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Bienvenida, Frau Merkel

martes 09 de septiembre de 2014, 22:23h
Bienvenida, Frau Merkel

Recordando la magnífica película que, en 1.953, dirigió Luis García Berlanga, “Bienvenido, Mr. Marshall”, e interpretada, magistralmente, por el inolvidable José Isbert en su papel estelar, y en la que los habitantes del pueblo de Villar del Río, sucumbieron a la tentación de esperar de los amigos “americanos” poco menos que el Maná caído del Cielo y que despertaron de su sueño dándose de bruces con la verdadera y dura realidad, al pasar aquéllos como una bala y si te he visto no me acuerdo, así me ha parecido a mí, la visita que, por dos días (como el relámpago), realizó la Canciller Alemana, Ángela Merkel, a tierras Gallegas, concretamente a Santiago de Compostela, donde un Mariano Rajoy, convertido en Alcalde de España, la esperaba con los brazos abiertos, sin saber qué hacer para mostrar a tan ilustre huésped el lado más entrañable de nuestro país, y pensando en dejar, atados y bien atados, los cargos más relevantes a los que España se ofrece en el seno de la Unión Europea, pensando, como siempre piensan los españoles y como pensaron en aquella extraordinaria película, por cierto, como se ve, vigente aún en esta España de nuestros días, que los extranjeros, sean americanos o alemanes, no saben lo que son los juguetes y que por encantamiento han de caer sublimados y patidifusos ante el encanto y la gracia española.

Pues bien, tras esa grata visita, ya ha empezado el movimiento para el nombramiento de comisarios y vicepresidentes de la nueva Comisión Europea dirigida por Jean-Claude Juncker y, de momento, de lo nuestro “res de res” que diría Artur Mas, apareciendo nuestro ínclito aspirante a Comisario (de lo que sea) Cañete, Arias, Miguel, mendigando ese Comisariado a que tanto aspira España o, más bien, el Gobierno español, sin que hasta la fecha haya sido posible cantar siquiera línea en esta partida de bingo que se lleva a cabo en el seno de la Unión y aunque las palabras al respecto han sido y son elogiosas para el conjunto de nuestra política económica (con el lastre del paro siempre en el horizonte), no hay que dejar de lado que aquéllas se las puede llevar el viento y donde dije digo, digo Diego, y, o nos quedamos sin comisario, o la comisaría que se ponga a nuestra disposición sea de las de segundo o tercer grado (leáse, por ejemplo, la de Innovación). Por otra parte y respecto a la Presidencia del Eurogrupo, cargo al que potenciamos a nuestro Ministro de Economía y Competitividad, Luís de Guindos, ahí tenemos otra papeleta, pues dicho cargo aún está ocupado por el holandés Jeroen Dijsselbloem, que todavía tiene cuerda para rato, pues su cargo no caduca sino hasta julio del próximo 2.015 y no parece ser su intención dejar vacante el mismo antes de la fecha señalada, pese a que el nerviosismo de nuestras autoridades y de los medios de comunicación adictos al poder, están que trinan y claman echando sapos por la boca porque el mandatario holandés no se abra y deje el paso libre y expedito a nuestro sublime Ministro de Economía, que, por todo lo que se mueve entre bambalinas, tendrá que esperar a que las ranas críen pelo o  a él mismo le afecte dicho proceso. En cualquier caso,  nuestras autoridad y esos medios adictos han tenido y tienen un comportamiento de escolares de primaria y han cogido una pataleta propia de éstos, e impropia a todas luces del buen saber, hacer y estar en el mundo diplomático. Y, para más inri, el propio afectado, o sea, el actual Presidente del Eurogrupo, ha puesto a parir a España y a los españoles, con razón, por intentar moverle la silla de una manera tan espuria y con tan malos modos y poca educación, hasta el punto que ha llegado a decir que, incluso, puede que se presente a la reelección al cargo que ostenta, añadiendo “como saben, mi mandato no expira hasta julio y estoy decidido a cumplirlo” y “creo que deberíamos emplear menos tiempo hablando sobre el empleo de los políticos y más tiempo hablando sobre el empleo de la gente”, lo que constituye un golpe directo al mentón de nuestro Gobierno, justo para hacerle perder por K.O. este combate boxístico. O sea, que los americanos, o, en este caso, los europeos, de momento, han vuelto a pasar por Villar del Río sin detenerse ni a echar gasolina, ni a agradecer las muestras de afecto y de bienvenida que les teníamos preparados. Lo dicho, la película de Luis García Berlanga, de plena actualidad y vigencia.

En otro orden de cosas y dentro del ámbito internacional, hay que resaltar la XVI cumbre de la OTAN celebrada la semana pasada en Newport (Reino Unido), donde los 28 jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Atlántica, anunciaron que diez países miembros de la misma (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Australia, Turquía, Italia, Polonia y Dinamarca) decidieron formar un “núcleo duro” estratégico para hacer frente al yihadismo suní en Oriente medio, que tiende a instaurar un Califato del uno al otro confín. España, en este contexto, no formará parte de la coalición antiyihadista, aunque según la prensa adicta al poder participó en crear el clima necesario para que se formara, o sea, una más del capitán araña, autoexcluyéndose de la misma, con un Mariano Rajoy en sus trece y en su verdadera esencia, lento de reflejos y, como dicen los suyos, midiendo los tiempos (que, más pronto que tarde, le acabarán sobrepasando) y tentando al toro desde la barrera y sin mojarse, sin darse cuenta de que lidiando de esta manera los toros se le van vivos al corral, despachando el asunto con un “veremos qué es lo que se nos pide y las responsabilidades que tenemos que asumir allí”, afirmando que “lo que no hay que hacer es adelantar acontecimientos”. No es de extrañar que, una vez más, nuestro Presidente se quedara fuera de la foto, principalmente de la mesa redonda o mesa camilla, donde los “grandes” (Hollande, Obama, Cameron, Merkel y Renzi) toman las “grandes” decisiones, y asumiendo el papel de “Wally” (¿dónde estará nuestro Presidente?). En fin, una forma más, por un lado, y una ocasión más, por otro, perdida para afirmar nuestra posición en el concierto internacional, con una actitud medrosa, de complejo de inferioridad y de indefinición, que nos aleja de los focos donde se adoptan las decisiones que han de constituir el eje de la política internacional, médula espinal para el desarrollo y el progreso de los países y, por ende, de la humanidad.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

  10 de septiembre de 2014

 

      

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