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Pedir la luna (III)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 11 de octubre de 2023, 06:26h

Y, de aquellos vientos, estos lodos, pues ahora resulta que estamos en manos de un delincuente, de un golpista, prófugo de la justicia y reclamado por el Tribunal Supremo para ponerlo a buen recaudo, cosa no llevada a efecto por mor de la torpeza y la insidia de una Unión Europea, a quien Dios tenga en su gloria, y que desde Waterloo está marcando el paso hacia la conformación de un Gobierno en España para la próxima legislatura, y al que rinden pleitesía todos los gerifaltes socialistas (Moncloa manda cortejar al huido por parte de los Ministros en funciones), hasta el punto de que van, en peregrinación, al Santuario de Waterloo a adorar al nuevo ídolo, al nuevo becerro de oro, puesto ahí por el propio Lucifer, y ellos sin avergonzarse un ápice, ni caérsele los anillos a esta tropa de entregados y sometidos a los deseos de aquél, bajándose los pantalones, y, en su caso, si preciso fuere, despojándose de los calzoncillos y las bragas, poniéndose en posición de decúbito supino para que aquél les dé por la retambufa.

Así se lo están poniendo al prófugo, que éste, como un niño, vísperas de Reyes, está escribiendo una carta de deseos, muchos, no, muchos no, ninguno de ellos, realizables si nuestros gobernantes se vistieran como los hombres por los pies. Esa lista, como digo, cada día aumentada, conforme se acerca el día de Reyes, que no es otro que el de la posible investidura del Pseudo-Doctor, desde la amnistía general para todos los procesados o condenados ya a cuenta del “Procés” de independencia, que el propio prófugo declaró y en veinticuatro horas dio marcha atrás por cobardía, referéndum del 1 de Octubre de 2.017 por medio, pretendiendo borrar todas las huellas del crimen, como un criminal que descuartiza a su víctima y la hace desaparecer, añadiendo la aprobación de la auotodeterminación de Cataluña, que comprendería la trasferencia de todas las facultades del Estado a favor de la Generalitat, comprendido el cobro de todos los impuestos, la Seguridad Social y las Pensiones, sin que se quede corto, al exigir la condonación de unos 90.000 millones de euros que las arcas catalanas deben al Estado Español, y a la entrega, por parte de éste, a aquéllas, de 450.000 millones de euros, que según él, el Estado Español les debe, amén del juguete ya recibido antes de la noche de Reyes, cual es la imposición del Catalán, del Euskera y del Gallego (éste último para no menospreciar a los izquierdistas gallegos, léase BNG, que se suman al sopicaldo Frankestein para arropar al Pseudo-Doctor y elevarle al trono de la Moncloa). Y lo que esté por llegar, que aún queda más de un mes para que podamos asistir a este aquelarre.

Todo lo cual, para cualquiera que tenga dos dedos de frente, para la cabeza que piense, de las diez, cuyas otras nueve embisten, según profetizara Antonio Machado, supone la culminación de un Golpe de Estado, en toda regla auspiciado y preparado desde el propio Poder, es decir, desde el propio Retroprogresista Criminal Gobierno de España, sin que al parecer exista autoridad alguna que desde el Estado pueda detener esta deriva, callando la mayoría como bellacos y traicioneros a la patria, y hablando con la boca pequeña, como Felipe González y Alfonso Guerra o el propio Emiliano García Page, que son conscientes del tsunami o terremoto que se avecina, pero que reconocen, pese a ello, haber votado socialismo en las elecciones de Julio de 2.023, convirtiéndose en personajes, como los que desde el propio Evangelio se reconoce, que más les valiera atarse una piedra al cuello y arrojarse al mar, pues han demostrado ser tan responsables y culpables como el propio Pseudo-Doctor.

Hay que recordar, a estos efectos, que el Fürer, Adolf Hitler, accedió al poder mediante unas elecciones en Alemania, pero, poco a poco, y conforme iba entrando en un proceso de sicopatía pura y dura, transformándose en un loco de atar, se las ingenió para amarrar todos los poderes del Estado, mediante un proceso de terror y, desde luego ilegal y antidemocrático. Pero, ¿qué le importan la ley y la democracia a los dementes que ansían el poder eterno, léase, por ejemplo, en su caso, instaurar el Imperio de los mil años, en los que, en su esquizofrenia, quizás, pensaba estar él dirigiendo el cotarro?.

