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Sesos o sexos

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 28 de septiembre de 2022, 06:12h

Nos hallamos en la actualidad, quizás, entrando en el peor período de la civilización, no sólo a nivel nacional, que también y con un mayor énfasis y turbulencia, sino a nivel mundial, al haberse perdido el norte y el horizonte de la protección y el cumplimiento subsiguiente, de los principios fundamentales y esenciales, que constituyeron la base y el fundamento sobre los que se asentó la civilización cristiana y que constituyeron el empuje y la fuerza hacia el nacimiento y consolidación de los países desarrollados, que protagonizaron una era de bienestar social en todos los ámbitos, así como de avances tecnológicos y científicos, los cuales, no obstante, no me despejan la duda acerca de lo que hubieran sido capaces, pongo por ejemplo, los egipcios en la época de los faraones, levantando esas obras, conocidas por ello, como faraónicas (recordemos las pirámides), así como otras civilizaciones que casi en la edad de piedra, forjaron imperios y dejaron huella de las mismas con obras de ingeniería, que ya quisieran para sí los ingenieros de la cosa.

Pero, es bien cierto, que a una civilización extraordinaria, le viene la depresión y el ocaso de la misma, en la mayoría de los casos, por culpa de los propios interesados en las mismas, que se dejan arrastrar por la desidia, la incuria y el abandono de las virtudes que se desprenden de la observancia de esos principios fundamentales, tanto morales, como éticos, sustento y base de los ordenamientos jurídicos incursos en lo que viene en denominarse una democracia plena y absoluta. Mas la relativización de esos principios (que empezó con el relativismo puro y duro del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero), origen de su abandono, han inculcado en la actualidad principios perversos y diabólicos, que corroen, como un gusano una manzana, desde dentro del sistema esos otros principios que jamás debieron ser objeto de abandono o de apartado, si es que queremos que la vida siga igual (como cantara Julio Iglesias) dentro de esos parámetros de bienestar social, bajo el prisma de una justicia, activa independiente de los otros dos poderes (que tienden a subvertir el orden social y cortarle las alas a la misma), a saber, el Legislativo y, sobremanera, el Ejecutivo, tal como se está demostrando en la actualidad a cuenta de la renovación de los cargos dentro del órgano de dirección de los jueces, cual es el Consejo General del Poder Judicial, que si no cambian las tornas, y por lo que diremos posteriormente, sí podría quedar convertido en el Consejo General del JODER Judicial, y teniendo en cuenta que su renovación, por las presiones del Gobierno de España (del Retroprogresista Criminal Gobierno de España), que pretende instaurar en el mismo una mayoría “progresista” (que esto sí que tiene gracia, por llamar “progreso” a lo que apunta a un claro y contundente “retroceso”) y que parece no tener una fácil solución, porque y a la vista está, Bruselas, haciendo de hombre de paz y de mediador, exige, primero la renovación, y después, ¡a buenas horas mangas verdes!, la reforma en cuanto a la forma de nombrar a sus miembros, lo que es tanto como dejar la puerta abierta a la barbarie que persigue el Pseudo-Doctor-Sánchez, cual es contar con la mayoría, tanto en el propio Consejo General del Poder Judicial , como en el Tribunal Constitucional, con lo cual se cerrará el círculo, abierto, en su día, con el nombramiento de la Fiscala Generala del Estado, Dolores Delgado, tras dejar aún caliente su poltrona de Ministra de Justicia en el Gobierno de la Nación, y esto sí que supondría una vulneración de los principios constitucionales y democráticos a los que tanto apela Bruselas, para meter en cintura a Hungría, a la que se le van a negar los fondos de recuperación, decidiendo la Comisión Europea denunciar a Budapest ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, debido a la promulgación de una Ley que Bruselas considera homófoba, ya que prohíbe hablar de homosexualidad e identidad de género en los colegios y también limita los contenidos audiovisuales a los que pueden acceder los menores si se tratan de este tipo de temas. Y, sin embargo, viendo con complacencia, cómo un Gobierno (el de España) está haciendo todo y lo posible para acabar con la independencia judicial en nuestro país, prácticamente, cruzándose de brazos y mirando para otro lado, cuando aquí sí que está en juego la existencia de un verdadero sistema democrático y constitucional, puesto en peligro desde que el Gobierno de Felipe González, decidiera eliminar el sistema de elección de los jueces, con arreglo a la normativa de la Constitución aprobada en 1.978, por una Ley de 1.985. De tales vientos, estos lodos.

