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La campaña electoral

Por Miguel Ángel Vicente
martes 12 de mayo de 2015, 22:41h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

El pasado Jueves, día 7 de Mayo, comenzó oficialmente la campaña electoral para la próxima cita del día 24, respecto de las elecciones municipales y autonómicas, en todo el territorio nacional (¡qué bien suena esta música!), salvo para las autonómicas de Andalucía (llevadas a cabo el pasado 22 de Marzo, y no sabemos si se volverán a celebrar ante la imposibilidad de Susana Díaz de lograr ser investida Presidenta de la misma), Cataluña (que si Dios no lo remedia se llevarán a cabo el próximo 27 de septiembre), Galicia y País Vasco, que aún están por convocar.

Y no es que el comienzo de la campaña vaya a cambiar nada, pues vamos a seguir siendo torpedeados por todos los partidos políticos, habidos y por haber, requiriendo el voto para la formación respectiva, lo que ya llevan haciendo desde hace bastante tiempo, proclamando a los cuatro vientos lo bueno que son los respectivos candidatos, lo mucho que valen, lo mucho que han hecho hasta ahora (los que vienen gobernando) y lo mucho que van a hacer en el futuro, tanto unos como otros, si les damos el voto y les aupamos a las poltronas del poder.

Ahora, todos, sin excepción, muestran su piel de cordero, y casi todos inciden en dos puntos fundamentales: la rebaja de impuestos y la creación de empleo, mostrando su cara más amable, su sonrisa “profidén”, bajando a pie de calle y repartiendo besos hasta a las piedras, los adoquines y las alcantarillas, como si éstas tuvieran un poder taumatúrgico que hicieran llover sobre las urnas un río de votos para el candidato en cuestión. Y, asimismo, todos pregonan la transparencia y el fin de la corrupción, que es la cantinela que un día sí y otro también nos pone dolor de muelas y nos hace hervir la sangre, cada vez que se destapa un nuevo caso.

Como digo, todos, sin excepción, muestran su piel de cordero y asoman la patita de cabritilla por debajo de la puerta, como si los ciudadanos fuéramos unos desmemoriados, como si no nos enteráramos de “ná” y estuvierámos siempre a verlas venir. Porque, vamos a ver, parece muy bonito que nos unten con la promesa de la rebaja de impuestos, hasta el punto de que algunos parece que lo tiran como si de unas rebajas salvajes se tratara o como si todo lo vendieran a “Cien”, lo que no deja de ser contradictorio, pues para aquellos partidos que han ostentado el poder y casi en todos los ámbitos con mayoría absoluta (me estoy refiriendo fundamentalmente al Partido Popular) no lo han hecho en cuatro años, antes al contrario, prometiendo más de lo mismo en las anteriores citas electorales, a las primeras de cambio cambiaron, valga la redundancia, el disco duro de su ordenador o el vinilo de su aparato de música, entrando en una dinámica de subida de impuestos a todos los niveles, sin pararse en cuentas, y en una espiral de recortes, ajustes y supresión de derechos para la ciudadanía en general, por lo que mal parece que ahora se presenten como los adalides de lo contrario, pues eso mismo prometieron y eso mismo dejaron de cumplir, haciendo todo lo contrario, a mayor abundamiento, de lo prometido en sus programas electorales.

Y eso mismo, vale para la gran promesa de la creación de empleo, que por más que pregonen los buenos augurios respecto del mismo, en realidad, la tasa de paro no acaba de llegar a los niveles de antes de la llamada “crisis”, la cual, cada vez, con mayor razón, la veo yo creada por quienes ahora se dicen ser los salvadores de la patria y que gracias a ellos no hemos incurrido en el temido rescate, como si éste no tuviera nada más que venir de Europa, sin tener en cuenta que si de Europa no ha venido es porque desde dentro y sin anestesia nos lo han aplicado salvajemente, comportándose nuestro mandamases como los más aplicados de la clase y así nos luce el pelo, con un país en ruina técnica, sumido en la pobreza y en la miseria, y de donde no saldremos mientras esta “casta política” corrupta que desde la Transición nos ha venido gobernando no pase a mejor vida.

