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Holocausto afgano

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 01 de septiembre de 2021, 03:43h

¡Buena la ha liado Occidente (ese Occidente que se precia y presume de ser la avanzadilla del avance, valga la redundancia, hacia el progreso y la prosperidad!. Ese Occidente en el que alían los United States of America y todos sus conmilitones o adláteres, entre ellos, con significación especial, lo que hoy llamamos UNION EUROPEA, ese engendro artificial creado para que los mandamases de los países, hoy veintisiete (tras la salida de Reino Unido, Brexit mediante, que vió con luminosidad divina lo que se cocía en la cocina de la Comisión Europea y demás organismos paridos por ésta, especialmente el Europarlamento, donde duermen el sueño de los justos, nada más y nada menos, que 750 eurodiputados, con sueldos de escándalo –para lo que hacen, que es nada-, amén de sus dietas complementarias para gastos propios o asistentes, habiéndose creado un foco de corrupción a nivel superestatal, donde nadan tirios y troyanos, con un morro que se lo pisan, viviendo opíparamente a cuerpo de rey, y lo que, en definitiva, es peor y duele, a costa del bolsillo de los sufridos contribuyentes, a quienes esquilman hasta la paranoia y les conducen a un estado catatónico de pobreza, miseria y terror), sigan chupando fuera de sus límites nacionales territoriales, porque ya, dentro de sus propias patrias chicas, no cabía un tonto más, o sea, un Juan Lanas, dedicado a chupar de las tetas de los Estados y había que dar cobijo a una legión de ineptos, incapaces y vagos, no sea que la liaran dentro del entorno familiar. Así, de esta guisa, bien se cumple a rajatabla el refrán español (del refranero tan certero, como, a la vez, tan puñetero) de “vivir a cuerpo de rey” y que después, me quiten lo bailao.

Pues bien, ese Occidente en declive, en decadencia y degeneración, ha iniciado ya su paso firme hacia el ocaso de su existencia, como cayeron por el precipicio grandes civilizaciones, pongamos por ejemplo, el Imperio Romano, entre otros, cuando los principios y valores fundamentales que se dirigen de modo directo a elevar al ser humano por encima de todo lo creado, por Dios Padre, en la tierra, a ponerle en el centro de la Creación, pues, y que tienden a fundamentar la inteligencia y la voluntad del ciudadano, el respeto al prójimo (trata a los demás, como quieras que los demás te traten a ti), a incentivar la creatividad moral, ética y sempiterna, respecto de cualquier actividad, a buscar la solidaridad entre los humanos, a la primacía de la ley justa y la equidad, y a defender, a rajatabla y sin ambages, el imperio de los Derechos Fundamentales, primordialmente los Derechos a la vida (tan denostado hoy en día, por quienes se creen superiores, moral y éticamente, a Dios, torpedeándolo y extirpándolo respecto de los nacisturus, vía Aborto plenamente Libre y en cualquier estado del embarazo, al principio de la vida, o, al final de ésta, mediante la implementación de la eutanasia, equivalente a eliminar a seres con vida que ya no nos sirven, e, incluso, molestan, a cuyos dos hechos se ha apuntado España, con Gobiernos del PSOE (a cuyos miembros bien pudieran haber abortado sus madres, o, ya llegarán a la situación, por deterioro físico o por la edad, a ser catapultados al otro mundo a través de la eutanasia), el primero de todos, pues sin él, nos encontramos con que no cabría predicar el resto de Derechos, siendo, por tanto, repito, el primero y el esencial, y el Derecho a la Libertad, el cual no significa no tener cadenas en las manos y en los pies, sino que los Gobiernos de Turno, respeten a sus ciudadanos, les protejan y les proporcionen el caldo de cultivo necesario para que esos ciudadanos alcancen su pleno desarrollo existencial. Y, sin embargo, constatamos, regularmente, que el que llega al poder no lo hace con la finalidad de servir al interés general, al interés público, buscando el bien común, ni siquiera servir a la ciudadanía, sino que se enrocan, tapándose los ojos, haciéndose los locos, haciendo de su capa un sayo, con la finalidad de atender a sus propias necesidades y no sólo éstas, sino, con avaricia extenuante, acaparar, por donde quiera, una fortuna, en parte legal y en parte ilegalmente, a través de la corrupción desbocada que corroe a todos los que alcanzan una cierta cota de poder, creyéndose los reyes del Mambo y pensando que se han convertido, en poco menos, o, quizás, más, que Dioses y que deben ser objeto de veneración y adoración por el pueblo, al que suelen sumir en la pobreza, la miseria y la hambruna, y al que para contentarles les arrojan las migajas de la mesa del banquete del rico Epulón, convirtiéndolo en una masa amorfa, en una masa de carne con ojos, en el mejor los casos, o en esa masa cretinizada a la que regularmente se refiere Juan Manuel de Prada, y al que contenta, siguiendo con éste, con derechos de bragueta y sopicaldo penevulvar, y es que con la pérdida de esos principios innatos a la naturaleza humana, divinos por lo demás, éticos y morales, el abandono de los mismos no nos conduce sino a lo que nuestros ojos están viendo en la actualidad, como si fuera una película de terror, terrorífica al grado máximo, mientras permanecemos impasibles ante la barbarie, el dolor y el sufrimiento ajenos y como si no fuera con nosotros, limitándonos a una simple exclamación de asombro, sin pasar de este grado de perniciosa reacción. “Cuando el pueblo se pasea con orgullo en pantalón corto o en top melonero, enseñando unas piernas peludas o unas tetazas como albardas, es inevitable que se sucedan el aborto, el sopicaldo penevulvar y el matarile eutanásico” (Juan-Manuel de Prada, en artículo en ABC, del pasado 16 de Agosto).

