www.albaceteabierto.es

Pelea de gallos

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 25 de abril de 2018, 02:26h

La Resolución del Tribunal Alemán de Schleswig-Holstein, negando la mayor al instructor del caso del independentismo Catalán, el Magistrado del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, ha sentado a dicho instructor y, por conexión y extensión, al Alto Tribunal Español, como una patada en sendas sean las partes pudendas de los Magistrados (o sea, para ser claros y no andar con tiquismiquis, con chiquitas ni medias tintas, a fin de no cruzar lo políticamente correcto del lenguaje, “como una patada en los cojones”, que castizamente se pronuncia en romance paladino, o sea, en castellano, claro y profundo). ¡Ay que ver, el revuelo que la citada Resolución, contraria a las pretensiones de la justicia española, ha causado, no sólo en sede judicial, sino en sede política y no digamos en los medios de comunicación!. Sobre todo en éstos, teniendo en cuenta su alineación con los dicterios dimanantes del poder público, no vaya a ser que les pillen con el pie cambiado y se les retire el pase para ocupar un palco exclusivo en este Teatro del Mundo Farandulero en que se está convirtiendo la sociedad española.

Ahítos de venganza y con la finalidad de salvar el polvo de las togas españolas, no sólo la propia Magistratura, sino los dichos medios de comunicación, han salido escopetados, cual les hubieran puesto un petardo en el culo, todos a una como en Fuenteovejuna, a despotricar contra la meritada Resolución del Tribunal Alemán, poniendo a éste y a sus integrantes de chúpame domine, con una falta de respeto inexplicable en quien tiene en sus manos la aplicación de la ley y el relato de los hechos que acontecen en la realidad en el día a día, con una falta de educación y de mesura, prácticamente, en plan barriobajero, lo que no hace sino demostrar quiénes somos los españoles y sus órganos institucionales y que, así, “solicos”, nos hemos puesto al pie de los caballos, nos hemos buscado una autoflagelación innecesaria y flagrante, y hemos quedado como el rosario de la aurora, coadyuvando a la leyenda negra patria. Y es que, jamás se ha visto una reacción tan polvorienta y desmadrada de la autoridad judicial española y los plumillas de turno, como la que se ha demostrado en los comentarios encendidos contra el Tribunal Alemán, que de llegar a sus oídos, no harán sino ratificar a éste en su Resolución y poner al descubierto la verdadera cara de cómo nos la gastamos los españoles cuando no nos dan la razón, seamos de a pie, a caballo o en automóvil. Y es que, ¡señores!, como dijera el dramaturgo y académico de la Lengua en su obra teatral “En Flandes se ha puesto el Sol”: “España y yo somos así, señora”. No se dan cuenta que no se puede, y más aún, allende nuestras fronteras, querer imponer nuestras tesis, por muy convencidos que estemos de las mismas y de su fundamento, lo que no es óbice para que otras instituciones ajenas a las patrias opinen y resuelvan, según su conciencia, libre y no mediatizada, y con arreglo a su leal saber y entender, en contra de los postulados nacionales. Se ha puesto de manifiesto que el español, tenga o no razón, ha de ser reconocido como el único animal a respetar, dejando a los demás en el fondo del pozo.

