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Maricomplejinear (I)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 16 de marzo de 2022, 08:29h

Aplícase a la acción en virtud de la cual un sujeto hace gala de un arrobo de tal guisa que lo deja embelesado, cautivado, perplejo o desarmado para contraatacar al adversario al que no puede contraponer razón alguna que contradiga la acusación que sufre en su persona por parte de éste, o sea, más o menos, quedarse con el culo al aire, pero de una manera voluntaria y consentida, con tal de no desairar a quien consciente de tu complejo se cisca en tu persona, dejándote desarbolado y exánime, literalmente sin fuerzas para mantener un discurso que contrarreste al contrario, mas como decimos, no por una causa de fuerza mayor o de infortunio, sino por una acción voluntaria y conocida, por tanto, por quien se deja arrastrar como un toro por las mulillas cuando ha sido finiquitado por el diestro de turno, con más o menos fortuna.

Y al ser que acusa esta parálisis se le denomina como ahíto de tales defectos, con el término de ser un “maricomplejines”, como portador de un sentimiento que le lleva a creer que posee cierta cualidad negativa que le hace inferior a los demás, no atreviéndose a argumentar un discurso contundente que contradiga los argumentos del contrario, e, incluso, le deje sonrojado y fuera de juego, por tener más razón que un santo, a cuyo efecto hace una renuncia vergonzante quien adolece de esta mendacidad, que lo deja al albur de las sinrazones de su oponente, el cual se crece y poco menos que acaba pasando por encima de su cadáver, por muy torticeros, inicuos, ilegales y depravados que sean los fundamentos de quien se alinea frente al llamado “maricomplejines”, el cual hace gala de una cobardía atroz, una incapacidad grotesca, para no molestar a quien se le sube a las barbas, sin razón y fundamento alguno, renunciando a sus postulados y entregando toda la iniciativa a quien desde la acera de enfrente le desearía ver muerto o encadenado y condenado a bogar en un galeón en la Roma del Imperio Romano.

Pues bien, este parece el juego que va a aceptar el Presidente “in pectore” del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. Teniendo en cuenta que dicho Partido, el Popular, se halla sumido en un contagio de “maricomplejos”, casi innato a su fundación, siempre tratando de nadar y guardar la ropa para no ir en contra de los dicterios de las izquierdas, la simple (pongamos que hablo del PSOE) y la compuesta (digamos que hablo de Podemos, IU, ERC, Bildu, y demás independentistas catalanes y vascos) o sea ésta última también conocida como la ultraizquierda, y ambas constitutivas de la llamada “izquierda gourmet”, esa que ante la penuria, la pobreza, la ruina y la miseria del pueblo español, se dedica a pelar crustáceos a dos manos y engullirlos a dos carrillos, regados con un buen vino de Ribeiro o un Don Periñon, porque cierto es que son los únicos que, a día de hoy, pueden permitirse ese lujo, ya que los euros fluyen en sus arcas particulares regadas graciosa y espléndidamente por el Pseudo-Doctor-Sánchez, alias “Pinochón” (ya saben todos mis lectores, sean pocos o muchos, el por qué de tal alias), a la sazón Presidente del Retroprogresista Criminal Gobierno de España, que tira de chequera para pagar la paz social (recordemos las decenas de millones de euros que dispensa a los sindicatos dirigidos por Pim y Pom, o sea, por Unai Sordo –CCOO- y Pepe Álvarez, con su pañuelo al cuello -UGT-, respectivamente, o los prometidos veintitantos mil millones de euros al Ministerio de la podemita Irene Montero, para cuestiones sociales y de los que, si llegan a recibirlos, darán buena cuenta las feministas de pacotilla que constituyen su guardia pretoriana, la cual, junto con Yolanda Díaz, ya pueden ir buscando otras compañeras para su proyecto feminista, puesto que las otras dos de las que echaron mano, Ada Colau y Mónica Oltra, tienen el futuro más negro que el carbón en la mina de los estrados judiciales.

