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Entre la vida y la muerte

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 25 de enero de 2023, 04:37h

Dispone el artículo 15, primer inciso, de la Constitución Española: “Todos tienen derecho a la vida” y sigue: “Y a la integridad física y moral, sin que en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes.” Y según el Diccionario de Uso del Español, de María Moliner, el adjetivo “todo”, “Sirve para aclarar o acentuar que algo que se dice de la cosa designada por el nombre a que afecta se aplica a esa cosa sin excluir ninguna parte de ella”. Ahora bien, bien (valga la redundancia) podría considerarse el término empleado por la Constitución Española, como un “sustantivo”, es decir, como compresivo de todos los ciudadanos de la nación española, a los que se aplica el citado artículo, de manera que “todos” incluye a todo español e, incluso, a todo humano, que en nuestro país goza de la protección máxima por ser la Constitución la suprema regla del Ordenamiento Jurídico, que debe ser objeto de acatamiento y contra la que no puede imponerse ninguna otra norma, de rango inferior, sea Ley, Decreto o Reglamento, que la contradiga y, menos aún, que estipule directrices contrarias a la misma, tal como sucede muy claramente con la Ley del Aborto, auspiciada por Bibiana Aido y actualmente en vigor, pese al recurso de inconstitucionalidad presentado en su día por el Partido Popular, y que, para vergüenza de los Altos dignatarios del Tribunal Constitucional, va para trece años durmiendo el sueño de los justos en un cajón cualquiera de un despacho cualquiera del citado Tribunal, que ya tiene bemoles que en un plazo tan extenso no haya tenido éste oportunidad de entrar en el fondo del recurso y decidir en uno u otro sentido, lo que pone de manifiesto el miedo a mojarse en un asunto de tanta enjundia como jugar con la vida o la muerte del nasciturus, mas para eso está el citado Tribunal y si éste no cumple con sus obligaciones mínimas, más vale que sean cesados y sancionados sus miembros, por dejar en el alero su decisión sine die, mientras han sido ejecutados durante ese período de tiempo, cien mil fetos humanos al año, y luego se nos ponen los pelos de punta cuando rememoramos las “hazañas” de Adolf Hitler y el genocidio que tuvo lugar durante su mandato, respecto de los judíos, sin dejar de lado el cometido a consecuencia de haber dado lugar a la Segunda Guerra Mundial. Y abundando en la dicción de la Constitución Española, ese término, “Todos”, engloba a “todos”, valga la redundancia, es decir, a todos los humanos, sin excepción ni exclusión algunas, cuya vida hay que respetar hasta el paroxismo, y además, los mismos no pueden “ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes”, siendo cierto que no hay más trato inhumano y degradante que someter al nasciturus, es decir, al concebido y no nacido, a su aborto, es decir, a extinguir su vida de una manera traumática y trágica, reduciéndolo a papilla y desprendiéndose del mismo por las alcantarillas, lo cual no es sino ser sometido a tortura y a un trato inhumano y degradante, lo que hemos visto que prohíbe la Carta Magna Española y sin que, por tanto, nunca habrá flores sobre su tumba, sencillamente, porque no la tendrá y sus restos se habrán difuminado en la ciénaga de los desagües.

Pero, por si fuera poco, nos encontramos con el segundo inciso del citado artículo 15 de la Constitución Española, según el cual: “Queda abolida la pena de muerte,… (salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra)”. Es decir, que la propia Ley de Leyes salvaguarda el derecho a la vida, aboliendo la pena de muerte, de cualquier criminal por muy monstruoso que sea y grave sea el delito o delitos por el que merece ser condenado. Y, sin embargo, protegiendo la vida, e integridad, física y moral, que todo hay que decirlo, del mayor de los criminales, por muy execrables que sean el delito o delitos cometidos, incluso el de homicidio y asesinato, cortando de raíz la vida de un congénere, poniendo a su alcance su derecho a la defensa, un juicio de los que se denominan “justos”, protegiendo su integridad física y su vida por medio de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, y, en su caso, si fuere preciso, militares, para evitar el linchamiento por parte de los familiares, amigos y convecinos, de la víctima, la Ley del Aborto, la llamada Ley de Bibiana Aido, condena al nasciturus a muerte, sin derecho a defensa ni juicio justo alguno y por la sola voluntad de su madre que con esta lacra pasará a la historia de los criminales, como pretende pasar a ese mismo capítulo el Pseudo-Doctor-Sánchez, por su machada de haber desubicado de su tumba al otrora Generalísimo de los Ejércitos, Don Francisco Franco Bahamonde, “porca miseria” para tanto mal como el que deriva de la citada Ley del Aborto, cuyas consecuencias derivan en realidad en un verdadero y auténtico “genocidio uterino”.