Y es que, no hay más que echar un ligero vistazo a la prensa de estos días, para comprobar cómo se las gasta ese españolito (que vino al mundo y al que una de los dos Españas sigue helando el corazón) cuando pintan bastos y sus tesis no son asumidas a marchamartillo y a pies juntillas por quienes están en su derecho de discrepar de las mismas y adoptar las resoluciones, que con arreglo a su conciencia, sean libres de expresar, y por quienes no siguen consignas predeterminadas ni se dejan intimidar ni amilanar por instancias yuxtapuestas capaces de arrebatarles la directriz en su opinión y trabajo. ¡Señores Magistrados del Tribunal Supremo! ¡Señores plumillas españoles!: Estamos ante un órgano judicial de un país extranjero, el cual resuelve, con acierto o no, libremente, sobre un tema que se le exige, nada más y nada menos, que la detención y extradición de un ciudadano español, y catalán, por más señas, para enchironarle por la nada desdeñable friolera de cuarenta años, y en ese trance, han de meditar concienzudamente y han de medir muy ajustadamente, el alcance de sus resoluciones, sin que les duelan prendas, que es precisamente para lo que existe la “euro-orden”, que no es ni más ni menos, que un requerimiento a un país de la UE, a fin de que se atiendan las peticiones de otro país de la UE, pero que no constituye una petición que deba cumplimentarse e implementar el órgano que la recibe, a ciegas y porque lo diga y ordene el órgano peticionario, sino que aquél debe, velando por los intereses y los derechos humanos y constitucionales, del presunto extraditado, entrar en el fondo de las causas y razones que le impelieron al órgano que la emite a recabar su colaboración para perseguir un delito, en cualquier caso presunto, y calibrar el alcance y las consecuencias de su cumplimentación, porque sí y porque lo ordene un Tribunal, que, además, al parecer y según lo manifestado en la Resolución del Tribunal Alemán, se está extralimitando, al estar juzgando ya hechos constitutivos de posibles presuntos delitos y, prácticamente, dictando sentencia, antes de seguir los procedimientos judiciales por el cauce que marca la Ley, como se desprende del mantenimiento en prisión provisional incondicional respecto de otros investigados (imputados, si somos rigurosamente clásicos), algunos de los cuales llevan ya en prisión desde el mes de Octubre del año pasado, y es que, en este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, tenemos muy arraigado nuestro orgullo y no admitimos lecciones de nadie, ni cuando éstas sean razonables e incontrovertibles, sino que estamos acostumbrados a tener razón, sí o sí, y caso contrario, incluso a exigirla “manu militari”. De ahí, el desboque de la propia Sala de Apelaciones del Tribunal Supremo, que ha puesto de hoja perejil al Tribunal Alemán, calificando su decisión de “carente de rigor” y que no se ha “estudiado reposadamente” (quizás debiera el Tribunal Alemán haber metido en un cajón el caso propuesto, tal como el Tribunal Constitucional, tiene el recurso contra la Ley Aído del Aborto, que va ya para nueve años ¡así, sí que se podría estudiar reposadamente la resolución a dictaminar!) y tratando de dar un varapalo, de todo punto, insostenible, a la justicia alemana, la cual por cierto está a años luz, de la mediatización del poder político sobre el Poder Judicial que se detecta y produce en España, que quizás no lo sabe en toda su extensión aquélla, pero que si lo supiera, bien podría ser que España fuera excluida del concierto europeo. Tal como ha puesto de manifiesto el exconsejero de Territorio y Sostenibilidad, de la Generalitat Catalana, Joseph Rull, ante el propio Magistrado instructor, acusándole de actuar “coordinado” con el Ministro de Justicia, Rafael Catalá, o sea, para entendernos, con el Gobierno de España (y algo huele a podrido en este asunto al respecto, por mucho que se niegue, por activa y por pasiva, por el propio Gobierno y los medios afines), añadiendo “no estaríamos aquí juzgados si no hubiéramos ganado las elecciones”, aseverando que en los países del norte de Europa existe una justicia “mejor que la española”, en referencia a las decisiones que están adoptando los tribunales de Alemania, Bélgica y Escocia, con los procesados fugados.

