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Delitos sin castigo (Prólogo)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 12 de abril de 2023, 02:03h
Vamos a radiografiar, bajo el título antedicho, aquellos actos, acciones o inhibiciones, o sea, la posible comisión de un delito, por acción u omisión, como autor o inductor necesario, a través de las conductas de nuestros máximos gerifaltes, o sea, miembros del Retroprogresista Criminal Gobierno de España y los cargos que, directa o indirectamente, dependan de aquéllos, pues, tras la serie de transgresiones y contravenciones de la Ley, derivada de los actos directos o indirectos, de tales sujetos, bien pareciera que la inviolabilidad que el artículo 56.3 de la Constitución Española, predica de su Majestad el Rey de España, la cual, por cierto, ha sido puesta en entredicho por representantes gubernamentales de la izquierda cainita, y que, sin embargo, para los propios bien pareciera que la pretendieran en todo su amplio sentido, dejando aparte la inviolabilidad de los Diputados y Senadores por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones (la cual no tiene explicación alguna ni razón de Estado que la justifique o avale) y la inmunidad de que igualmente gozan los mismos, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 71.1 y 2.- de la propia Constitución Española, independientemente de la responsabilidad criminal del Presidente y los demás miembros del Gobierno, que “será exigible, en su caso, ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo (artículo 102.1 de la Constitución Española) y la responsabilidad política de la que “El Gobierno responde solidariamente…ante el Congreso de los Diputados” (artículo 108 de la Constitución Española), que más bien parece un canto de sirenas, un brindis al sol y al limbo, pues no sabemos cuándo, cómo, qué procedimiento hay que seguir y qué consecuencias puede acarrear.

Y es que, a la vista, de hechos, actos, acciones u omisiones perpetrados por todos esos gerifaltes que, constitucionalmente, bien parecen guardarse las espaldas, de una manera descarada casi delictiva, usando y abusando de unos privilegios que le son denegados al resto de los mortales, y que por sus características inicuas y nada ejemplarizantes, máxime cuando en la toma de posesión de sus cargos, prometen o juran, cumplir y hacer cumplir los mandatos constitucionales, y que bien podrían ser objeto de una serie específica de novelas, por parte de la genial y admirada Agatha Christie, teniendo en cuenta la variedad de actos y acciones de este desnortado Retroprogresista Criminal Gobierno de España, que le darían material para tantas otras novelas como las publicadas durante su vida, las cuales, por cierto, se hallan en la actualidad, junto a otros autores, hoy se nombran a Roal Dahl o Ian Fleming, a un revisionismo histriónico, analfabeto, fantoche y titiritero, grotesco y farsante, por parte de los nuevos vigilantes de la playa de la moral libertaria, tendentes a ahogar en el fondo de la mar y de asfixiar hasta la muerte la libertad de expresión que se expande dentro de las hojas de un libro. Serán los nuevos Inquisidores, remedando a Torquemada y sus secuaces, en los nuevos rabinos que condenarán, por segunda vez, a muerte a Jesucristo, los detentadores de la verdad absoluta y de la limpieza moral, que ya podrían empezar a pasar la fregona y la aspiradora por los suelos y las alfombras de sus casas y lavarse bien y cotidianamente no sólo su cuerpo, ano incluido, sino las formas y apariencias físicas y espirituales de cara al vecindario. Esos que quieren convertirse en los nuevos correctores del arte de escribir, cuando no tienen repajolera idea de cómo se escribe una “o” con un canuto y cuya moral raya en la bajeza de lo impío, lo descarado, lo insolente y lo grosero, sopa de adjetivos derivada de su escasa preparación moral e intelectual, queriendo imponer un nuevo lenguaje, cuando apenas saben hablar y escribir, basado en falaces y absurdas creencias en míticos inclusivismos, homofobias, insultantes y ofensivas, que hacen decaer expresiones tales como “gordo”, “nativo”, “negro”, “judío”, o “gitano” o “feo”, cambiando la realidad de los hechos y personajes relatados por otros enlatados dentro de la teoría de lo “políticamente correcto” y dejando el guión original en un pelele movido a instancias de tan ilúcidas, mentecatas, ignaras e incultas mentes, que no llevan sino a inducir a un ridículo, absurdo y perverso. A este paso, sin contraposición por quienes detentan el compromiso de la guarda de la literatura y del lenguaje culto y verdadero, asistiremos, a la quema de las ediciones originales de tales obras, en una pira en la plaza de los pueblos, a la manera como los nazis y la Inquisición quemaban los libros que, a su juicio, contravenían los ideales mezquinos y liberticidas de sus cabecillas. Estaremos atentos a este episodio que pasará a la historia, como uno más del desnortado desprestigio de que se reviste el mundo actual.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

12 de Abril de 2.023

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