Y es que a ello llaman las declaraciones del Gallego, acerca de que tratará bajo su Presidencia en el PP, “evitar que la izquierda nos odie” y, tras el acuerdo histórico alcanzado por su propio PP, con VOX, en Castilla y León, con Alfonso Fernández Mañueco y Juan García-Gallardo, al frente de dichas formaciones, lo que ha sido por decirlo gráficamente, como si le hubieran dado una patada al Pseudo-Doctor-Sánchez, en salvas sean sus partes pudendas, qué coño, en sus pelotas, hablemos en castellano puro y duro, que para mí siempre fue y sigue siendo el idioma vehicular de este país, aun hoy, a duras penas, llamado España. Ya está bien de tomar acuerdos mirando siempre de reojo a ver qué le parecen a las izquierdas, renunciando a gobernar con los principios propios, que son los que catapultarán al centro derecha al Palacio de La Moncloa, y el que no quiera verlo, o es ciego o se lo hace o es más tonto que el que asó la manteca, y la prueba está en que este pacto en Castilla y León, le ha abierto una herida al Gobierno Frankenstein de muy padre y señor mío, y le ha escocido más que al grupo de “Los Mojinos Escocíos”, por lo que, como un toro banderilleado han salido en tromba a despotricar sobre el mismo, léase Adriana Lastra (cuya boquita vomita más lava que la que salió del volcán de Cumbre Vieja en La Palma) la boquita bonita y lánguida de la Portavoza del Gobierno, Isabel Rodríguez, o el propio Pseudo-Doctor, el cual presume de haber ofrecido su abstención al PP si rompía todos los pactos en el país con el Partido de Santiago Abascal, y poco le faltó añadir, como un aditamento más “y si me la chupáis”, acusando al PP de meter a la Ultraderecha por primera vez, en un gobierno desde Franco, constatando la paja en el ojo ajeno y obviando la viga, o, más bien, el vigón, en el ojo propio, pues, Sr. Pseudo-Doctor: ¿con quién ha conformado Vd. su Gobierno y quiénes son los apoyos que le permiten, a día de hoy, seguir cagando en La Moncloa?, precisamente a la ultraizquierda heredera de Lenin y Stalin, la que causó un genocidio mayúsculo en Europa, con más de cien millones de almas masacradas, y que si pudieran aun volverían a las andaas, y la prueba la tenemos muy reciente, hoy por hoy, con la invasión de la Rusia de Putin (hijo de aquellos sangrientos perros) a la Ucrania de Zelenski, en la que la transgresión del Derecho Internacional y de los Derechos Humanos se perpetran día a día, ante la complacencia y la pasividad de una Europa, más bien un Occidente, por incluir a los EEUU del decrépito Joe Biden, que, una vez más, ha sido pillada con el paso cambiado, y viendo como se asola el suelo y la población ucranianas, sigue silbando y mirando para otro lado, tal como sucediera en 1.939 con la invasión de Polonia por parte de otro loco, llamado Adolf Hitler, lo que condujo a la Segunda Guerra Mundial, al dejarle hacer y reírle, incluso las gracias, y como siempre tratando de ver esa aludida paja en el ojo ajeno y no el vigón en el propio, los historiadores Enrique Moradiellos, Santiago López Rodríguez y César Rina Simón, en un ensayo bajo el título de “El Holocausto y la España de Franco”, trata de poner en evidencia la contradicción de Franco ante el Holocausto, cuando bien pudieran dedicarse a analizar los asesinatos de ETA (con aún pendientes de desentrañar unos cuatrocientos) los cuales, por cierto, han sido declarados por el Parlamento Europeo, como “crímenes de lesa humanidad” (contra cuya calificación se posicionó el PSOE, cogido como está, por los huevos, por la escoria parlamentaria que le apoya) y, por tanto imprescriptibles, e insta a España a procesar a los jefes de ETA, por esos crímenes sin resolver, amén de que se prohíban los homenajes, (los “ongi etorri”) a los etarras al salir de la cárcel, en cuyo empeño se esfuerza, se afana y se aplica sin descanso el Ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, siguiendo las directrices del Retroprogresista Criminal Gobierno de España, que se dedica con ahinco a poner en la calle a todos los presos de la banda terrorista y permitir homenajearlos, homenajes también condenados por el Parlamento Europeo, como se ve, ninguneando a las víctimas de tales verdugos.

Y no sólo contento el Gallego con su idea de no enfadar a las izquierdas, en Valencia, ante el pacto habido en Castilla y León, se desliza con un “Es mejor perder un Gobierno que ganarlo desde el populismo”, echando un jarro de agua fría sobre su colega de partido Alfonso Fernández Mañueco y negándose a ver la evidencia de que sin el partido de Abascal, lejos le va a quedar La Moncloa.

MIGUEL ANGEL VICENTE MARTINEZ

16 de marzo de 2.022

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