Se dice (y se dice bien) que el primer paso para afrontar un fallo, es reconocerlo. Yo estoy convencido de que no puede haber mayor fallo que el de la desigualdad. Y nuestra sociedad la ha alimentado, día tras día, hasta hilar años de una historia colmada de injusticias con nombre de mujer. En la esfera pública y en el ámbito privado. Ante los grandes focos y en el silencio (a veces doliente) de los hogares. Pero en nuestra sociedad hay quienes aún se niegan a asumir el error y quienes, con esa actitud, se oponen a dar ese primer paso que siempre precede al movimiento. Al cambio. Al avance y la justicia.
Hoy es el día de las mujeres. Un día de reivindicación. Un día de grito unánime por sus derechos y libertades. Porque, si bien estamos lejos ya de aquellos hitos infames que pusieron fecha en los ‘8 de marzo’ a ese imprescindible afán de igualdad, todavía son enormes las distancias que separan a las dos mitades de una misma población. Especialmente, en materia laboral.
Como presidente de la Diputación Provincial de Albacete, hoy quiero detenerme escribiendo sobre esas mujeres que fueron, son y serán, el alma misma de nuestros pueblos. De nuestras madres, abuelas y hermanas y de las que, mucho antes que ellas, se dejaron la piel y las manos sacando adelante a familias enteras (propias y ajenas), de sol a sol, trabajando sin descanso, apartadas de conceptos como ‘cotizaciones’, ‘derechos’ o ‘jubilaciones’. De esas mujeres (muchas, hoy ya ausentes) que jamás recibieron reconocimiento alguno a pesar de que su sudor, sus dolores y su entrega, no sólo fueron vitales para los suyos, sino para este gran todo que hoy llamamos provincia.
Por todas y cada una de ellas, hoy hemos de reconocer que fallamos. Y hemos de comprometernos a que no siga ocurriendo. Con ese afán, desde la Diputación hemos querido impulsar las denominadas ‘Comarcas en Igualdad’: una herramienta forjada para escuchar. Porque nadie mejor que las mujeres de nuestros pueblos pueden ayudarnos a detectar esas cuestiones en las que aún queda mucho por avanzar para, precisamente, hacerlo de su mano, descubriendo más ‘fallos’ que aceptar y generando más mecanismos para subsanarlos.
A partir de esta ‘guía’ inmejorable que son sus realidades, y junto a las auditorias que realizaremos en cada localidad para detectar tanto las problemáticas concretas como los recursos que tienen para abordarlas, queremos seguir transitando un camino que nos ayude a impedir que las llamadas ‘mujeres rurales’ se vean mayoritariamente obligadas a carecer de sueños profesionales. Porque nuestros pueblos enterrarán su futuro si en ellos no sabemos aprovechar los conocimientos, las capacidades, las ideas y el ímpetu de las mujeres; si el precio de que ellas quieran escribir sus propios destinos ha de ser su ‘expulsión’ del medio rural, o la desesperanza, o su aparentemente relación inherente a los trabajos vinculados a los cuidados, dentro y fuera de sus casas.
Se dice (y se dice bien) que el primer paso para afrontar un fallo, es reconocerlo. Yo estoy convencido de que no puede haber mayor fallo que el de la desigualdad. Por eso me desmarco de quienes sigan negándose a reconocer este tremendo error social que se parapeta en tan diversas realidades. Porque la sociedad de Albacete, por y con todas sus mujeres, desea y merece reconocer que fallamos. Dar ese ‘primer paso’ que siempre precede al movimiento. Al cambio. Al avance y la justicia que impregnan el 8 de marzo.
Santiago Cabañero, presidente de la Diputación Provincial de Albacete