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El defecto Thunberg

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 11 de diciembre de 2019, 04:39h

Dicen que en Lisboa esperaban a la activista Greta Thunberg cientos de periodistas, quizás, unos quinientos de muy diversos países, en espera, digo yo, de ser testigos y vivir en primera persona, cómo la citada sueca ha resuelto el dilema del huevo de Colón porque otra cosa relevante, que no fuera presenciar in situ la cara de jodona de la nena, que más bien parece por los gestos y guiños que se ha acostumbrado a poner de manifiesto, en un intento de demostrar su permanente lucha contra el mundo entero, y que más bien pareciera la cara de un ser estreñido, en trance de hacer sus necesidades sólidas, o sea, de cagar, que es lo que a postre y en verdad puede tener interés de la llegada de la nueva Pipi Calzas largas a lusitania, a fin de emprender desde allí, tras su periplo de cruzar el océano atlántico en un catamarán, propiedad de unos incautos y bobos adinerados, viaje al centro de la Cumbre del Clima, en Madrid, en Ifema, donde iba a dar rienda suelta a su enfado contra el mundo mundial y la puesta en escena de un espectáculo absurdo, sin sentido, esperpéntico, grotesco, ridículo y extravagante, con el auspicio de la flor y nata de los mandamases del orbe mundial, nada más y nada menos que ante los representantes de cerca de 200 países, con sus primeros ministros y Jefes de Estado en primera línea, amén de toda la tropa que alrededor de estas figuras se mueven y giran a su alrededor.

Mucha preocupación tuvo esta botarate y quienes mueven los hilos de la marioneta en que se ha convertido, para elegir dentro de un respeto al medio ambiente, el medio de locomoción para su traslado desde Lisboa a la Capital de España, Madrid, donde se presumía iba a producirse el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, o la caída del Maná del cielo, o la resurrección de un nuevo Lázaro que saldría de su tumba conduciendo un coche eléctrico dando saltos de alborozo y pidiéndose un puesto de ermitaño en el paraje más lejano y recóndito posible, a fin de no contaminar el medio ambiente lo más mínimo, viviendo del aire, lo que le pondría en el trance de no defecar ni miccionar evitando cualquier contaminación atmosférica.

Que si en burro, que si en coche eléctrico, que si a pie, que si en el coche de San Fernando, unas veces a pie y a otras andando, que si en tren, dejando de lado el parapente o la levitación, todo con la brasa de no entrar en contradicción alguna con sus principios ideológicos ecológico-pacifistas, aunque a decir verdad, nada se dice del mes que ha durado su travesía en el catamarán de unos acomodados y acaudalados propietarios, desde el que, por pocos alimentos que ingiriera, al menos una vez al día, haría sus necesidades mingitorias y cagatorias, con lo que, porque me imagino que así sería, iría dicho catamarán dejando un rastro de contaminación medioambiental marina de órdago, ratificando que esa imagen beatífica de la tal Greta, seráfica como los ángeles o arcángeles mismos, era harta lejana e imposible de cumplir, pese a que parece querer dar a entender que, más o menos, fue concebida, como la Santísima Virgen María, por obra y gracia del Espíritu Santo.

Al fin, vio la luz, y se decidió por un tren electrificado (que no sé yo si la electricidad en su origen y consumo está exenta de contaminar), aunque, por falta de esa línea electrificada en todo el trayecto, los últimos cien kilómetros los tuvo que hacer tirado de una máquina convencional diesel, con lo cual la tetra de la Greta queda en entredicho y más bonica hubiera estado si se hubiera quedado quieta en la Nueva York, desde donde rindió viaje, el cual bien pudiera haberlo realizado en el mini submarino o en el paquebote sumergible en el que se detectaron las cuatro toneladas de droga que se trataba de introducir en España, desde México o Venezuela, remedando las ochenta mil leguas de viaje submarino de Julio Verne.