Pues bien, en un país cuya democracia está en el alero y en que ni está ni se le espera, tal como se van desarrollando los acontecimientos, no es de extrañar, la salida de pata, una más entre las cientos que lleva en la mochila su señoría, que ésta, o sea, Irene Montero, a la sazón Ministra de Igualdad, se haya despatarrado y haya vomitado una arenga de tal calibre como la que sigue: “los niños tienen derecho a conocer que pueden amar o tener relaciones sexuales con quien les dé la gana basadas en el consentimiento”. Así, punto pelota. Y dicen que después de tal se quedó más fresca que una lechuga, al ser, al parecer, un parto sin dolor. ¿Cómo un menor de cuatro, cinco, diez o doce años, por ejemplo, puede emitir un consentimiento válido para que le metan mano y hagan con su cuerpo un aquelarre sexual sin freno? ¿Deberían comparecer ante Notario?. En principio, parece mentira que la Ministra a cuyo cargo anda la protección de los menores y la infancia en general, lance al viento tal felonía, aunque sus congéneres se esfuercen a grito pelado, cual ha hecho Teresa Rodríguez (que calladita estaría más bonica) en un artículo en el Diario “El País”, el Diario que podríamos calificar de “amigo”, el pasado 24 de este mes y año, en la que clama, como el Bautista en el Desierto, que “estoy cansada de esta sensación de que nos estén dando a las mujeres y al feminismo con una sarta de ataques constantes a la Ministra de Igualdad”. Y como siempre, cuando ha sido exhortada a retractarse de su inmunda proclama, como suele suceder sin solución de continuidad con las izquierdas, la simple y la compuesta, su alegato es que está siendo víctima de una campaña persecutoria de la “ultraderecha”, metiendo en este saco a todo aquél que no comulga con las ruedas de molino que lanzan a diestra y a siniestra la susodicha. Y como pone de manifiesto Juan-Manuel de Prada, en su columna de opinión, en el Diario “ABC”, del mismo pasado 24 de este mes y año: “Los demonios han sido desatados y van a probarnos en qué consiste aquella eterna enemistad que profesan a la descendencia de la mujer. Que no consistirá sólo en que el mayor número de niños sean exterminados en el vientre de sus madres, sino también en que el mayor número de niños sobrevivientes de esta hecatombe (yo lo llamaría “genocidio”) sean pervertidos monstruosamente, para que puedan consentir que los demonios desatados satisfagan en sus cuerpos inermes los apetitos más bestiales, para que puedan consentir que sus almas trémulas sean estremecidas de las formas más diabólicas”. Y llegados a este punto, tras los escándalos en los centros de acogida de menores tutelados por las administraciones de la Comunidad Valencia y de Baleares, incluido el affaire de la Exconsejera de Igualdad de aquélla, Mónica Oltra, a cuenta de los abusos sexuales cometidos por su exmarido, sobre una menor cuya tutela ejercía, condenado a 5 años de prisión por tales hechos, yo me pregunto qué se mueve en los cerebros de esta “gentuza” (hay que llamarla por su nombre), que parecen caminar hacia la despenalización de la pederastia, porque cercanos son, al parecer, los casos que se dan, los cuales parecen estar constituidos, en vez de por “sesos” por “sexos”, sustituyendo la masa cerebral ordinaria por un mix de Pollas y Coños, que danzan a su aire, en una danza diabólica sin solución de continuidad, en un sopicaldo penevulvar y derechos de bragueta a los que regularmente se refiere Juan Manuel de Prada, buscando la destrucción de la inocencia de un chiquillo, chiquilla o chiquille, a través de un depravado/a/e/ y pervertido/a/e, hijo de puta, (de 70 o más años, y también de 20, 25, 30, 40, 50 o 60) que los destroce y deje marcados, física, intelectual y psicológicamente, de por vida, mereciendo quienes incurran en tales hechos la cárcel de por vida, así como sus mentores que desde las poltronas ministeriales les incitan a esas orgías diabólicas, satánicas y perversas.

MIGUEL-ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

28 de Septiembre de 2.022

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