Tras certificar la permanencia en Villarreal, el Albacete Balompié regresará este domingo 26 de mayo al Estadio Carlos Belmonte para vivir un partido muy especial.
Los manchegos jugarán su último compromiso de la presente temporada en casa, en el que buscarán celebrar junto a su afición que siguen siendo equipo de Segunda División después de la gesta deportiva conseguida en estas semanas de competición.
Enfrente, para impedirlo, estará un Mirandés que se juega la vida y que está obligado a ganar en el feudo manchego si no quiere llegar a la última jornada de liga con el agua al cuello.
Pero más allá de los tres puntos y de dicha celebración por la consecución del objetivo, también está el aliciente de poder despedir con honores a su capitán: Manu Fuster. El ‘10’ del Alba anunciaba hace escasos días que pone fin a su etapa en el club después de 5 años.
Alberto González, técnico albacetista, valoraba así este partido cargado de emotividad y que arrancará a partir de las 18:30 horas:
"Se ha cumplido el objetivo. Esta semana ha podido costar más estar totalmente focalizado. Pero la gente se va concienciado de la importancia del partido, de acabar bien con nuestra gente, de lo que supone a nivel clasificatorio. Sabemos lo que significa para nosotros y nuestra gente”.
“Tiene que servir de aliciente y motivación. No es lo mismo una despedida haciendo un partido brillante en el que todos disfrutemos a que no se hagan las cosas bien y sea menos brillante para los que se despiden y para los que quieren disfrutar de su equipo”, señala un Alberto González consciente de lo que supondrá el choque del domingo para Fuster:
“Es su último partido de una etapa brillante en esta ciudad. Ha dado mucho, la gente ha disfrutado de él y él de la gente. Son de esas despedidas que gustan. Gusta entrenar a jugadores como Manu. Marca diferencias en ciertas cosas. Es muy desequilibrante en el juego, tiene mucha incidencia. Es difícil encontrar jugadores con tanta influencia en el juego. Desde la personalidad entiendes esa incidencia que tiene. Es un chico normal, sin grandes alardes, pero muestra su personalidad desde el juego. Se transforma compitiendo”, concluía González.