Total, que contaminando, poco o mucho, lo cierto es que contaminó, y de esta guisa se presentó en la Ciudad de Madrid, Capital de España, en manos del Partido Popular (Ciudad y Autonomía), con la aquiescencia de Ciudadanos y de Vox, lo que es, para el Pseudo Doctor Sánchez, como si le hubieran dado un puntapié en los cojones, pues la izquierda ansía, como agua de mayo y daría lo que no está en los escritos por hacerse con el poder en el Ayuntamiento y en la Comunidad madrileños, con lo que daría por cerrados sus diez mandamientos, los cuales se cierran es dos: dominar el Ayuntamiento y dominar la Comunidad. Y tal es la mala hiel, o sea, la mala leche que les produce este hándicap, que cualquier excusa es buena para arremeter contra los representantes de las citadas instituciones, bastando como botón de muestra, aunque sea de modo indirecto, el rebuzno que en el cierre del “show” de Greta, con un enardecido y fuera de sí, Javier Bardem, izquierdista de pro, de escaparate y de subvención, venga de la izquierda o de la derecha, que sin venir a cuento, lanzó una bravata, una baladronada o una bravuconería, contra el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el Alcalde de Madrid, Almeida, a los que, sin venir a cuento, llamó “estúpidos”, cuando, en realidad, la estupidez rodea a este personaje, vividor de la subvención, repito, venga de izquierdas o de derechas, y que medra por Hollywood, que si nadie me lo niega, está en los mismísimos Estados Unidos, donde pasa largos periplos, este mediocre actor, el cual aprovechó la ocasión para marcarse un tanto, y verdaderamente, lo que ocurrió es que le salió el tiro por la culata, por lo que al día siguiente tuvo que recular y pedir perdón.

Pues bien, una vez más se ha puesto de manifiesto la memez, la idiocia, la mentecatez, el botaratismo, de los altos mandamases a nivel mundial, al permitir, otrora en la ONU, y ahora en Madrid, que la preocupante contaminación medioambiental, originaria del cambio climático, gire en torno a una vendedora de crecepelo, como la tal Greta Thunberg, dicen que una niña de 16 años, a la que yo le asigno una mayoría de edad, como poco, en vez de sobre las teorías y estudios de científicos serios con propuestas serias y creíbles, porque el anatema de la tal Greta de que “le hemos robado la juventud” se convierte en un boomerang contra la misma, porque la juventud no se la está robando sino ella misma, siguiendo con la patraña que sus propios padres y algún avispado inversor han montado en su derredor, a la cual están explotando, en un cuasidelito de explotación de menores, porque donde de verdad cumpliría esta niñata con su pretendida misión de salvadora del mundo, sería estando en la escuela, estudiando como una estudiante más y haciendo la vida familiar y social que por su edad le corresponde y no embarcándose en una misión para la que no está preparada, porque en resumen, ¿qué sabe esta niñata de geografía, de historia, de matemáticas, de física, de química, etc, etc.? En realidad es una analfabeta global, ante la que causa perplejidad el montaje respecto de la misma, poniendo cara de demonio y sollozando como si alguien le hubiera dado una leche, que a lo mejor es lo que se merece, pero es posible que siga dando tumbos a mayor gloria de la masa cretinizada que, seguramente, estará encantada de bautizar a sus nuevas “vástagas” con el nombre de Greta.

En definitiva, una vendedora de crecepelo, a la manera de aquél visionario Al Gore, que nos visitó en los años 90, con la misma cantinela del cambio climático, que se llevó por una conferencia, huera y llena de tópicos, como poco, quinientos mil euros y que acabó demostrándose que en su amplísima mansión en Nashville contaminaba como Madrid entero. Pero ante el carácter melifluo, melindroso, blandengue que proliferan en los calzonazos que profesan la religión de lo políticamente correcto, fruto de un relativismo rayano en la idiocia y la mentecatez con las que se cretinizan las masas, este tipo de esperpentos, que nos cuestan un ojo de la cara, seguirán dándose, elevando a los altares a los mediadores de estas patrañas y desaguisados, mientras, y esto es lo cierto, el planeta sigue deteriorándose y languideciendo, porque ninguno de estos jerifaltes que pasaron diez o doce días en Madrid a cuerpo de Rey, hará caso a los verdaderos científicos, y todo lo que se haya dicho y escrito en esta Cumbre del Clima recién terminada les traerá al pairo y no moverán un dedo porque la cosa cambie. Lamentablemente, esta es la verdad, quizás avalada por la propia naturaleza, porque si ahora el mar se come las playas y se adentra en la tierra, ¿Quién explica que hace millones de años, lo que era monte era mar y lo que era mar era monte, como lo demuestran los fósiles hallados en uno y otro medio? ¿Alguien podría explicar la desaparición de los dinosaurios y de miles de especies, terrestres y marinas existentes hace cientos de miles de años?

MIGUEL-ÁNGEL VICENTE MARTINEZ

11 de Diciembre de 2.019

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