Repetimos que la citada Ley está pendiente de un recurso de inconstitucionalidad, que como hemos dicho, va para trece años durmiendo en el cajón de una mesa del Tribunal Constitucional, presentado en su día por el Partido Popular, siendo digno de recordar que con la mayoría absolutísima alcanzada por Mariano Rajoy, en las elecciones de 2.011, siendo una promesa en su programa electoral, la derogación de la Ley Aido, éste, dando muestras más de su maricomplejismo, típico que aturde a la derecha, incapaz de hacer frente a las afrentas de las izquierdas, por ese temor innato dirigido a nadar y guardar la ropa, no sea que éstas se ofendan y les tachen de “fachas”, lo que, por cierto, siempre acaba ocurriendo cualquiera que sea el camino que tome el Partido Popular, y ahora, cuando éste, con Feijóo como primer espada, que parece estar llevando a cabo, o sea, cumpliendo el testamento de Pablo Casado, de luchar contra VOX, como enemigo a abatir, cuando es llamado por propia consanguinidad, a que éste le saque las castañas del fuego, le ha entregado el mando en el Tribunal Constitucional a la llamada línea progresista, con Conde Pumpido a la cabeza, que, como Presidente del mismo, ya ha anunciado que como primer plato que quiere jalarse es el del recurso contra la Ley Aido, que, por lo que apunta la trayectoria del ex -Fiscal General del Estado, en tiempos de Rodríguez Zapatero y, la mayoría amplia progresista en el Tribunal Constitucional, nadie duda de que la resolución recaerá del lado de hacer decaer el recurso y entronizar definitivamente la Ley del Aborto, que, por cierto, está pendiente de reforma en el Congreso de los Diputados, para que las menores de 16 y 17 años puedan abortar sin consentimiento de sus progenitores y, además, suspende el plazo de tres días que se concedían a la abortista para reflexionar, es decir, urge que ninguna mujer embarazada en la que por su cabeza haya pasado la posibilidad de abortar lo sea con urgencia, no sea que por H o por B, se vuelva atrás y reconsidere su decisión, que es a la postre, lo que persigue el programa “Provida” a las puertas de las clínicas abortistas y lo que ahora ha querido poner en vigor la Junta de Castilla y León, a través de su Vicepresidente, Juan García-Gallardo, de VOX, a través de un protocolo por el que se ofrezca a la mujer embarazada y en vías de abortar, que pueda ser aconsejada, y ver, en una especie de prueba del polígrafo, en ecografía la vida del ser que desea asesinar, siempre y cuando esa mujer decida dar este paso, libre, consciente y voluntariamente, lo que ha hecho que desde el Retroprogresista Criminal Gobierno de España, se haya desatado una “Filomena” sobre el Gobierno de la Junta de Castilla-León, amenazada, a través de un requerimiento, con aplicarle el 155 de la Constitución Española, con los sapos y culebras que suelen salir de las bocas de los Ministros del Gobierno antedicho y sus adláteres, corifeos, acólitos, paniaguados y mamandurrieros, que se están comiendo, con sus disparatados sueldos, el montante de la Caja Pública de Caudales, mientras aconsejan a los ciudadanos que se aprieten el cinturón que no coman carne ni pescado y que se congelen de frío sin encender calefacción o calefactor alguno, Mas lo más llamativo de esto, es la postura de Alberto Núñez Feijóo, el líder de los Populares, que me parece a mí, que es más maricomplejines que el propio Mariano Rajoy, que ya es decir, y está que le tiemblan las piernas para no incomodar a Sánchez, y, deseando en su fuero interno, que Mañueco rompa la coalición con VOX y que el Presidente Pepero se eche en brazos del PSOE castellano-leonés. Desde luego, por este camino, es imposible que Feijóo pueda llegar a dormir en La Moncloa, y bien haría el PP, si anhela recuperar el Gobierno de España y hacer que este país vuelva a recuperar el aliento, la dignidad, el orgullo, la decencia y la autoestima, sustituir, como están vaticinando desde la propia Moncloa, a timorato y sin fuelle, Alberto Núñez Feijóo, por la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

ALBACETE, a 25 de Enero del 2.023

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