol nuestro. Eso debió encandilar al millonario dueño del París, que lo fichó para su equipo. Emery tenía el año pasado un equipazo y este año parecido, hasta le ficharon a Neymar. Pues bien, el año pasado hizo el ridículo contra el Barcelona en la vuelta de la eliminatoria de Champions y después de ganar 4-0 en la capital gala lo eliminaron por ‘cagón’, por miedo, por no ser un buen entrenador. Su jefe el jeque no lo echó entonces, demostrando ser otro señor sin idea de fútbol.

Esta temporada ante el Madrid el París ha hecho otro ridículo, en la ida y en la vuelta. Este equipo el martes parecía una marioneta en manos madridistas. Demostró Emery, una vez más y van decenas y decenas que los entrenadores cagones son para equipos mediocres y que cuando están en equipos grandes hacen mediocres a esos equipos.

Por resumir, si yo hubiera sido el jefe del París, el señor Emery ya no habría vuelto como entrenador tras el ridículo de Barcelona, pero si hubiera sido así, el martes por la noche a las 12 hubiera estado en la calle.

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