Y, ahora, viene la segunda parte, pues tras hacer, a nivel internacional una vez más, el ridículo, la marca España, quizás esté bajando en su calificación casi hasta el bono basura, por esas agencias de evaluación que también debieran valorar aspectos personales, morales, legales e institucionales, y dejarse de poner los ojos, simplemente en los dineros, que bien pareciera no existir para las mismas otra cosa que billetes, monedas y cheques, cajas fuertes y blindadas, dejando de lado esos otros aspectos que debieran también intervenir en la calificación y evaluación de un país. Decimos, que viene la segunda, porque no contentos con el varapalo dado a la justicia española y en ella al Gobierno de España, por la Resolución del Tribunal Alemán, y con tal de perpetrar un escarmiento hasta donde sea posible, ya estudian nuestro cerebros judiciales, cambiar la petición de extradición por el delito de “sedición”, amén del de “malversación de caudales públicos”, sobre éste último añadiéndole la coletilla de “agravada”, a fin de poder imponer la mayor de las condenas del mundo mundial a Puigdemont y los suyos, lo que no es sino el resultado de una rabieta (como la de un niño, al que su padre le niega un chupa-chups), lo que ya parece querer dar una vuelta de tuerca, a fin de que no quede títere con cabeza, dar un castigo ejemplar a propios y extraños y un aviso a caminantes, a fin de que en este país, repito, aún hoy, a duras penas, llamado España, no se mueva ni Dios. Pero, héte aquí, que el Tribunal Alemán ya ha puesto en almoneda la extradición por malversación, sobre la que ha pedido papeles al Juez Pablo Llarena, lo que ha supuesto otro monumental cabreo para éste y sus adláteres y correligionarios, que ven que, en países verdaderamente democráticos, con una separación fiel, exquisita e incontrovertible, entre los tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), no se andan con chiquitas y se la cogen con papel de fumar, sin admitir cambalaches, componendas, manejos, trapicheos, chanchullos, chapuzas, apaños, enjuagues, amaños, contubernios, manejos ni tejemanejes, y está en el aire la presunta malversación de fondos o caudales públicos, teniendo en cuenta que siguiendo el refranero español, “éramos pocos y parió la abuela”, nuestro inefable e ínclito, amén de reprobado y odiado, Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, no le han dolido prendas, declarar y cacarear (a fin de ponerse una medalla más y engordar su egolatría) que respecto del Referéndum del Uno de Octubre 2.017 (1-O) no se ha distraído ni un euro de las arcas públicas, lo que ya, por sí solas, descalifican la imputación de los cabecillas independentistas por ese delito, y que ha hecho montar en cólera a Pablo Llarena, poniéndole por si faltaba algún ingrediente, al borde de un ataque de nervios, hasta el punto de que el Magistrado ha retado al Sr. Ministro de Hacienda a que pruebe sus asertos, que contradicen la investigación y deja con el culo al aire, una vez más, al Magistrado, que debe estar ya arrepintiéndose de haber actuado con la contundencia que lo ha hecho, especialmente manteniendo en la cárcel a presuntos delincuentes, sin que siquiera se haya probado delito alguno y sin haber sido juzgados, con una intromisión intolerable del Poder Judicial sobre el Poder Político (aquí la ecuación es al revés), ya que la mayoría, por no decir todos, los arrestados, gozan o han gozado de la cualidad de parlamentarios electos, en unas elecciones democráticas y libres, o sea las llevadas a cabo el pasado 21 de Diciembre 2.017, impidiendo con su actuación, la gobernabilidad de la Autonomía Catalana, a la que mantiene en un “impass”, desde los resultados de aquellos comicios, que parece arrojaron un resultado indigerible para su Señoría y el Gobierno de España, que se las prometían muy felices, a fin de desbancar del poder a los independentistas. Lógicamente la prensa adicta, que suele ser toda, a fin de no perder sus privilegios, se han arrojado al cuello del, en este caso, pobre Montoro, exigiéndole una rectificación, lo que ha puesto al Estado Español en una situación de lucha entre Poderes como pocas veces se había visto en este país y poniendo al descubierto las carencias, los trapos sucios y otras zarandajas que suelen lavarse en los sótanos de los poderes, a fin de dejar a dos velas a la ciudadanía española. Estas declaraciones de Montoro, avalan la tesis, ya esgrimida por los encausados, de que el delito de malversación ya debe ser archivado y olvidarse del mismo (por malversar caudales públicos habría que enjuiciar a muchos políticos que, aun en el ejercicio de su cargo, aprueban y destinan partidas de esos caudales con fines, espurios o, como poco, poco claros, valga la redundancia. Baste como ejemplo la dilapidación de 19 millones de euros en la inacabada e inexistente Ciudad de la Justicia proyectada bajo el mandato de Esperanza Aguirre, o los tres mil millones de euros que costó el AVE Albacete-Toledo, hoy durmiendo el sueño de los justos, en la época de Don José Bono, como Presidente de Castilla La-Mancha).

En definitiva, que la imagen que con toda esta tramoya se está dando de España, es lamentable y está dejando a las instituciones españolas por los suelos, sin un ápice de credibilidad, sin que ésta pueda obviarse por el hecho de que el ex-primer Ministro Manuel Valls, haya salido a la palestra proclamando que “Alemania no tiene otra solución que entregar a Puigdemont” o que “Francia habría entregado a Puigdemont”, manifestaciones carentes de valor alguno, por la sencilla razón de que este Sr., desahuciado en Francia como político, actualmente un simple diputado sin pertenecer a ningún partido, ya que los socialistas le defenestraron tras respaldar a Emmanuel Macron como candidato a Presidente y, a su vez, el partido del Presidente actual no lo aceptó como candidato, argumentando que no cumplía los requisitos al contar ya con tres mandatos parlamentarios, y anda estos días por España postulándose a fin de obtener un puesto, por misericordia, para seguir chupando de la teta pública, y quizás, el melifluo de Albert Rivera, que parece que aún no sabe quiénes son los Reyes Magos ni los juguetes, le ofrezca la candidatura por Ciudadanos para el Ayuntamiento de Barcelona, descabalgando a la actual Jefa de filas del Partido en el Consistorio de la Ciudad Condal, Carina Mejías, quien se había postulado con claridad en su intención de repetir como candidata: un ejemplo más de cómo vendrán de fuera que de dentro te echarán, lo que supone una triste relegación para quien ha trabajado y sigue trabajando bien para el Partido.

En fin, una refriega más, que ha dejado a España, a los españoles y a las instituciones españolas, como chupa de dómine: ¿quién, allende nuestras fronteras, nos va a tratar de tú a tú? Hay tela para rato, pero la derrota de la Armada Invencible, en el Canal de La Mancha, en tiempos de Felipe II, en cuyo Imperio no se ponía el sol (y que le llevó a expresar su famosa frase de que “no envié mis naves a luchar contra los elementos”) se me antoja un grano menor en comparación con la fama que nos estamos labrando.

Pelea de Gallos: Llerena versus Montoro; Tribal Supremo versus Gobierno de España. ¿No están prohibidas las peleas de gallos en nuestro país?.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

25 de abril de 2018

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios