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Un fraude más (I)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 21 de febrero de 2018, 04:06h

Un fraude más, sin que sea extraño, procedente del propio Gobierno de España. Una vez más, otra vez, de nuevo, el Gobierno de España, con su primer espada Presidente a la cabeza, Don Mariano Rajoy Brey y su mozo de estoques, el Ministro de Hacienda, Don Cristóbal Montoro, han pergeñado un invento más para embaucar a los desavisados ciudadanos de este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, y de paso, por un lado, echarse a un lado, valga la redundancia, del camino que debiera despejar el Gobierno de la Nación, para transitar hacia el Estado de Bienestar, y, de otro, hacer un favor a las compañías aseguradoras, generalmente bancarias, ampliando su nicho de negocio. Y ahí siguen, exultantes, como si fueran los únicos imprescindibles en el ámbito político para seguir en el timón del País, y considerando ineptos, inútiles, incapaces, ignorantes y torpes (precisamente todos los epítetos aplicables a ellos), no sólo a los ciudadanos, sino a los demás partidos del arco parlamentario. Ellos creen, por designación divina, ser los únicos poseedores de la fórmula de fierabrás o de la piedra filosofal, y para tapar más bien su ineptitud e incapacidad para seguir al frente de este navío llamado España, y con objeto de guardarse las espaldas, como vulgares ladronzuelos o rateros de la más baja estofa, nos sale, ahora, el Presidente del Gobierno de España, Don Mariano Rajoy Brey, aún en el cargo, por desgracia para España y los Españoles, con el anuncio de que nos aconseja, poniéndose en lugar de un buen padre de familia, que nos hagamos Planes de Pensiones, para completar la escasa o nula prestación de la pensión pública de jubilación a que, en principio, tenemos derecho todos quienes hemos inclinado la cerviz para poder sobrevivir, siendo asaeteados por un sinfín de impuestos, tanto estatales, como autonómicos, provinciales y municipales, que constituyen un frente expropiatorio y confiscatorio para los bolsillos de los ciudadanos, que ven, asombrados, cómo el resultado de su esfuerzo laboral (más de seis meses al año trabajando para el fisco), se diluye, en un importante porcentaje, en satisfacer la agónica y perversa hambruna impositiva, que acaba en la Caja Pública de Caudales, o por lo menos, debería acabar en dicha Caja, si no fuera porque en un alto porcentaje, antes de entrar en la misma acaba en los bolsillos y cuentas bancarias de los Administradores de la Cosa Pública, en una esperpéntica, espantosa y terrible esquilma, tal como se está demostrando con el inacabable rosario de procedimientos judiciales por corrupción que implican, precisamente al Partido que sustenta al Gobierno, o sea, al Partido Popular, que ya, debido a la cantidad de procesos y a la cantidad inmensa de los dineros afectados, puede decirse que este Partido se ha convertido en un queso que puede hacerle la competencia, con notable éxito, sin lugar a dudas, al famoso queso Gruyère, por la infinidad de rotos y agujeros que presenta.

Y no hablemos de la hucha de las pensiones, la cual la han dejado ya los peperos hecha unos zorros, habiendo dilapidado de la misma una muy sustancial cantidad, pues no olvidemos que el calamitoso ex Presidente del Gobierno, Don José-Luis Rodríguez Zapatero, con todas sus faltas y sus locuras, la había dejado con un fondo de más de 67.000 millones de euros, pero los listos, los únicos que gozan de sapiencia en este país, los miembros del Partido Popular y del Gobierno actual de España, la han arrasado y la han dejado al pie de los caballos, habiendo sido necesario ya acudir al empréstito, en más de una ocasión, para poder pagar las nóminas de las pensiones, no siendo de extrañar que, una vez más, con este Gobierno tan titulado y tan preparado, la deuda pública haya alcanzado un nuevo récord, aumentando 37.424 millones de euros en 2.017, hasta alcanzar la escalofriante cifra de 1,144 billones, equivalentes al 98’10% del PIB, la mayor cifra jamás registrada en España, habiéndose disparado desde 2.007 en 760.000 millones de euros, por lo que cada ciudadano debe ya más de 24.500 euros, todo lo cual contrasta con ese sabio consejo de nuestro Presidente del Gobierno de España de que la ciudadanía ahorre, ejemplo que, por lo que se ve, no se aplica a sí mismo, pues el dispendio, el despilfarro y la corrupción hacen inviable cualquier tipo de ahorro por parte de la Administración Pública, y porque una cosa es predicar y otra dar trigo. Teniendo en cuenta, además, que la estadística del Banco de España a estos efectos, también incluye que la Seguridad Social, ella solita, aumentó su deuda a su mayor importe desde que arranca la serie histórica en 1.994 hasta los 27.393 millones de euros, un 2.34% del PIB, debiendo, el año pasado, por primera vez, desde los noventa, la Seguridad Social contraer un crédito de 10.192 millones de euros para poder pagar las pensiones, ante los números rojos del sistema y los recursos insuficientes “de la hucha”. Sí, hablemos de las pensiones, o sea, de esa nómina a que se han hecho acreedores los trabajadores que durante su etapa laboral fueron apoquinando a la Caja cantidades suficientes para que, ahora, llegado el momento de su jubilación, pudieran recoger el fruto de su esfuerzo y, en cierto modo, de su ahorro. Pero que si quieres arroz Catalina, y como dijera Federico García Lorca en unos de sus versos más celebrados del poema “Reyerta”: “Señores guardias civiles: /aquí pasó lo de siempre./ Han muerto cuatro romanos/ y cinco cartagineses.../ O sea, lo de siempre, que las largas manos de nuestros gobernantes se manchan de sangre dineraria, de todos los colores en que se traducen, ahora, los billetes de euro, y se los apropian como si tal, y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Ya dijo, en su día, la ex-Ministra de Cultura Carmen Calvo, que el dinero público no es de nadie, según dicho razonamiento sería una “res nullius”, es decir, abandonado y sin propietario, que lo será el primero que lo agarre.

Y como empiezan a ver que uno de los pilares del chiringuito de ese presunto Estado de Bienestar que, en realidad, ha quedado arrumbado en el rincón del olvido, cuando no en el baúl de los recuerdos, y que mientras sigan gobernando quienes gobiernan bien pudiéramos despedirnos del mismo, pilar que lo constituye el sistema de pensiones, el cual, y hay que decirlo alto y claro, no se trata de una dádiva que los gobiernos dejan caer sobre las cabezas de los jubilados, cual Maná procedente del cielo, por obra y gracia de Dios Todopoderoso, de su Hijo Jesucristo, de la Santísima Virgen María y del Espíritu Santo, tal como le ocurriera a Moisés en su peregrinar por el desierto con el pueblo hebreo hacia la Tierra Prometida, sino que es un derecho ganado a hierro y fuego, derivado del sudor y lágrimas y la sangre del trabajo y del esfuerzo de los ciudadanos en su etapa laboral, o lo que es lo mismo, que eso que me dan, no me lo dan, sino que recupero lo que ya me quitaron cuando doblaba el espinazo por la fuerza y poco menos, sí quizás, sí, “manu militari”. Y ahora que llega el momento de recuperar lo que me quitaron, me dicen o, al menos, dejan intuir que no será posible recuperarlo y que, encima, para más inri, recochineo, burla y chacota, me incitan a que me haga un Plan de Pensiones Privado para poder gozar cuando me jubile de algo con lo que llevarme a la boca; en fin, me parece escandaloso, me parece una tomadura de pelo, un tomar a los ciudadanos como una piara de cerdos, como un redil de ovejas, como una yunta de bueyes con la cornamenta afeitada, sin furia y sin abrojo, cuando, en palabras de Miguel Hernández, otrora, “Nunca medraron los bueyes/ en los páramos de España.”. O sea, que después de dejarme durante toda mi vida laboral los cuernos sobre el asfalto, ahora me sale el Presidente del Gobierno con la cantinela de que si quiero sobrevivir durante mi jubilación, corra raudo, veloz y ligero y me haga un Plan de Pensiones Privado ¿Estamos locos o es que hemos perdido totalmente la poca vergüenza torera que ya les queda a los políticos y gobernantes?. O esa otra medida que pergeñan los destripaterrones de alargar la edad de jubilación, que ya se barrunta en los 75 años, o sea, a ver si cae la breva y quienes hayan adquirido el derecho a la pensión cuando llegue el momento de aprehenderla ya se encuentran bajo tierra criando malvas, o lo que es lo mismo, muerto el perro, muerta la rabia, y la casta política a seguir viviendo de puta madre, sin pegar un palo al agua y sobre el espinazo del pueblo analfabeto. No habrá más remedio que volver a echarse al monte, contradiciendo los versos del poeta Miguel Hernández (“¡se acabaron los gitanos/ que iban por el monte solos!”) y desempolvar los viejos cuchillos para defendernos de este ataque vergonzoso, traidor, vejatorio, ofensivo, humillante, insultante, ultrajante, hiriente, escarnecedor y denigrante (“Están los viejos cuchillos/ tiritando bajo el polvo.”). Encima y para más regodeo y escarnecimiento, el Presidente Rajoy deja la puerta abierta a que se puedan rescatar los planes de pensiones con diez años de antigüedad, pero ¡a partir de 2.025!, como quitándole hierro al asunto y a fin de seguir mangoneando todo ese caudal dinerario que más bien por desconocimiento, que por otra cosa, hemos ido depositando como hormiguitas durante nuestra vida laboral. Porque, a fuer de ser sinceros, si ese plan es mío, ¿por qué cojones no puedo disponer del mismo cuando me venga en gana sin traba ni condición alguna y menos temporal?. Por otra parte, los beneficios fiscales en el I.R.P.F. que nos ponen como cebo, como se pone a un ratón en la ratonera, un pedazo de queso, para atraparlo estrangulándolo, será insignificante el día de la recuperación en el que la Hacienda de Montoro estirará su “longa manu” para apropiarse de la guinda del pastel y nuestro gozo en un pozo, pues lo que creíamos que iba a ser una verdadera ayuda para el pensionista y su familia, se difumina en el aire y desaparece por arte de birlibirloque, dejándonos más secos que la mojama y, encima con el cabreo correspondiente, al saberse humillado, ultrajado, vilipendiado, burlado y cornamentado.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

21 de febrero de 2018

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