Pero como la caradura parece ser un requisito esencial para obtener la categoría de “político”, ahí los tenemos, ofreciendo el oro y el moro (bueno, a éstos parece ser que no les dejan pasar la frontera por Ceuta y Melilla) y abriéndose de piernas como vulgares prostitutas. Y como de lo que se trata es de seguir subido en el machito y haciendo de su capa un sayo, ahí tenemos al Presiente del Gobierno, Don Mariano Rajoy Brey, que le ha visto las orejas al lobo y parece decidido a implicarse (¡quién lo diría!) personalmente en la campaña, aunque algunos barones de su Partido no lo quieran ver ni en pintura y ya le han enseñado la cruz, ¡vade retro!, para que no aparezca por sus lares, ante el batacazo que presumen si asoma la cabeza, tratando de meter el miedo en el cuerpo, como si nuestro día a día desde que se alzara con la mayoría absoluta, allá por el 20 de noviembre de 2.011, hubiera sido un camino de rosas, advirtiendo de que la estabilidad (o sea, que sigan gobernando los Populares allá donde no digan dueñas) es requisito sine qua non para enderezar definitivamente el rumbo de esta nave llamada España, que se mantiene a flote porque los grumetes del barco están haciendo lo indecible para ello, pero que, en cualquier momento, podrían virarse las tornas y doblegarse como se doblegó el Titanic. Y demonizando contra lo que viene de nuevas, que no sé por qué tanto les asusta, si la emergencia de los nuevos partidos se debe, fundamentalmente, al hastío que en la ciudadanía ha creado esa manera de hacer política salvaje, a dictado de los dicterios de la Canciller alemana, Angela Merkel, que, repito, ha sumido al país en la miseria y en la pobreza y que, amén de hundir a la clase baja, ha terminado por destrozar a la clase media, que es, a la postre, el motor verdadero de la economía y el progreso de un país.

En realidad, la campaña del Partido Popular se basa en la recuperación económica, que habría que decir que venga Dios y lo vea, y parece poco menos que la remasterización de la película de Berlanga, “Bienvenido, Mr. Marshall”, instando a los ciudadanos a pasar por la mesa puesta en la plaza del pueblo a depositar su carta con las peticiones a los americanos, en este caso a Mr. Rajoy, pero mucho me temo que como en aquélla población de Villar del Río, los americanos vuelvan a pasar a toda leche sin detenerse un instante, ni para qué, dejando que cada cual se saque las castañas del fuego como pueda, que es lo que está ocurriendo ahora, y dejando a la autoridad competente con un palmo de narices.

Y es que la realidad y los hechos son tozudos y por más que queramos manipularlos, disimularlos o taparlos, no podemos, pues si hay hambre, el hambre no se va con gaitas celestiales, sino llenando el estómago con, al menos, tres comidas dignas al día, y la lista del paro se rebaja dando al parado un trabajo estable, digno y suficiente para atender al mismo y a su familia, y no con contratos de una hora al día o a la semana, sin olvidar que en este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, existen ocho millones y medio de pobres, algunos de “solemnidad”, auque avergüence recordarlo, son necesarios los comedores escolares para dar de comer, al menos, una comida digna y suficiente, a muchos millones de niños, que sufren carencias esenciales, y como ha puesto de relieve el reciente Barómetro Sanitario, llevado a cabo por el Ministerio de Sanidad y el CIS, 2.400.000 españoles aseguran no poder pagar los medicamentos, debido a la reforma sanitaria que el Gobierno del PP puso en marcha en 2.012, excluyendo más de 400 medicamentos de la financiación pública (¿para qué sirve pagar Seguridad Social?), lo que se denominó el “medicamentazo” e instauró el copago de los mismos. Y ahora, vienen a pasarnos la mano por el hombro, como si nada hubiera pasado y se escandalizan de la marea emergente. Y aún tienen el morro de pedirnos el voto;  más les valiera a más de uno salir corriendo y meterse debajo de la cama.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

  13 de mayo de 2015

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