Esos pueblos que abandonan esos principios fundamentales, éticos y morales, como son el derecho a la vida, a la libertad y a una muerte digna (adjetivo éste último, que según el Diccionario de Uso del Español, de María Moliner, “Aplicado a las personas y, correspondientemente, a sus actos, palabras, etc., se aplica al que obra, habla, se comporta, etc., de manera que merece el respeto y la estimación de los demás y de sí mismo, que no comete actos que degradan o avergüenzan, que no se humilla y que no tolera que le humillen”), siendo la eutanasia una indignidad (que según el citado Diccionario, supone una “Canallada o mala acción cometida contra alguien), tanto como algo degradante, humillante o vergonzoso, y que no crean los partidarios de estas formas de acabar con la vida del ser humano, mediante el aborto o la eutanasia, que no constituyen sino asesinatos en tercer grado, aunque se llenen la boca, respecto de la última, de “muerte digna”, que ya vemos que no es otra cosa que algo degradante, humillante o vergonzoso, incluso, por mucho que haya leyes que las postulen, tanto en uno como en otro caso, no dejan de ser atentados contra los más altos valores del ser humano, incluidos dentro de la ilegalidad, con carácter penal.

Y esa degradación de valores y el enfilamiento hacia el ocaso de la civilización Occidental, tiene su punto de inflexión, en los sucesos que están ocurriendo en Afganistán, tras el cobarde, irresponsable y delictivo abandono de las fuerzas del Ejército Estadounidense, perpetrada por el actual Presidente e inquilino del Despacho Oval, Joe Biden, que ha dejado en manos de los Talibanes (armados hasta los dientes) el país, y que ya se van viendo las consecuencias de una decisión, como poco, arriesgada, imprudente y temeraria, que está provocando y provocará infinito sufrimiento a la población, un desgarrador terror y pánico, y una numerosa lista de asesinatos, muertes y miseria, que dejan en el aire la siguiente pregunta ¿y para eso hemos estado allí veinte años?. Desde luego, Joe Biden, que si tuviera vergüenza debiera abandonar la Casa Blanca volando, breva que no caerá del árbol (siendo como es izquierdoso, aunque a su manera), y no sólo él, sino todos sus conmilitones occidentales, particularmente los europeos de la UE, OTAN incluida, que se lamentan por lo bajini, pero que dejan al pueblo afgano a su albur y al albur, valga la redundancia, de los Talibanes, que ya sabemos cómo se las gastan, y que se parapetan, cobardemente, tras la espalda del mandatario americano, que ya vemos que está superado por los acontecimientos y que no da la talla para el cargo al que, seguramente ilegalmente, accedió, (ya que las denuncias de pucherazo del anterior Presidente, Donald Trump, tenían visos de ser realidad, lo que pasa es que la izquierda, ávida de poder también en Norteamérica, ya sabemos cómo las gasta y lo que es capaz de hacer con tal de lograr sus propósitos) y en vez de arbitrar una respuesta conjunta, estos merengosos, cobardes, inanes e indecentes países se han limitado a sacar del país a sus ciudadanos, dejando en la estacada al pueblo afgano, sobre el que han contribuido a firmar la pena de muerte, incluido nuestro país, a duras penas, llamado España, que se congratula de haber sacado del país asiático al contingente militar, policial y diplomático desplegado en el mismo y a 1.900 colaboradores afganos y, como se titula en la portada del Diario ABC del sábado pasado, día 28, “Sanos y salvos, misión cumplida” y al resto de afganos o no afganos , que les dén morcilla, o, peor, por la retambufa. País de mierda, que tenemos la desgracia de sufrir con este actual Retroprogresista Criminal Gobierno de España. Y a Joe Biden, como a su antecesor, Barak Obama, que la Academia de Noruega, le vaya preparando el Premio Nobel de la Paz del año que viene. Amén.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

01 DE SEPTIEMBRE DE 2021

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