En nuestro país, también, el Pseudo-Doctor-Sánchez, de una manera más o menos controvertible, moción de censura por medio, se ha hecho con el Poder en nuestro país, desde cuya cumbre ha ido arrogándose la dirección de cualquier institución que ha creído conveniente dirigir, y a través de sus hordas, ha ido poco a poco, o más bien, mucho a mucho, trasgrediendo los principios constitucionales, pasándose por el forro la Constitución Española, a la que ahora pretende dar el golpe de gracia o de muerte, casi mediatizando todo el Poder Judicial, único capaz de pararle los pies, en casos concretos. Pero lo que se avecina no tiene nombre, quizás la rememorización de la Noche de los Cristales Rotos, con la quema del Bundestag, en España, el Congreso de los Diputados, tras lo que quedará solamente como cabeza visible del Estado Español, la de Lucifer en la persona del Pseudo-Doctor-Sánchez.

Es tal el peligro que se cierne sobre España, mientras esa Unión Europea mira para otro lado, viendo y consintiendo todos los graves desmanes que se están llevando a cabo en uno de sus países miembros, y a la que transferimos nuestra propia soberanía, que urge casi una intervención divina, que ponga a buen recaudo a esta “cuadrilla de delincuentes que encabeza el psicópata de La Moncloa” o “cuadrilla de golfos”, tal como se expresa Santiago González, en su columna “A contrapelo”, en el Diario “El Mundo”, del pasado 15 de septiembre, y yo añado, sometiéndoles, como autores de crímenes de lesa humanidad, genocidio incluido, a juicio, ante un Tribunal análogo al de Núremberg, el que juzgó y condenó al Patíbulo a los gerifaltes nazis, autores de los más execrables, depravados, imperdonables y abominables crímenes.

No nos queda más que apelar, una vez más, y van unas cuantas, a la autoridad, si es que la tiene y la mantiene, de nuestro actual Monarca, Felipe VI, Jefe del Estado y Jefe Supremo de los tres Ejércitos, Tierra, Mar y Aire, a fin de que ponga freno al desvarío y revolución, golpe de Estado, que están preparando el Pseudo-Doctor-Sánchez y sus conmilitones. Se lo exige la Constitución, su deber para con el Estado y la Sociedad Española, de lo contrario de nada servirá que su primogénita haya sacado el Bachiller en dos años en Londres y, ahora, sin llegar al mes, haya alcanzado el grado de Oficial en la Academia Militar de Zaragoza, pues no podrá acceder al trono, que estará ocupado por un impostor, un sátrapa de la peor ralea, léase, incluso, el Presidente Norcoreano, Kim Jong-Un. Es la única solución, el único remedio, que le exige la justicia humana y la divina, si no quiere pasar a la historia como un nuevo Rey felón, y es que, junto a esas tres señas de identidad que configuran un país, habría que añadir, quizás, una más, cual es la de la “dignidad”, pues no podemos estar sometidos a esa cuadrilla de hombres indignos y de mujeres indignas, que sólo persiguen su propio bienestar, abandonando al pueblo español a su suerte, y que se agolpan como lapas venenosas a los resortes del Poder.

Sírvale, como ejemplo, la actitud de su padre, el Rey Juan-Carlos I, que sea lo que quieren algunos que sea, salió a la palestra cuando España y los Españoles lo necesitaron cuando el intento de Golpe de Estado del 23-F, inclinando la balanza del lado de la Ley, de la Constitución y del Orden Jurídico y Constitucional, que es para lo que pienso debe estar un Rey, para atajar el mal y la deriva de su país hacía la pobreza, la miseria y la injusticia, en definitiva hacia su hecatombe como País en el que se rigen sus súbditos y ciudadanos por las Normas de un Estado de Derecho, Democrático y Social.

Así sea: Amén.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

11 de octubre de 2.023

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