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Estoy hay que pararlo (y VI)

Por Miguel Ángel Vicente
martes 07 de julio de 2015, 22:30h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Es evidente, dadas las circunstancias y la realidad tozuda de los hechos que acontecen ante nuestras narices, un día sí y otro también, que hay que devolver el verdadero papel que ha de jugar la Administración Pública y, por ende, los poderes públicos, en un Estado de Derecho, al carril de la constitucionalidad en su actuación, que, por otra parte, ha de ser ejemplar y transparente, dos epítetos que se han puesto de moda, al menos nominalmente, hasta el punto de que no paran de ser exhalados, incluso, por el Monarca Español, Don Felipe VI. Y ya hemos visto, sin embargo, las enormes carencias de que adolece dicha Administración Pública, así como los poderes públicos que se incardinan en la misma, siendo de extraordinaria importancia la sumisión de una y otros a la legalidad vigente, estando sujetos, por tanto, inexorablemente, a la Constitución y al resto del Ordenamiento Jurídico, velando fundamentalmente porque la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas, garantizando la seguridad jurídica, estableciendo la responsabilidad de los mismos y la interdicción de la arbitrariedad de dichos poderes públicos, según hemos visto, con más detenimiento, en capítulos anteriores de este artículo y, en definitiva, el regreso al Estado de Bienestar que parece haber quedado aparcado para “ad calendas graecas” y lejos del horizonte inmediato.

Mas para todo ello, es necesario que la Administración Pública y, dentro de ella, sus terminales recaudatorias, en todos sus niveles, estatal, autonómico, provincial y municipal, hagan un examen de conciencia, reconozcan sus excesos y vuelvan a caminar por la senda de la Constitución, los primeros, tal como prometiera Fernando VII con el restablecimiento del Estado Constitucional: “caminemos por la senda de la Constitución, y yo el primero”, exclamó el Rey felón. Si esos abusos, si esa arbitrariedad, si ese hacer de su capa un sayo y ese saltarse la ley a la torera, pasándosela por el arco del triunfo, no son exorcizados y, consiguientemente, expulsados de la vida cotidiana, es indudable que impedirán que podamos seguir considerando a nuestro país un Estado Democrático, Constitucional, en definitiva, un Estado de Derecho, al nivel de los Estados Modernos del entorno en que nos hallamos inmersos y la ciudadanía, más temprano que tarde, acabará explotando, pese a la existencia de la reciente Ley Mordaza, tendente a maniatar y rebajar los humos a todo aquél que, en defensa de sus derechos, se manifieste contra el Gobierno de turno, en este caso, el Partido Popular, y acabará sumiendo a la población en un estado de miseria y ruina, moral y económica, originando una sociedad decadente.

Tan consciente es el Gobierno de esa presión asfixiante de carácter fiscal que sufre el pueblo español, que no duda un instante en acudir a paños calientes para desviar la atención de lo que verdaderamente se cuece en las cocinas recaudatorias. Ejemplo reciente, ante la pasada inminente campaña del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) lo constituye la propaganda dirigida a lavar la mala conciencia de los poderes públicos a través de los medios de comunicación, con anuncios de este jaez: “si no fuera por Cristina Héctor no podría llevar a su hijo al médico” o “si no fuera por Héctor Juan no recibiría cada mes su pensión a tiempo”, etc, rubricados con un “contribuimos para recibir- Si no fuera por tus impuestos sería imposible continuar la cadena que nos permite disfrutar de la sanidad, la educación, los parques, las carreteras, las pensiones, las ayudas...”. Todo ello bajo la premisa de que el Gobierno nos toma por tontos, por lelos, por ignorantes y por otras cosas más que no son del caso especificar. Siendo curioso la referencia a las pensiones, cuando sobre ellas, en la reciente comparecencia del Gobernador del Banco de España, Luis-María Linde, ante el Congreso de los Diputados, éste ha puesto de manifiesto su inexorable rebaja, poniendo en duda, incluso, que pueda mantenerse el sistema, y, por ello, instando a que los ciudadanos suscribamos un plan de pensiones privado a fin de poder subvenir a nuestras necesidades cuando la naturaleza nos llame a ingresar en las llamadas clases pasivas, lo que ratificó, desde allende nuestras fronteras, el propio Presidente del Gobierno, Don Mariano Rajoy Brey. No es de extrañar, en este contexto, que uno de los iconos del afán recaudatorio, nuestro ínclito Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Don Cristóbal Montoro, ya conocido como el “gollum español” (recuerden: “mi tesorooo, mi tesorooo”), lo hayan tenido oculto en toda la campaña electoral previa a las elecciones del pasado 24 de Mayo, bajo tierra, sin dejarle asomar la cabeza y quizás con una máscara de hierro, como la que le fuera puesta al hermano del Rey de Francia, Luis XIV, cuando, por contraste, en la campaña electoral del año 2.011 lo paseaban como a un mono o títere de feria, de mitin en mitin, del Partido Popular, poniendo a parir a Zapatero y sus políticas de subir impuestos, prometiendo que de llegar al poder el PP, lo primero que harían sería rebajar todo tipo de impuestos (incluido el IVA), como único medio para la reactivación de la economía y del consumo y la creación de empleo, despotricando contra el Gobierno Socialista de entonces, mas, ¿qué fue lo primero que hizo el Gobierno del PP en su primer Consejo de Ministros, allá por diciembre de 2.011?: ¡Subir el IRPF!, cuando en su programa electoral llevaba la promesa de lo contrario. Y, ahora, en clave electoralista, aparte de lanzar el globo sonda de que se va a devolver a los funcionarios el 75% de la paga extraordinaria del año 2.012, así como  los “moscosos” que les habían sido incautados, e incluso, la posibilidad de subirles el salario hasta un 1%, el pasado jueves, el propio Presidente del Gobierno, anunció una rebaja del IRPF, con efectos desde el uno de Julio del presente año. O sea, que están que lo tiran, y habría que preguntarse qué descalabro electoral les vaticinan las encuestas que manejan para recurrir a tamañas medidas, mientras las pensiones están en el aire, mas lo que interesa es ver la forma de agarrar el poder absoluto otros cuatro años y después ya vendrá Paco con las Rebajas.

En cualquier caso, esto clama al cielo y hay que pararlo, siguiendo su propio paradigma, “como sea”, porque de ello dependen la sobrevivencia y la subsistencia del ciudadano de a pie, la dignidad de los españoles y el futuro de este país, aún hoy, a duras penas, llamado España.

MIGUEL-ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

8 de julio de 2015

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