Y es que la situación excepcional que vivimos, ha puesto en uno de los ejes del debate público cuestiones clave para la sociedad que queremos construir. Porque, en medio de una pandemia sin precedentes en nuestra historia reciente, hemos comprobado que todos y cada uno de los sectores profesionales son esenciales, pero que aún existen los trabajos ‘de primera’ y los ‘de segunda’ en lo que a derechos y dignidad laboral se refiere; y, además, que estos últimos, se han destapado en medio de esta tremenda tormenta como los sostenedores del pulso social que, aunque debilitado por las circunstancias, ha logrado mantener el aliento de toda una sociedad que, ahora, debe luchar por reconocerles, con dignidad y derechos.
Hemos visto y sentido que es en la práctica honesta y responsable de cualquier actividad, donde radica el motor de nuestro día a día. Ha hecho falta el compromiso de muchos y muchas profesionales para que nuestra tierra no haya dejado de latir ni un sólo instante, aun cuando las sacudidas recibidas por un virus con nombre propio, COVID-19, nos embestía con bravura. Y, al mismo tiempo, hemos reafirmado la necesidad imperante, urgente (yo diría, obligada), de defender la Sanidad Pública y el Estado de Bienestar, dotándolos de más recursos: humanos, económicos y materiales.
Puede que una de las grandes lecciones de esta crisis en el ámbito laboral sea que falta mucho por hacer, y que debemos reconocerlo y ponernos a ello. Pero creo que no sería justo olvidar el camino y los logros que nos han traído hasta aquí, porque de ellos sacaremos el ánimo, la fuerza y el ejemplo para afrontar los nuevos retos. Un camino que ha estado marcado por la entrega de hombres y mujeres que siempre han defendido que cada derecho laboral conquistado, es un paso más hacia el progreso colectivo como sociedad.
Un camino que el PSOE conoce muy bien porque, en buena medida, han sido sus propuestas, sus medidas, sus políticas reales y realistas pensadas para mejorar las condiciones de trabajo de cada persona, las que nos han visto avanzar a través de él. Un camino (largo, es cierto) que hemos transitado junto al sindicalismo de clase (a cuyos hombres y mujeres felicito, una vez más, por su papel en esas múltiples ‘luchas’ compartidas) y en el que la voz del empresariado también ha sido (y seguirá siendo) fundamental.
Los y las socialistas no nos conformamos; no podemos hacerlo porque se nos abre ante los ojos una realidad compleja que va a exigirnos nuestro mejor esfuerzo: un gran diálogo social en el que partidos políticos, agentes sociales y sector empresarial debemos dar un paso al frente para reconstruir este país, asumiendo con honestidad que se lo debemos a los millones de hombres y mujeres que, cada día, dan lo mejor de sí para seguir adelante.
El Gobierno que lidera Pedro Sánchez comenzaba este 2020 poniendo sobre la mesa mejoras sustanciales en la calidad de vida de la ciudadanía. El aumento del Salario Mínimo Interprofesional o la subida de las Pensiones son iniciativas que nos muestran una senda que, incluso en medio de esta difícil e inesperada situación, es firme, y pasa por defender los intereses de los trabajadores y las trabajadoras más vulnerables.
Este Ejecutivo ha dejado claro que, a diferencia de como ocurrió en la anterior crisis económica, esta vez nadie se va a quedar atrás. Prueba de ello, son los esfuerzos que están haciendo para articular mecanismos que luchen por conservar cada empleo; o el histórico despliegue de ayuda pública para autónomos que ha visto España; o ese ‘escudo social’ en el que se está trabajando con esmero y sin descanso, con el doble objetivo de protegiendo a la población más vulnerable en recursos, asegurar un mínimo poder adquisitivo que será fundamental para mover el consumo interno.
La reconstrucción social y económica será la prioridad, una vez superada la emergencia sanitaria; pero sin olvidar que en nuestro horizonte siguen, fuertes, propósitos como la consolidación del derecho a unas pensiones justas para quienes deben poner fin con dignidad a toda una vida de entrega laboral; como la armonización del SMI con la media de la Unión Europea; como la generación de empleos de calidad que tengan en su eje la apuesta por la innovación y la Investigación y que reduzcan las desigualdades y erradiquen la lacra de la pobreza social; como una conciliación laboral efectiva que tenga en el desarrollo tecnológico un aliado; como la desaparición de la brecha salarial entre hombres y mujeres; como la transición hacia una economía verde que mejore el bienestar humano y la equidad social; como la mejora constante de unos servicios públicos modernos, eficientes y dotados con los mejores recursos; como la creación de una política fiscal justa que hable de la redistribución de la riqueza para hacer posible el progreso económico de todos y todas.
En definitiva, un empleo pleno y productivo y un trabajo decente. Una apreciación que ya se recoge en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, que también apuntan a la necesidad de estimular el crecimiento económico sostenible mediante el aumento de los niveles de productividad y la innovación tecnológica. Cuestiones, al mismo tiempo, fundamentales para responder al ‘reto demográfico’ desde la perspectiva laboral con el objetivo de fijar población en el medio rural, mediante un plan que atienda y entienda las características específicas de nuestros pueblos, haciendo protagonistas de su desarrollo a las mujeres y a la juventud.
Despojado de calle, sí, pero repleto de fondo, este 1º de mayo pide de nosotros y de nosotras, lo mejor. Porque el camino sigue y será duro. Pero el éxito estará asegurado, ya de salida, si lo transitamos de la mano y, sobre todo, sin perder de vista un factor: la dignidad.
Santiago Cabañero Massip
Secretario General Provincial del PSOE en Albacete